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Mickey 17 o las vidas no vividas del cine americano

Mickey 17 o las vidas no vividas del cine americano

Hay decepciones que duelen más que otras. La de Mickey 17, nuevo film estadounidense del surcoreano Bong Joon-ho, ganador del Oscar por Parásitos, es de las que fastidian de verdad. Con Robert Pattinson interpretando a un trabajador prescindible que es clonado múltiples veces como mano de obra barata, la película del director de The Host y Snowpiercer parece más preocupada por coleccionar motivos distópicos que desarrollar adecuadamente una o dos de sus premisas. Porque sí, por Mickey 17 se pasean tantas ideas como fotocopias de Robert Pattinson, desde una comedia romántica hasta una de enredo y un psycho-thriller, pasando por una parábola ecologista, además de —por supuesto— un film de ciencia ficción en clave de sátira política.

"Basándose en el libro de Edward Ashton, Bong Joon-ho amaga todos los caminos y géneros posibles"

Estamos en el futuro y la colonización de un lejano planeta helado requiere de abundante mano de obra prescindible. Y Mickey, deseoso de salir del planeta por cuestiones más personales que otra cosa, decide que el riesgo merece la pena. Lo que sucede a continuación es un embrollo en el que Mickey 17 —sí, para entonces habrá muerto 16 veces— será dado por muerto y se convertirá en la clave de la supervivencia humana… y no tan humana.

Basándose en el libro de Edward Ashton, Bong Joon-ho amaga todos los caminos y géneros posibles en un film que hereda cierta exuberancia tonal puramente surcoreana vista en The Host, Memories of Murder u otra producción internacional suya como Snowpiercer. Pero como blockbuster americano que es, el director parece más preocupado de la siguiente metáfora o alegoría social que por desarrollar algunas de sus promesas, amparándose en el humor para satirizar a Trump en la figura de un pésimo Mark Ruffalo, perdiendo parte del significado existencial de la odisea de Mickey. Si en Snowpiercer el relato funcionaba como colección de vagones, con las distintas vidas de Mickey no sucede tanto.

"Mickey 17 no es un mal film, es un voluntarioso intento de armar una narrativa diferente y estimulante en un cine norteamericano amodorrado en su propia crisis cultural"

Mickey 17 se aproxima por eso a Okja, otra fábula esta vez fallida del director, de la que por cierto repite uno de sus motivos visuales y temáticos principales y también el despiste de algún otro intérprete norteamericano. Cuando Bong Joon-ho intenta recuperar su película con la parábola de las vidas no vividas de Mickey, la obra está ya hinchada de postales sobre el colonialismo, el capitalismo, la colonización cultural, la experimentación científica, el control de masas, la ética de comer carne en un mundo presuntamente desarrollado, el capitalismo como religión y más. Demasiada tela como para mantener la emoción y la tensión en la parábola existencial y social interesantísima que anida en la película y el entrañable y atontado Mickey, al fin y al cabo el centro de la historia.

Mickey 17 no es un mal film, es un voluntarioso intento de armar una narrativa diferente y estimulante en un cine norteamericano amodorrado en su propia crisis cultural. Y como ensayo de tal cosa, resulta vistosa, entretenida y simpática, por mucho que su voluntad de hacer un resumen del cine de su director perjudique el resultado. Si Bong Joon-ho hubiera considerado el cuadro de las distintas relaciones de Mickey (o los Mickeys) con su entorno el centro del largometraje, el resultado podría haber sido muy distinto. Lo que finalmente nos llega es una curiosa comedia negra y distópica con una excelente factura visual que trata de abarcar demasiado y que nos recuerda el poder del cine como arma de entretenimiento y fabulación social.

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