Para P., Profesora de Poesía
En 1979 yo sabía un poco de libros y nada de finanzas. Aun así me embarqué en una aventura de la que no me arrepiento, aunque me dejó en la ruina más absoluta. Cumplí mi sueño de abrir una librería, que decoré con fotografías de escritores, e inauguré aquella maravilla de solo 80 metros cuadrados que olía a papel nuevo y a historias viejas, y que me habría gustado llamarla, precisamente, “Mi hermosa librería”.
Tras algunos años de zozobra e inquietud para hacer cuadrar los números —mientras me hundía literalmente entre las cajas de novedades que si no vendía debía devolver a tiempo para que el implacable distribuidor no me enviara la factura—, aquella experiencia me dio al mismo tiempo la satisfacción de conocer todo tipo de lectores y de bregarme en un negocio que nació de mi lado romántico. Lo clausuré algunos años más tarde con la alegría de volver a disfrutar regresando a los demás santuarios de libros para reencontrarme con nuevas ediciones y autores desconocidos. Todos esos libros poblaban las estanterías de los otros sin el sufrimiento de que se estuvieran quedando a dormir demasiadas noches en los anaqueles de mi personal refugio de libros, en mi querida y hermosa librería.
Estos son algunos títulos que hablan de la experiencia de alguien que abre una librería, y de librerías que son míticas, como la de Shakespeare and Company. Libros que hablan de libros, que en estos tiempos de inquietud económica vienen bien para que los visitemos y nos ayuden a adquirir más en las maravillosas librerías.
Una selección de libros que hablan de librerías:
Shakespeare and Company. Silvia Beach. Ariel
Rue de l’Odéon. Adrienne Monnier. Gallo Nero.
La librería más famosa del mundo. Jeremy Mercer. MALPASO
Mi maravillosa librería. Petra Hartlieb. Periférica.
La librería ambulante. Christopher Morley. Periférica.
Nuestras riquezas: Una librería en Argel. Kaouther Adimi. Libros del Asteroide.
Rialto, 11: Naufragio y pecios de una librería. Belén Rubiano. Libros del Asteroide.
La librería. Penelope Fitzgerald. Impedimenta.
Una librería en Berlín. Françoise Frenkel. Seix Barral.
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Día del Libro 2025 en la Cuesta de Moyano
/abril 23, 2025/El 23 de abril, la iniciativa “Leer y oler”, en colaboración con el Real Jardín Botánico-CSIC, implica que, con la compra de un libro a los libreros de la Cuesta de Moyano se regalará una entrada para recorrer ese día el Real Jardín Botánico-CSIC.Completando la actividad, el jardinero, paisajista, profesor e investigador, Eduardo Barba, dedicará ejemplares de sus libros El jardín del Prado, un ensayo que recoge la flora de las obras de arte de ese museo, así como de Una flor en el asfalto (Tres Hermanas) y El paraíso a pinceladas (Espasa). Además, desde las 10 h, los alumnos…
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La maldición del Lazarillo
/abril 23, 2025/Al acabar la contienda mi abuelo purgó con cárcel el haber combatido en el Ejército Rojo: su ciudad quedó en zona republicana. Al terminar su condena se desentendió de mi abuela y su hijo y formó una nueva familia. Esto marcó a fuego, para mal, a mi gente. Hasta entonces mi abuela y sus hermanas regentaban un ventorrillo en el que servían vino y comidas caseras. Harta de soportar a borrachos babosos que, por ser madre soltera, la consideraban una golfa y se atrevían a hacerle proposiciones rijosas, cerró el negocio. Trabajó en lo que pudo: huertos, almacenes de frutas,…
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3 poemas de Marge Piercy
/abril 23, 2025/*** La muñeca Barbie Esta niñita nació como de costumbre y le regalaron muñecas que hacían pipí y estufas y planchas GE en miniatura y pintalabios de caramelo de cereza. En plena pubertad, un compañero le dijo: tienes la nariz grande y las piernas gordas. Era sana, probadamente inteligente, poseía brazos y espalda fuertes, abundante impulso sexual y destreza manual. Iba de un lado a otro disculpándose. Pero solo veían una narizota sobre unas piernotas. Le aconsejaron que se hiciera la tímida, la exhortaron a que se animara, haz ejercicio, dieta, sonríe y seduce. Su buen carácter se desgastó como…
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La galería de los recuerdos inventados
/abril 23, 2025/Cugat se situaba entre lo cañí y lo kitsch. Lo digo por el bisoñé que llevaba puesto y con el que incluso jugaba a que se le caía durante la actuación, entre el mambo y la rumba con decorados fucsia y pistacho. Lo que yo no sabía en aquellos primeros noventa es que Cugat venía de vuelta ya de casi todo: de los excesos, del lujo, de las luchas, de la vida interminable en hoteles, de varios matrimonios fracasados, de lucirse por toda la geografía estadounidense tocando sin cesar. Fue el hombre que desde el principio de su carrera tuvo…
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