La escritora Clara Fuertes reivindica la figura de María Casares en el centenario de su nacimiento con la novela Todas las horas del día. «Interpretó tantos papeles que se perdió en ellos. Sombra y luz, todo y nada, voz en el escenario, rompedora, desarraigada, libre, diva, sencilla, una mujer recuerdo».
Esta es la historia de una mujer que vivió y amó intensamente.
Clara Fuertes recoge el testigo de las cartas y arma con sus palabras la voz de María Casares. Escucha las ausencias y encuentra en los silencios a María y a Albert, desnudos: «Hay algo que es solo nuestro y donde te encuentro siempre sin esfuerzo. Son las horas que guardo silencio…» (Camus a Casares, junio de 1944).
En Todas las horas del día, Clara Fuertes narra la vida de María por su boca, interrumpidos estos capítulos por los de una segunda voz, la de un periodista llamado Airas que escribe un reportaje sobre la gran actriz. Un interesante cruce de caminos que acaba por pintar el paisaje vital de esta gran dama del teatro desde diferentes ángulos.
LA AUTORA
Clara Fuertes es una autora prolífica con siete títulos a sus espaldas. Vive volcada en la escritura. Su primera novela Agua de limón fue autopublicada y ha vendido miles de ejemplares. Clara Fuertes ama a María Casares y se nota en lo que escribe, en cada palabra y en cada ausencia. Cansada de no ver a la mujer en todo aquello que leía, decidió darle una voz íntima, una voz que pusiera en valor su talento y su pasión. Su vida al completo. No solo quería ver a esa mujer de mujeres —Casares fue Lady Macbeth, Ana Petrova, María Tudor, Yerma, Titania….—, también a la niña que se hizo desde cero en el exilio, la María que sufrió, la que amó sin mesura y fue correspondida, la mujer que aparece en las cartas personales, publicadas ya en Francia por Catherine Camus, la hija del escritor.
Leyendo “Todas las horas del día”, leyéndote, me descubrí a mí misma luchando contra la ardua tarea de acertar a distinguir en qué momento, escribías sobre María, o te describías, “mujer que vivió y amó intensamente”.
¡Qué bonito es verte crecer!