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Mientras regresa la vida, de Miguel Barrero

Mientras regresa la vida, de Miguel Barrero

Este volumen recopila las Notas al margen que Miguel Barrero empezó a escribir tras el confinamiento por el Covid-19 y que ha ido publicando con periodicidad semanal en Zenda. Concretamente, aquí aparecen las comprendidas entre 2020 y 2021.

En Zenda reproducimos el prólogo de Mientras regresa la vida (Eolas & menoslobos), de Miguel Barrero.

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En el margen de los márgenes

En marzo de 2020 llevaba tres años y medio publicando en la revista cultural Zenda una columna semanal desprovista de cualquier adscripción temática ni más normas de las que yo mismo quisiera imponerme. Por lo general, procuraba desarrollar en aquella sección cuestiones que se relacionaran, aunque fuera sólo vagamente, con la actualidad literaria del momento, siempre desde la perspectiva de quien escribe a sabiendas de que aquello que teclea en el ordenador será leído por otros: es decir, asumiendo los postulados periodísticos que aconsejan una cierta amenidad y un vínculo más o menos evidente con la realidad circundante. Es cierto que alguna que otra vez me permití circunloquios que atañían a querencias exclusivamente privadas que hasta habrían podido tildarse de excentricidades —merodeos a propósito de la poesía mística o de la literatura medieval, por poner dos ejemplos que ahora mismo me vienen a la mente— y que en varias ocasiones aproveché aquel rincón para perfilar crónicas viajeras —la mayoría, si no todas, recopiladas en el volumen Siempre de paso (Pez de Plata, 2021)—, pero en todo caso fueron excepciones a una manera de proceder que se mantuvo relativamente firme a lo largo de todo un cuatrienio.

"TPensé entonces que quizá tuviera sentido conceder a éstas el espacio del que carecen habitualmente y convertir mi rincón en Zenda en una especie de cuaderno"

Esa determinación comenzó a flaquear cuando, como consecuencia de la pandemia coronavírica, las autoridades competentes decretaron aquel confinamiento domiciliario que nos mantuvo encerrados entre las paredes de nuestras casas durante cerca de tres meses. El espectáculo inesperado e inverosímil de la vida interrumpida hizo que cualquier cuestión ajena a la crisis sanitaria —no en lo que se refiere únicamente a la coyuntura que se generó de un día para otro, sino también en lo que atañe al modo en que afectó a las circunstancias íntimas y personales de cada cual— resultara ociosa o prescindible, si no directamente frívola y hasta grosera en función de cada caso. En esa tesitura, la obligación —y escribo el término en cursivas porque fui yo, insisto, el único que me la impuse— de entregar un artículo cada semana comenzó a adquirir un sesgo contradictorio: por una parte, muchas veces me resultaba complicado detenerme a pensar, en una situación como aquélla, en un tema capaz de suscitar al menos un leve interés entre los hipotéticos lectores de mis columnas, dado que lo único que nos interesaba a todos era saber cuándo y de qué forma podríamos salir del caos en el que nos hallábamos; por otra, ese compromiso me obligaba a abstraerme durante unas horas y abría la puerta a una evasión que consumaba sólo a medias: al revisar los artículos que publiqué en aquellos meses, compruebo que unos cuantos se referían de manera directa a la pandemia y a lo que podría esperarse de ella, a las debilidades que evidenciaba y al equilibrio precario en el que comenzaba a sostenerse nuestro porvenir. Con todo, a medida que avanzaron los meses y se alcanzó aquel estado que se llamó «nueva normalidad» y que era en realidad una anormalidad institucionalizada y asumida de modo general, continué sintiendo que aquella sección que llevaba mi firma dejaba de tener sentido, o más bien era yo quien experimentaba cada vez más dificultades para encontrárselo.

También comencé a extrañar determinados hitos de la cotidianidad a los que nunca había prestado demasiada atención y que se comenzaron a revelar fundamentales en aquellas semanas en las que se abolieron nuestras rutinas. Hubo casos abundantes de escritores que redactaron diarios pandémicos —algunos, muy notables— en los que daban cuenta de su estupor, y también de las tareas o las lecturas con que entretenían aquellas horas pobladas de vacío, o diseccionaban los sentimientos contradictorios que les inspiraba el hecho de saberse a merced de un enemigo que era invisible y del que ni siquiera sabíamos bien cómo defendernos. Creo que los movía la vocación de dejar una constancia personal de la excepción, el propósito de consignar que durante un periodo de tiempo que no fue muy largo visto en perspectiva, pero que se nos hizo eterno mientras duraba, lo que una vez fue normal dejó de serlo y vimos cómo se nos escurrían entre los dedos muchas de las cosas que habitualmente damos por consabidas. Pensé entonces que quizá tuviera sentido conceder a éstas el espacio del que carecen habitualmente y convertir mi rincón en Zenda en una especie de cuaderno donde semana tras semana fuese dando cuenta de aquello que sucede en los márgenes que van quedando alrededor del trabajo, de la escritura, de la vida.

"Así nacieron, a la vuelta de aquel verano, las Notas al margen que he venido publicando desde entonces, semana a semana y sin interrumpirlas más que durante el mes de agosto"

Así nacieron, a la vuelta de aquel verano, las Notas al margen que he venido publicando desde entonces, semana a semana y sin interrumpirlas más que durante el mes de agosto, por aquello de regalarme a mí mismo un pequeño descanso y concedérselo a quienes tienen la generosidad y la paciencia de seguirlas. Este libro recoge las comprendidas entre aquel mes de septiembre de 2020 en que decidí echarlas a andar y diciembre de 2021. Aparecen tal cual vieron la luz por vez primera, aunque he querido despojarlas de los titulillos que les pongo por mantener una suerte de fidelidad a su apariencia periodística y reunirlas en este libro con un aspecto más acorde con lo que realmente son: anotaciones en el margen de los días. Al revisarlas ahora con un vistazo muy general, me he percatado de su heterogeneidad: se entremezclan en ellas breves apuntes de lectura, impresiones viajeras, glosas de recuerdos y conversaciones, reflexiones o preguntas acerca de temas que estaban de actualidad en aquel momento y que en algunos casos han quedado ya olvidados. Su compilación presenta, no obstante, una extraña coherencia en lo que atañe a sus extremos: este libro comienza con un maestro que obtiene su primer destino en el Pirineo aragonés y concluye con la defenestración y el resarcimiento póstumos de un poeta. Entre una y otra anotación no media más, ni menos, que el transcurrir del tiempo.

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Autor: Miguel Barrero. Título: Mientras regresa la vida. Editorial: Eolas & menoslobos. Venta: Todostuslibros.

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