Heat 2 (Harper Collins, 2022) es una novela que abarca los primeros años de vida de los personajes de Heat y una secuela que nos presenta su futuro. «Siempre tuve la intención de ampliar las historias que aparecían en Heat. Los personajes ya tenían vidas ricas y complejas antes de 1995, el año en que transcurría mi película», asegura Michael Mann.
Un día después del final de Heat, Chris Shiherlis (Val Kilmer) se encuentra escondido en Koreatown; está herido, medio inconsciente y tratando desesperadamente de escapar de Los Ángeles. Lo persigue el detective del Departamento de Policía de Los Ángeles Vincent Hanna (Al Pacino). Horas antes, Hanna había matado al compañero de Shiherlis, Neil McCauley (Robert De Niro), en un tiroteo bajo las luces estroboscópicas al pie de una pista del aeropuerto de Los Ángeles. Ahora Hanna está decidido a capturar o matar a Shiherlis, último superviviente de los hombres de McCauley, antes de que desaparezca de la ciudad.
En 1988, siete años antes, McCauley, Shiherlis y el resto de la banda recorren dando golpes la Costa Oeste, la frontera con México y, por último, Chicago; ganan dinero salvajemente y viven al límite. El detective de homicidios de Chicago Vincent Hanna, un hombre que no se ha reconciliado con su pasado, cumple con su vocación: la persecución de una banda ultraviolenta de asaltantes de viviendas.
Mientras tanto, las consecuencias de los golpes de McCauley y de la persecución de Hanna provocarán repercusiones inesperadas en una trama paralela a lo largo de los años posteriores a Heat.
Heat 2 sitúa a sus personajes, hombres y mujeres reales, vívidamente descritos, en mundos por completo nuevos: desde las entrañas de organizaciones criminales rivales en Sudamérica hasta los cárteles transnacionales en el sudeste asiático. La novela nos muestra las vidas de todos ellos, que en el universo de Heat se enfrentarán a nuevos adversarios en circunstancias letales más allá de todos los límites.
Michael Mann
Es director, guionista y productor, cuatro veces nominado al Óscar y dos veces ganador del Emmy, y uno de los más innovadores e influyentes cineastas estadounidense.
Ha escrito, dirigido y producido numerosos largometrajes, películas para televisión y series premiadas y aclamadas por la crítica. Galardonado con los más prestigiosos premios del sector, actualmente vive en Los Ángeles.
Meg Gardiner
Es autora de dieciséis novelas merecedoras de múltiples premios y excelentes críticas. Su obra de género negro ha estado en las listas de best sellers tanto de los EE. UU. como internacionales y ha sido traducida a más de veinte idiomas.
Exabogada, ha sido además tres veces ganadora del popular concurso televisivo Jeopardy! y presidenta en dos ocasiones de la asociación Mystery Writers de América. Vive en Austin, Texas.
TOMBSTONE, VAL KILMER
“I’am your Huckleberry”, por todos los diablos que nunca había oído esa frase; claro, vi la película doblada. Ni tampoco “you are a daisy”. Me topo esas expresiones por todos lados de la Red al poner en el buscador Val Kilmer, que requiescat in pace.
Sí, celebro que la prensa, global, lo conmemore en vez de pasar de puntillas sobre su fallecimiento; lo reseño porque soy de los que opina que era un notable intérprete. Al mismo tiempo soy consciente de que para no pocos espectadores resultaría más bien estridente, con el tornillo pasado de vueltas. Disiento, porque tampoco me resultan desaforados Brando, O’Toole, Pacino, De Niro, Bardem y demás; lo defiendo con prudencia, puesto que nos movemos en el terreno de la desmesura, lo dionisíaco.
Ciertamente el Doc Holliday de nuestro hombre es hybris pura: se está muriendo lentamente, y el actor lo explota para tocar teclas próximas al exceso, rozando lo valleinclanesco. Estoy muy acuerdo con él en que fue su mejor trabajo, digno de premio de la Academia, incluso protagonista.
Por una serie de circunstancias volví a ver Tombstone (vaya nombre para un lugar en el que “vivir”) hace sólo unas semanas, y me gustó más que en su día. Asimismo encontré los elogios de Pan Cosmatos, del nivel de Pacino y De Niro, que leemos estas fechas en “los papeles”.
Aprovecho a mi vez para alabar la Forma de este largometraje, frente a la del Wyatt Earp de Kasdan & Costner, que tiene el mismo fondo/historia. En el realizador griego hallamos mucha “pintura” en la colocación de la cámara. Por añadidura mueve ésta (sin alcanzar el plano secuencia) continuamente para seguir a los personajes, acercase o alejarse de ellos; siempre con suavidad, tanto que si no prestas mucha atención no lo percibas. Sí, en plan Fritz Lang, Otto Preminger, ¡palabras mayores! Un ejemplo des el desplazamiento junto con la carreta de los Earp hacia la ciudad de nombre lapidario: sin brusquedades, elegante.
Mi favorito de esto es desde luego la toma siguiendo a Brocius, harto de grifa, perdón de opio chino, colocado (no me refiero a su posición anatómica) hasta las cejas. La cámara acaba elevándose con una grúa, hasta un plano cenital (uno de mis predilectos), con el objetivo de que el pistolero extático (de droga) aúlle a la Luna y dispare contra ella: nuestro director compone una gran imagen, en movimiento (kinema).
Y no se crean Vds. que es la única. Constantemente contemplamos planos generales, con enfoque profundo (otra de mis querencias, casi monotemáticas), no sólo de la ciudad & paisajes, sino de los interiores: más bellos lienzos. Es aftístico, y coadyuva a la narración. Forzando un poco el asunto, encuentro tomas generales de la ciudad, con gran profundidad de campo, que me traen a la mente la llegada de una diligencia a una pequeña ciudad del Oeste, en cierto largometraje del 39, de cierto director de origen celta … Planos generales y panorámicos al estilo de esos cuadros de David y del Romanticismo, en torno a batallas napoleónicas, o a él mismo; aunque detesto las tomas sólo de las patas de los caballos, ¡uf!, me resultan anti-hermosura.
Sí, quizás me he pasado varias poblaciones de La Frontera, porque Yorgos no es un G. Stevens, Wyler o Lean, pero no es manco en la técnica.
Sigo con los encomios … Asimismo muy buen recurso a los primeros planos, que claro, nos llevan a Sergio Leone; pero no, no duran tanto, aunque su eficacia narrativa es total. Aquí destaca sobremanera nuestro actor, pero no sólo él, sino Boothe, Biehn, S. Lang (me he visto en la necesidad de buscar su nombre en imdb.com, ¡glub!). Evidentemente cuando los intérpretes alcanzan ese ápice, de calidad, hay que apuntar al que se ubica detrás de la cámara, así que Pan (no me refiero al dios griego, aunque podría por lo dionisíaco de su producto) en plan Wyler. Brocius está alunado (dispara a ésta), Ringo (no Duke) zumbado, Clanton majareta, Doc … ¡se me agota el diccionario de sinónimos!; todos ellos están de sobresaliente, puesto que la matrícula de honor es para Brando. No creo que la selección del reparto la ejecutara nuestro realizador (fue llamado a última hora), pero él es responsable de controlarlos, de cortar de plano general a primero, de medir el tempo, ¡chapeau!
En una vena totalmente subjetiva apostillo que me resulta muy agradable la fotografía en general, con esa placentera combinación de colores, tirando a brillantes (fajines de Los Vaqueros), que “entran muy bien por los ojos” … atenderemos a lo que manifiesten los pintores. En ese acierto incluyo las vestimentas, y todo ese aparataje de pistolones, cananas y carabinas, de tan vistosa presencia; a los chavales les encantará.
Contamos como extra con una aparición especial (cameo, que dicen los entendidos) de Heston. Esto me sorprendió en su momento, por la escasas duración y relevancia de Chuck en la trama, pero ¡algo percibiría en el proyecto! Considero que acertó, al igual que con el mayor Dundee.
Otro más, guiño para cinéfilos es sumar al elenco a Harry Carey jr., un profesional fordiano y dukiano, que p.ej. estuvo en el Desierto, con los Centauros.
Toda la parte de rayos y truenos, en la esa noche trágica de atentados contra las señoras, Virgil y Morgan … Las tomas en torno a la muerte del último son lenguaje cinematográfico de pro. Estética en la construcción, generada por gran Visión para el encuadre.
No nos olvidamos de las escenas de acción, más de El Salvaje Sam que de Leone: de nuevo vocablos grandes. En el O.K. Corral: planos generales, americanos, primeros, guiño de Val (idea suya) y empieza el infierno. Cine, y más cine, donde los diálogos se ubican en un segundo nivel, por debajo.
Respecto a esa escena en el largometraje de Costner, pues, ¡ejem!, se encuentra borrosamente archivada en mi mente: indicativo de la (no)impresión que me causó. En fin, el mismo Fondo, pero diferente Forma, ¡lo lamento Kasdan!
En otro orden de cosas, considero un acierto ese vídeo de un minuto en la Red de Redes, donde sus compatriotas rememoran/agasajan a Kilmer, ¡con el momento del duelo letal entre él y Biehn! Es una escena llena de irrealidad, de pesadilla, de imagen desmesurada concebida (supongo) por Cosmatos, no por el guionista. El alejarse de la mimesis es para mi muestra de su Arte.
Val tenía reputación (merecida) de camaleónico, en su presencia física, y en sus acentos (he de comprobarlo, porque le he escuchado doblado: lo remediaré), así p.ej. El Santo. ¿Demasiadas alabanzas?, bueno no son tantas, y creo que las merece, las merecen los dos.
“I’m your Huckleberry”, “You are a daisy”: Nunca te acostarás sin saber una cosa más; de hecho tampoco había oído “lunger” para un tuberculoso, que deduzco proviene de los pulmones hechos polvo, de Doc en este caso.