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María Ramírez: Últimas noticias sobre el periodismo

María Ramírez: Últimas noticias sobre el periodismo

Los últimos 25 años de historia del periodismo no fueron unos años cualquiera. Fue el periodo decisivo en el que la prensa vivió, y sufrió, su revolución digital, que aún hoy sigue en marcha. Del soporte papel, no muy diferente al que editó Renaudot en 1631, ha pasado al soporte inédito de la pantalla de cristal líquido o de plasma. Ese periodo crítico y convulso coincide con la carrera periodística de María Ramírez, testigo privilegiado de un auténtico tsunami no solo del soporte de lectura, sino también, gracias a internet, de las herramientas de trabajo y de los procesos de selección y edición de noticias y artículos.

En su libro El periódico (Editorial Debate), María Ramírez reconstruye esa apasionante historia a base de casos concretos en los que ella misma se vio implicada en su mismo epicentro. Desde los años 90, cuando se producían los primeros balbuceos del periódico electrónico en la redacción de El Mundo y la despiadada competencia con la de El País por ser el liderazgo en Internet, hasta el presente como subdirectora de elDiario.es, uno de los modelos de nativo digital de mayor éxito empresarial y periodístico.

"En este artículo intentaremos extractar y sumarizar algunas conclusiones e ideas, tanto de la propia autora como de los protagonistas entrevistados"

Entre medias, quedan las experiencias en el anquilosado y decimonónico Corriere della Sera, la adaptación a las nuevas audiencias del canal Univisión, o la fundación de El Español. Y un punto de vista de gran valor a través de su trabajo como corresponsal (Bruselas y Washington), desde el que puedo observar, con la frialdad de la distancia, no solo lo que estaba sucediendo en sus redacciones, sino lo que experimentaban sus colegas de todo el mundo.

A todo ello hay que añadir el estudio detallado de los grandes medios tradicionales, que a partir del periodismo clásico han conseguido, al menos hasta ahora, los modelos más exitosos de transformación: The Washington Post, The New York Times o The Boston Globe. Y también de los experimentos de medios nativos que han intentado reinventar el periodismo con éxito desigual (Buzzfeed, Vox Media o The Huffington Post).

La autora define su libro como “un intento de averiguar hasta qué punto estas décadas de catarsis han cambiado la esencia del periodismo”. En este artículo intentaremos extractar y sumarizar algunas conclusiones e ideas, tanto de la propia autora como de los protagonistas entrevistados para esta exhaustiva investigación que es su libro.

"Se libra una guerra generacional en la que los júnior se refieren a los sénior despectivamente como los periodistas del pelotazo"

El peso de la nostalgia. En las redacciones de hoy —no sólo las de los legacy—, se mira al pasado, aún muy reciente, bien como una inspiración, en el caso de los periodistas más veteranos, bien como un lastre, en el caso de los más jóvenes. Se libra una guerra generacional en la que los júnior se refieren a los sénior despectivamente como los “periodistas del pelotazo”, y los sénior —ya en extinción— tildan a los recién llegados de “interneteros”. María Ramírez define con precisión ese sentimiento de añoranza de un pasado idealizado como más esplendoroso y opulento de lo que en realidad fue. “La nostalgia de lo que era el periódico no es por el recuerdo de un trozo de papel (…), sino por un mundo que parece más tranquilo y ordenado, y donde sentíamos nuestra labor como algo más único, tal vez más valioso. Ahora la aventura es cada día más difícil, pero puede que más interesante”.

¿De dónde venimos? La autora recuerda de su niñez las enormes pilas de diarios en los quioscos,“cuando los grandes periódicos contaban sus ejemplares en cientos de miles y no raquíticas decenas de miles”. Alguien que no leyera un rotativo —ya un arcaísmo— no podía considerarse informado. Ahora, solo el 26 por ciento de los españoles dice informarse en papel y el 75 por ciento utiliza el móvil para mantenerse al día. Quedan sólo 350 kioscos en Madrid, uno y pico por cada dos mil hogares, de los 800 que había hace apenas diez años.

Periodistas-empresarios. Pocos fueron los que tuvieron tuvieron la suficiente perspicacia para ver lo que venía. Y aquí es de justicia citar a Mario Tascón, cuya aportación es esencial en el libro, como el gran visionario. “Los empresarios españoles —sostiene María Ramírez— llegaron tarde, invirtieron donde no debían, confiaron en gurús. Enfrente, el empuje de los periodistas. En España triunfaron unos pocos nativos de internet, a menudo propulsados por periodistas empresarios que demostraron que era más fácil que un periodista aprendiera técnicas empresariales a que un empresario aprendiera periodismo”.

"Vivimos años de zozobra, de confusión, de falta de ideas claras, que padecieron de forma singular los periodistas"

La guerra El País-El Mundo. La carrera de las dos cabeceras por hacerse con el liderazgo en internet acaparó los primeros años de la revolución digital en España. Borja Echevarría, subdirector de El Mundo durante los años de mayor enconamiento y hoy director adjunto de El País, sintetiza la clave de la disputa .“Creo que para ellos [Prisa] la obsesión era mucho más internet, y creo que para nosotros la obsesión era mucho más el periodismo. Luego, evidentemente, había que hacer casar las dos cosas”. La guerra acabó con la conclusión de que “el fuego [internet] era de todos”.

España, pionera. “En España fuimos especialmente rápidos”, asegura Ramírez. Y cita un estudio de Reuters de 2013, según el cual, ya entonces, más del 40 por ciento de los españoles encontraba las noticias por buscadores y redes sociales, ya no iba a las cabeceras o no reconocía sus marcas como principal lugar de acceso a la información. “La desintermediación —concluye— se estaba dando más rápido en España que en otros países, y no nos estábamos dando cuenta”. No haber visto esa ventaja ha tenido consecuencias nefastas que aún estamos pagando.

Nuevas prioridades. Vivimos años de zozobra, de confusión, de falta de ideas claras, que padecieron de forma singular los periodistas. Esa ansiedad queda reflejada en estas palabras del entonces director de El Mundo y hoy director de El Español, Pedro J. Ramírez. “La esquizofrenia de publicar para la web o guardar para el papel sigue hoy entre los contenidos que se reservan para suscriptores premium o los que se dan en abierto para captar grandes audiencias”.

La experiencia académica. Una de las grandes aportaciones del libro es la formación académica de María Ramírez. Su paso por la Universidad de Columbia, así como sus estancias en Harvard, como Nieman Fellow, y en el Instituto de Política de la Universidad de Chicago, como Pritzker Fellow, le permiten ofrecer la visión de los grandes estudiosos de la transformación del periodismo. Baste un ejemplo. “La Escuela de Columbia —escribe— era una lucha constante contra eso que estaba sucediendo o lo que ya había sucedido. Pero estábamos demasiado inmersos en el ideal romántico del reporterismo como para entender de verdad que había habido cambios irreversibles (…). Todavía hoy pienso en aquel año cultivando la belleza de escuchar con paciencia, caminar durante horas por Brooklyn en busca de una posible noticia, preguntar y volver a preguntar y descubrir el arte del fact checker para el reportaje de un compañero, la simplicidad y la eficacia de la tarea de la comprobación de datos (…). No hay mayor satisfacción que encontrar un error y corregirlo, y saber que con ello el relato está un poco más cerca de la realidad.”

"La inabarcable galaxia de internet, la proliferación de medios y la sobreabundancia de información hacen que con frecuencia no sepamos quién es nuestro rival"

Los peligros de Internet. Las nuevas herramientas han sido una gran ayuda para el ejercicio del periodismo, pero no están exentas de peligros. La autora recoge una cita muy ilustrativa de James Fellows, autor de Breaking the News: How the Media Undermine American Democracy. Publicado en 1996, el libro “apenas menciona internet, pero ya alerta de sus peligros y de que el periodismo tenía que reformarse”. Señala como problema “la soberbia del periodista, animal de costumbres fijas”. Aún no se había popularizado Google, pero el autor ya detecta que “con un fax, un teléfono y un ordenador… los periodistas pueden cubrir cualquier historia sin moverse de la silla”. Y concluye: “El peligro del enfoque centralizado de datos es precisamente que es demasiado rápido y demasiado fácil (…). Estás limitado por lo que otra gente ha visto y ha escrito, y estás desconectado del mayor activo del reportero: la confianza en lo que ha observado directamente”.

¿Hemos abandonado la calle? Jill Abramson, ya ex directora del New York Times, que previamente había trabajado en Time y The Wall Street Journal, alerta a María Ramírez de otro gran peligro. “En los tres sitios se ha respetado la vieja tradición de salir a la calle, ser testigo de lo que ocurre, hablar con votantes durante la campaña y explorar los problemas que importan a la población. Así se hace el periodismo. Pero es muy duro seguir esa tradición cuando un periodista tiene que escribir cinco artículos al día”. Añade un muy útil consejo de la ex directora del Times para los tiempos de internet, en los que la imagen ha ganado un enorme protagonismo. “Leer es lo más importante. Las palabras son lo primero. En los medios que hacen periodismo de calidad la palabra es líder”.

¿Contra quién competimos? La inabarcable galaxia de internet, la proliferación de medios y la sobreabundancia de información hacen que con frecuencia no sepamos quién es nuestro rival. En el libro se recoge la respuesta que dio el director ejecutivo de Netflix, Reed Hasting. Según él, hoy el mayor competidor del periodista es el sueño. “Este es el contexto en el cual el periodismo político moderno se produce y se consume: una guerra total por el tiempo de una audiencia que tiene más opciones que en cualquier momento de la historia”.

Enseñanzas de las elecciones de 2016. La elección de Trump como presidente marcó un antes y un después en el comportamiento de la prensa. María Ramírez explica que “en 2016 muchos no calibramos la influencia que habían perdido los medios (…) Tampoco supimos ver el efecto persuasivo de las mentiras que corrían por las redes sociales, el éxito de los bulos burdos (…) y lo lejos que habían ido los medios conservadores, como Fox News, que cada vez abrazaban más la opinión y no tenían ningún escrúpulo al repetir las ficciones más inverosímiles”. Los propios medios presuntamente serios, como el mismo New York Times, se prestaron a ese juego en busca de la ansiada ecuanimidad. Así, la Dama Gris, al intentar explicar las raíces del trumpismo estaba dando voz a los que minaban la democracia. Y, lo que es más grave, para compensar las investigaciones sobre las corruptelas de Trump, el diario se prestó a publicar a muy pocos días de las elecciones la historia de los emails de Hillary Clinton, emails en los que, por cierto, se acabaría demostrando que no había nada nuevo ni criminal. La candidata demócrata acabaría perdiendo las elecciones por esas informaciones de la presumible “prensa amiga”.

"La indagación ya es considerada como todo un género, reconocible por su retórica"

Objetividad, ecuanimidad, equidistancia. Tras la victoria de Trump, estos conceptos fueron revisados. “Se puso en cuestión el grado de distancia exacta, si es que se puede medir —escribe María Ramírez—, que debe tener el periodista respecto a los acontecimientos”. Cita a la periodista y documentalista Elle Reeve, quien sostiene que los los antidemocráticos no van a desaparecer por ignorarlos… tienen internet”. La conclusión es que “la prensa falló en un intento de ser equidistante y poniendo en la balanza factores negativos de peso muy distinto”, lo que llevó a un cambio de actitud, “sobre todo entre los más jóvenes, respecto al papel del periodista en casos en que los principios democráticos básicos están en juego”. Palabras que inevitablemente llevan al periodista español a pensar en la postura de la prensa ante asuntos como el 23-F o el terroismo de ETA, donde la equidistancia acaba dañando la democracia.

El lucrativo negocio de la furia. La indagación ya es considerada como todo un género, reconocible por su retórica, “con su veneno característico, la denigración de los oponentes y las hiperbólicas interpretaciones de la realidad, del ecosistema de medios de la derecha que no seguía ninguna de las mínimas normas de la objetividad periodística a los que grandes cadenas como la Fox daban crédito”, escribe la autora citando a los profesores Jeffrey Berry y Sarah Sobieraj (The Outrage Industry, 2014). Expertos que, por cierto, conceden que también la izquierda también ha utilizado esa estrategia, pero  con mucha menos fuerza.

El fenómeno “Trump bump”. La consecuencia de aquel desbarajuste de las elecciones de 2016 fue una reflexión interna y un cambio de actitud de los medios tradicionales que fueron recompensados con el apoyo de lectores y suscriptores, según la autora. En cambio, otros medios nativos digitales que nacieron con la pretensión de “informar a los desinformados” y  que habían tenido mucho éxito en el tráfico empezaron a perder fuerza.

"La revolución digital no consiste en destruir todo lo anterior, sino en construir sobre todo lo aprendido a lo largo de siglos"

El caso del Boston Globe. En 2017, el Boston Globe dejó su sede en las afueras y trasladó la redacción al centro de la ciudad. Todo un síntoma: se quitaba el lastre de la rotativa a la vez que se acercaba a donde se desarrolla la vida ciudadana. Gracias a la información local y de servicio logró un enorme aumento de sus suscripciones, que se dispararon durante la pandemia, La clave estuvo en la formación útil y en volver a formar parte de la comunidad. La muestra más significativa probablemente sea su tablón de anuncios online para poner en contacto lectores que necesitan y ofrecen ayuda. Matthew Karolian, periodista del Globe, explica a Maria Ramirez el éxito de su política de suscripciones. “Nos costó unos siete años pasar de cero a cien mil, y hemos pasado de cien mil a doscientas treinta mil en un año o así”. El mantra del Globe es ofrecer al lector una cobertura de su región tan amplia y con tanto impacto que no la pueda conseguir “en ningún otro sitio”. Cuando María Ramírez le pregunta a Karolian por la métrica más fiel para conocer el comportamiento de sus lectores, no lo duda: “La lealtad”.

El periódico sigue vivo. La conclusión del libro es que “no solo ha sobrevivido el periódico, sino que en algunos casos ha florecido (…). Los triunfadores han sido el New York Times, el Washington Post y el Boston Globe y no Buzzfeed o Vox Media, que intentaron reinventar el periodismo desde un punto de vista empresarial, teniendo muy poco en cuenta a los periodistas”. En agosto de 2020 los ingresos  digitales del New York Times superaron a los del papel por primera vez en la historia. Este 2022 superó los diez millones de suscriptores digitales y se plantea como objetivo llegar a los 15. “El periódico —concluye la autora— será lo que sean sus noticias, que a menudo en estas décadas han marcado el camino. Incluso nos han obligado a hacer lo que no sabíamos o no queríamos hacer (…). Entretanto, seguimos dando noticias y emocionándonos con ellas sea como sea la pantalla o el papel donde las damos”.

María Ramírez (Madrid, 1977), con 45 años, pertenece a la generación de periodistas que asumió el gran peso de la primera transformación digital en la prensa, conviviendo con la generación que se había formado en el papel. A lo largo del libro, se desprende una sensación  contradictoria, entre el entusiasmo radical de la primera juventud y un cierto desencanto —en su carrera, plagada de éxitos, también ha habido muchos sinsabores—, que se resume en las palabras clave del libro: “ un cierto desenamoramiento”. Tras su generación, ya ha llegado a las redacciones otra nueva, que intentará enmendar a la anterior y a la que aún no le ha dado tiempo a descubrir la utilidad del legado en la prensa. La revolución digital no consiste en destruir todo lo anterior, sino en construir sobre todo lo aprendido a lo largo de siglos, porque, como ella misma dice, “la prensa siempre está en busca de un camino”.

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Autor: María Ramírez. Título: El periódico. Editorial: Debate. Venta: Todostuslibros

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