En aquella casa aprendí a leer. Mientras mi madre y mi abuela zurcían nuestros calcetines, se afanaban con laboriosos nidos de abeja o arreglaban los uniformes del colegio, yo me echaba boca abajo en el suelo, sobre aquellas recias tablas de madera, y leía hasta que me destrozaba los codos, hasta que el hormigueo de … Sigue leyendo Mientras espero tu novela
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