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Me llegará desde el mar

Me llegará desde el mar

En 2024, el nombre de Carmen Rotger ha levantado el vuelo en nuestras letras por derecho propio: si a principios de mayo se alzaba con el el IV Premio Internacional de Poesía Ciudad de Estepona, hace escasas semanas recibía el Premio Biblioteca Fundación Antonio Gala por su novela Decir amigo. Además, formó parte de la decimoctava promoción de esta última institución, y hoy se encuentra como becaria en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En Que se contradicen, su primer libro de poemas, encontramos (o nos encontramos en) un sueño contado en sesenta y seis fragmentos en prosa, que se engarzan y forman un único cuerpo, como las cuentas de un collar.

La voz narrativa resulta obsesiva, repite la misma historia una y otra vez (al menos, las mismas imágenes o familia de palabras, con un aire al núcleo de sentido que sostiene la estructura de los Ejercicios de estilo de Queneau: taberna mozárabe, mar, parque, treinta y dos manos, mesa, olíbano, matrioshka, Año Sabático, con o sin argumento, un pintor, un filósofo, una anciana, un niño de doce años, Todos Los Hombres, terapia, tobogán, botellón, Vaso de agua, una caligrafía historiada), y lo hace como si la curación por medio de la palabra (¿será esta la pócima reclamada en el poema?) fuera aquello que nos levanta. La taberna mozárabe marca el comienzo onírico, donde más que percepción hay una memoria serpentina. Diríamos que el tiempo de la percepción es rígido, sus límites son inexorables; sin embargo, la memoria posee unos límites elásticos, difusos.

"Carmen Rotger escribe una conversación caracolada con la voz del mar, que trata de hacer visible la memoria, como si la recapitulación pudiera fundamentar un relato objetivo"

Uno se acuerda de «El perseguidor» de Cortázar, cuando el personaje de Johnny llega a la conclusión de que todo lo que estaba rememorando podría durar treinta y cinco minutos: ¿cómo pueden caber estos en dos minutos y treinta segundos de su viaje en metro? Este tiempo del metro podría ser la historia, en cambio, las rememoraciones de Johnny son la memoria. Se aprecian dos tiempos distintos que no son inmediatamente compatibles. En nuestro caso, el metro sería el libro de Carmen Rotger, cada parada sería uno de los fragmentos, y nos permiten hacer un cálculo aproximado de lo que resta de viaje. El tiempo de Johnny posee una temporalidad implícita entre dos ahoras, pero ese tiempo implícito no se puede hacer explícito: esos treinta y cinco minutos no se pueden hacer reales, la temporalidad originaria de Que se contradicen tampoco –¿reprimida?, ¿inaccesible?–. Por eso, debe soñarse, de ahí que la voz advierta de que «el discurso no es racional, sino musical, y que hay que bailarlo» (p. 35).

En ese pólemos arrebatado (¿estoy sola?, ¿no lo estoy?, ¿película con o sin argumento?, ¿me caigo o me tiro?) que es Que se contradicen, Carmen Rotger escribe una conversación caracolada con la voz del mar, que trata de hacer visible la memoria, como si la recapitulación pudiera fundamentar un relato objetivo, una conexión interna en la historia de una vida que se frustra porque pellizca un sueño –y esto lo vuelve genial–. Así, el anuncio que llega desde el mar es sereno, hasta en lo más grave, como supo Odiseo al percatarse de que «la muerte me llegará desde el mar, muy serena, ya que me alcanzará vencido por una tranquila vejez, y en mi entorno las gentes serán felices» (Odisea, XXIII, 280). Entonces: «A veces vuelve del mar una mujer, y nosotros nos alegramos porque seguimos esperando» (p. 74).

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Autora: Carmen Rotger. Título: Que se contradicen. Editorial: Pre-Textos. Venta: Todos tus libros.

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