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Más de 500.000 personas han muerto en EEUU por el consumo de opioides en los últimos 20 años

Más de 500.000 personas han muerto en EEUU por el consumo de opioides en los últimos 20 años

Esta es una historia de amor y dolor entre un hombre y una mujer, ambos de éxito, que inician una relación una noche de verano en una fiesta clandestina. Juntos se adentrarán en un mundo lleno de opiáceos que les llevará hacia la decadencia absoluta.

En este making of Mónica Pérez Sobrino cuenta el origen de su novela Madame Nadie (Círculo de Tiza).

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Escribes una novela mientras la vida y el tiempo corren. La ficción y la realidad se encuentran una y otra vez sin saber qué fue antes, tampoco sin entender una cosa sin la otra: entre ambos mundos hay una conexión bidireccional que roza lo divino. Escribes para entender, escribes porque tienes preguntas a las que no encuentras respuesta. En esa búsqueda el escritor crea situaciones y escenarios en los que da vida a historias y personajes. Estos tienen miedos, traumas, cosas que les apasionan y otras que les espantan; pasado y recuerdos, mochilas pesadas que arrastran tras sus pasos. Te sientas a escribir días y semanas hasta que los personajes adquieren vida propia y ellos tejen sus historias, actúan de una forma u otra a su antojo. Entonces sucede que ya no hay nada realmente meritorio, tampoco capricho ni azar: quien escribe no es más que un espectador atento que se encuentra día tras día frente al teclado del ordenador para anotar con todo detalle lo que está sucediendo frente a sus ojos. Hasta que algo cambia en el curso de tu vida, algo nimio o clamoroso, y eso se cuela en la historia de los personajes reflejándose en sus pasiones y miedos, su forma de mirar y de actuar.

"Madame Nadie habla del duelo y el amor, también del dolor físico y de la dependencia que puede provocar una sustancia que de un primer vistazo tacharías de inofensiva"

Me encontré con el título en una columna de Isabel Coixet. En el verano de 1956, Marilyn Monroe se encontraba en Londres rodando El príncipe y la corista cuando llegó a sus oídos que estaba en la ciudad la psicoanalista Anna Freud (hija de Sigmund Freud) pasando consulta. Marilyn, una mujer a la que su infancia y sus relaciones con los hombres la habían convertido en una criatura desvalida y frágil, no dudó en probar suerte. A lo largo de esas sesiones, de las primeras cosas que le confesó fue que cuando reservaba en un hotel y quería hacerlo de incógnito se ocultaba bajo el pseudónimo “Madame Nadie”.

Madame Nadie habla del duelo y el amor, también del dolor físico y de la dependencia que puede provocar una sustancia que de un primer vistazo tacharías de inofensiva, un medicamento suministrado a través de una receta médica. La forma en la que los opioides se cuelan en la vida de sus víctimas parapetándose en una bata blanca, cómo ese dolor y ese sufrimiento se transfiere a quienes conviven al lado de quien lo padece. De lo que nos cuesta desprendernos de algo a lo que nuestro cuerpo se ha acostumbrado, lo que es vivir bajo ese tormento: la crueldad de la dependencia. Cómo son los días, las semanas y los meses con el suelo rompiéndose bajo tus pies. Cómo es el camino de vuelta, si acaso hay camino de vuelta. De nuestros claros y sombras, la parte que nos acompaña en silencio y que nunca enseñamos a nadie. Es una historia de amor como otra cualquiera; o lo que es lo mismo, como ninguna.

"Enfrentarme a un mismo documento durante nueve meses ha sido un viaje revelador en el que una vez llegas a casa ya no eres el mismo"

Enfrentarme a un mismo documento durante nueve meses ha sido un viaje revelador en el que una vez llegas a casa ya no eres el mismo. He pasado días y noches sentada frente al ordenador sin escribir una sola palabra. He sentido la desesperación y el miedo arañando la puerta; he pasado de la euforia a la duda, de la duda a la angustia y ahí me he encontrado de golpe con el entusiasmo. He leído a Javier Marías y Annie Ernaux; a Natalia Ginzburg, Marguerite Duras y José Saramago. He saltado de Paul Auster a Leila Guerriero. He tenido en mi mesilla de noche a T. S. Eliot y Sylvia Plath; a Miguel Unamuno y Lope de Vega. Una, dos, tres veces pensé en dejarlo, en posponerlo un tiempo en el que las palabras salieran a flote por sí solas, sin necesidad de buscarlas. Pero días más tarde, siempre algo casual —un encuentro, los primeros acordes de una suite de Bach, el asfalto empapado bajo nubes moribundas— arrastraba mi cuerpo de nuevo frente al escritorio. Cuando arrancaba a escribir ya no lo hacía por convicción, sino por necesidad, y entonces entiendes que justo ahí algo ha cambiado: te reconoces en ese fumador que con la colilla de un cigarro, se enciende el siguiente.

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Autora: Mónica Pérez Sobrino. Título: Madame Nadie. Editorial: Círculo de Tiza. Venta: Todoslibros.

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