Hay libros que cuentan historias y libros que cuentan la historia de los contadores de historias. Para quienes disfrutamos de Chacal, Odessa y esos bestsellers que nuestros padres dejaban amarillear en los rincones, asomarse a las memorias de Frederick Forsyth es una invitación a aparcar la nostalgia de otros tiempos y zambullirse de nuevo en ese pasado de micros y espías, de humo y gabardinas, de copazos de coñac y telex como si aún estuviera al alcance. El intruso (Plaza y Janés) abre la puerta y nos permite entrar de nuevo allí como si ese mundo estuviera esperándonos.
Forsyth es periodista y novelista y por ello no ha hecho unas memorias al uso sino a la medida de ambos géneros, construyendo pequeños relatos independientes de cada etapa de su vida. Del periodismo aporta la precisión y la agudeza; de la novela, el tono, la capacidad de crear un personaje de sí mismo; y del espionaje, la tercera ocupación que ejerció bajo la cobertura de las anteriores, la capacidad de dosificar la información.
La historia y la ficción están llenas de espías por amor y de espías por dinero, por un sueldo, pero Forsyth nos descubre otra gran motivación: y es el espionaje por pasión, por devoción a dos causas que saca brillo por igual. Una es su patria, la Gran Bretaña de la que hoy se enorgullece porque ha abrazado el camino del Brexit. Y otra es la verdad.
Los capítulos más apasionados y al mismo tiempo amargos del libro, donde la edad actual (tiene 79 años) no ha borrado el recuerdo del empuje y la entrega que vivió en aquella juventud, son los que desmenuzan su etapa en Nigeria. Forsyth tenía menos de 30 años, había cubierto ya la vida surrealista al otro lado del muro de Berlín y los intentos de asesinato de De Gaulle desde París. Trabajaba entonces para la cadena pública BBC en el país africano, donde el Gobierno apoyado por Londres acorraló a los rebeldes hasta generar la hambruna de Biafra.
El Foreign Office armaba al Gobierno de Nigeria y quería apoyo a su versión oficial: ningunear el desafío de los rebeldes y las consecuencias de los terribles asedios. Y el joven Forsyth molestaba con su intención de describir los ojos salidos de las cuencas, los cuellos flácidos ante la falta de nutrición, las barrigas hinchadas de esos niños que no recibían comida. El enfrentamiento fue tal que abandonó la BBC y saltó a la arena de un periodismo free lance que le permitió rápidamente —pero con dificultades— publicar en otros medios la realidad de Biafra.
Fue en esos tiempos, durante un viaje a Londres, cuando un hombre misterioso se le acercó y le propuso una cobertura paralela a la de la prensa: enviar al MI6, el espionaje exterior británico enfrentado entonces a Downing Street en su visión de lo que ocurría en Nigeria, informes sobre lo que veían sus ojos, sobre lo que estaba pasando. Así abrazó una colaboración que se tomó como una lucha por divulgar la verdad, que no tardaría en eclosionar como un escándalo que puso por primera vez imagen a las hambrunas que podían azotar el mundo.
Son los capítulos más sentidos de su libro y de una vida de novela, ya que Forsyth lo ha hecho todo. Registra un enorme amor y agradecimiento a su padre, que comprendió que era un chaval diferente que no iba a estudiar una carrera sino que solo quería volar. Volar en sentido literal lo intentó, pero no le admitieron en la RAF y entonces optó por la otra forma de viajar: el periodismo.
El viejo lobo del periodismo y la novela, que ha sumado 75 millones de libros vendidos con sus bestsellers inspirados en acontecimientos que ha vivido o estudiado con minuciosidad, construye sus memorias con los recursos de la ficción: cada capítulo es un pequeño relato hilado con suspense, con ambición, con un hilo que engarza desde el principio hasta el fin. Y que engancha.
Leer El intruso es delicioso porque equivale a leer la apasionante historia de nuestro mundo a través de una vida sin duda especial. Forsyth tiene humor, tiene el sabroso espíritu británico y esa alma libre que le hace rechazar los caminos convencionales para labrarse el suyo propio. En este libro, el hombre que es Frederick Forsyth nos demuestra que a pesar de su éxito, él no es establishment. Sino un intruso.
Autor: Frederick Forsyth. Título: El intruso. Editorial: Plaza y Janés. Venta: Amazon y Fnac
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