Foto de portada: Carlos Ruiz
Tuve el placer de conocer a María Oruña con motivo de la presentación oficial de su primera novela, Puerto Escondido. Con ella nacían Valentina Redondo y el universo de los libros de Puerto Escondido, y lo hacía en un caluroso día en Santillana del Mar, en el que la autora se movía nerviosa entre la prensa. Han pasado siete años y una pandemia, en los que Valentina Redondo se ha hecho un hueco entre los lectores, y María Oruña ha ido demostrando libro a libro que convertirse en un best seller no tiene por qué cambiar la forma de escribir y tampoco el trato con quienes leen sus libros, y es que ella se define como “hija del boca a oreja”.
Respecto a su última novela, María Oruña nos explicaba: “No salgo buscando historias, ellas me encuentran a mí. En este caso fue en un viaje a Escocia cuando me tropecé durante una visita en lo que se convirtió en el germen de El camino del fuego. Allí mismo empecé a comprar libros que me leí apenas llegué a mi casa y la novela empezó a formarse en mi cabeza”.
En esta ocasión Valentina y Oliver se trasladan de vacaciones a Escocia, donde la teniente estrechará lazos con la tierra y la familia de su prometido, aunque este cambio geográfico será solo ocasional. “Esta vez Valentina está de vacaciones, pero con el carácter que tiene le será imposible mantenerse al margen, sobre todo por la relación del misterio con Oliver. Esto hará que las vacaciones cambien, por supuesto. Pero aun así son vacaciones y, evidentemente, la pareja regresará a Cantabria”, tranquilizaba Oruña a quienes preguntaban por la ubicación geográfica de la saga en el futuro. Matizaba también que para ella “es importante que los lectores puedan comenzar a leer la saga cuando les apetezca, y por eso todas mis novelas son autoconclusivas y no hacen spoilers de las anteriores entregas, de tal modo que uno puede comenzar en orden o no sin que la historia, ni siquiera la historia personal de los personajes, se vea resentida”.
La autora aún confesaba sentirse tan sorprendida como ilusionada por la acogida de sus novelas, por las largas colas y la cercanía de los lectores que le cuentan sus impresiones, opiniones o deseos, niega pertenecer a una única etiqueta y se definía como “un híbrido de géneros en el que predomina el misterio y que en esta última novela incluso se aproxima al domestic noir”. Y es cierto que en sus novelas siempre se encuentran guiños al misterio más clásico. No en vano ella se acoge a Doyle cuando decía aquello de “una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, debe ser la verdad”, siendo este, junto con el principio de Ockham, dos de las claves que la autora mantiene a lo largo de todas sus novelas en la resolución de los casos.
En cuanto a la documentación, María Oruña nos explicó que “es importante leer todo a lo que uno tiene acceso y se refiere al tema. Además es importante el haber pisado los lugares en los que se ambienta la novela, conocerlos no ya como turista, sino haberlos recorrido”, y respecto a la documentación menos conocida, “en esta última novela hay una clara inspiración en mi abuela, que es la abuela de Oliver en muchos sentidos”.
Es un personaje importante para la trama, que sigue otra de las líneas habituales en los libros de Oruña, la de la importancia de los personajes femeninos: “En mis novelas no solo hay un personaje femenino que se dedica a resolver crímenes. Mis historias están llenas de mujeres fuertes, de luchadoras. Personajes que, inocentes o no, han tomado papeles que en muchos casos estaban destinados de forma habitual al hombre y han demostrado su valía. Es algo que comenzó en Puerto Escondido y que continúa en cada título”.
La presentación, con entrevistas sucesivas a la autora, por las que íbamos pasando sin que ella perdiera la sonrisa, finalizaba con la promesa de que los libros de Puerto Escondido continuarán. Algo que, estoy segura, agradecerán todos sus lectores.
Genial. Me ha encantado la entrevista y como lo cuentas.