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Méritos del artículo

Méritos del artículo

Hay que leer a Julio Camba. Es ese tipo de frases que intentan ser estimulantes recomendaciones pero de primeras causan irritación por la imposición que altera nuestra comodidad o nuestra dulce inopia. Pero sí, creo firmemente que es un autor que debe leerse o releerse de tanto en cuando si ya se conocía su obra. Es lo que uno iba pensando según leía la reciente publicación de dos recopilatorios de artículos de los años cuarenta del siglo pasado. Se prohíbe hablar con el conductor recupera un par de compilaciones «de títulos poco felices», según matización de Francisco Fuster en el prólogo, que ahora el editor y artífice de este libro, Javier Jiménez, se encarga de sumar a las ediciones anteriores que insuflaron aires de renovación a la literatura de Camba. Estas fueron Caricaturas y retratos, Crónicas de viaje, Galicia y Tangos, jazz-bands y cupletistas, por si alguno se decide a buscarlas, adelantándose a los acontecimientos. Hará bien dejándose llevar por la curiosidad.

Hay que leer a Julio Camba porque, a pesar de que algunos de los textos recogidos no hayan resistido bien la ironía —casi mordacidad sin necesidad de hacer sangre o simplemente opiniones que han quedado naturalmente anticuadas— que en su día seguramente provocasen afirmaciones silenciosas de quien los leyera, cabeceando y cerrando los ojos para recalcar «lo bien que esto se ha dicho», ahora son pasados por alto por otros que sí ejemplifican el talento que ha pasado por alto también a varias generaciones, en este caso por indiscutible gracia y calidad y por la influencia reconocida.

"Como la literatura periodística está condenada a morir y a resucitar cada día, cual hígado de Prometeo, quienes la han escrito han sido conscientes de su ser efímero"

Es uno de los maestros del articulismo en lengua castellana, junto con otros nombres próceres que lo acompañan siempre que se menciona el asunto. Si, además, uno se quiere unir a esas filas, es imprescindible que los lea a todos, por entero o en diagonal, pero sin dejarse a ninguno. Camba, hay que reiterarse, es uno de los que no falta. Pero todo esto, por mucho énfasis o intento de encontrar las palabras justas, es algo de sobra sabido por los expertos y por los que vengan atraídos por la soltura transmitida en su brevedad —el medio obliga— y la creatividad que aún rezuman sus textos. En ellos, la síntesis que un buen artículo debe tener por la mezcla de anécdota y reflexión que quiera añadirse, es tratada con absoluta llaneza, sin afectaciones. Como la literatura periodística está condenada a morir y a resucitar cada día, cual hígado de Prometeo, quienes la han escrito han sido conscientes de su ser efímero, algo que no impide hallar entre sus párrafos líneas que resultan de igual o mayor calidad que las de una novela o ejemplos más insignes.

"Camba quería pasarnos el testigo de una idea que pudiera haber quedado vaga y confusa, pero que nuestra lectura sería suficiente para completarla"

Se prohíbe hablar con el conductor, desde los perros que pasean a sus dueños hasta el cuidado que un hombre debe poner en su atuendo y apariencia, nos conduce en agradable paseo dominguero por las historias más raras de las que es capaz el ser humano, y el límite lo pone cada uno, por lo que un asombro se sucede tras otro. Además, es un muestrario para admirar la habilidad cambiana de sacar lustre literario a los pros y los contras de la civilización occidental en cuanto al uso estético de las barbas, de dar propina, del viaje perfecto de un billete falso, del vampirismo hollywoodiense de cartón piedra, y todo ese etcétera que al escritor gallego le inspiraba un folio y medio de comentario nostálgico y ocurrente.

Me gusta el detalle, repetido en casi todos los artículos, de los finales con puntos suspensivos. Quizá, de ese modo, Camba quería pasarnos el testigo de una idea que pudiera haber quedado vaga y confusa, pero que nuestra lectura sería suficiente para completarla. Tampoco para ponernos a prueba, pero sí con ese guiño a las risueñas capacidades para la torpeza o la resolución de las que como especie sabemos hacer galas o descosidos del roto.

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Autor: Julio Camba. Título: Se prohíbe hablar con el conductor. Editorial: Fórcola. Venta: Todos tus libros.

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