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Màrius Carol recupera en su nueva novela una historia familiar, con aparición de Hemingway

Màrius Carol recupera en su nueva novela una historia familiar, con aparición de Hemingway

El periodista y escritor Màrius Carol recupera en su nueva novela, El niño del ajedrez, una trágica historia familiar durante la Guerra Civil y la posguerra, que tiene que ver con el padre de su suegro, Antoni Lloret, aunque, en paralelo, tira de otros hilos y aparecen personajes como Ernest Hemingway.

Acompañado por su editora, Glòria Gasch, Carol ha explicado este jueves en rueda de prensa que empezó a darle vueltas a su nuevo libro después de dejar la dirección de La Vanguardia, en marzo de 2020, justo unos días antes de que se declarara el estado de alarma en España por la pandemia de coronavirus.

«Se dice que el día que los directores de La Vanguardia dejan de serlo empieza un periodo de duelo, en el que deja de sonar el teléfono. Yo tuve la suerte de que en ese momento no fui el único en irme a casa, fue el mundo entero el que lo hizo. Entonces, empecé a pensar en rescatar esta historia familiar, que mi fallecido suegro explicaba sobre su padre», ha descubierto.

Publicada en castellano por Destino y en catalán por Columna, El niño del ajedrez empieza con el descubrimiento por parte del narrador de una fotografía, utilizada como punto de libro, en un volumen de su suegro, una imagen en el Penedès en la que Antoni Lloret está junto a Ernest Hemingway, el fotógrafo Robert Capa y los periodistas anglosajones Vincent Sheean y Herbert Matthews.

EFE/ Marta Pérez

Antoni Lloret, según relata en el libro, fue el sastre republicano de Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona) —había otro de derechas— y concejal desde las elecciones municipales de 1931, perteneciendo de forma circunstancial al Comité de Milicias Antifascistas, lo que influyó, según el novelista, en su final, una muerte en «circunstancias extrañas».

Este hombre, al acabar la guerra civil, estuvo escondido durante diez años, primero en la parte alta de su propia casa, más de año y medio, sabiéndolo solo su mujer y su madre, y posteriormente en el pajar de una masía en Sant Llorenç d’Hortons, una población cercana.

A sus hijos les explicaron que había muerto y no supieron de él hasta que salió de su escondrijo, pareciendo un hombre mucho mayor de lo que era y siendo traicionado, al poco tiempo, por el alcalde de entonces de Sant Sadurní y algunos vecinos, influenciados por un grupo de falangistas.

La relación con su hijo durante este tiempo fue «curiosa», puesto que el suegro de Carol, entonces un niño, era muy aficionado al ajedrez gracias a su padre, y durante una década recibió por escrito problemas sobre este juego, que debía resolver y que, en teoría, le enviaba un amigo de su progenitor.

Màrius Carol no ha escondido que también ha contado con una «garganta profunda», el historiador Carles Querol, que le ha ayudado mucho a ahondar en la peripecia de Lloret, especialmente en cómo fue su final tras ser enviado al juzgado militar de guardia de la Capitanía General de Barcelona.

En la novela, además de contar cómo su hija lo pudo ver muerto con el cuerpo lleno de moratones en el hospital Clínico, muestra la importancia de aquel momento de Sant Sadurní d’Anoia, localidad a la que el presidente catalán, Lluís Companys, llevó una serie de corresponsales extranjeros, como Tristan Tzara, para que vieran el funcionamiento de la República, con una excursión incluida a las colectivizadas Cavas Codorníu.

Una cierta crítica a Hemingway

Asimismo, aparece la Barcelona de la entrada de las tropas franquistas, así como la manera en la que trabajaban muchos corresponsales extranjeros en aquella época.

En este punto, se ha detenido para aseverar que, en cierta manera, critica a Hemingway porque después de tiempo siguiendo la Guerra Civil española no se quedó para ver su final.

Con ganas de mostrar, gracias a recuperar otras historias como una violación múltiple, que la guerra fue «una gran tragedia, con personajes que no merecen tener el destino que tuvieron», quiere poner con este título el valor de la «memoria».

Además, lanza una advertencia: «Hay que estar atentos y no podemos reír las gracias a los que nos quieren llevar a la ruina física y moral».

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