Parker Brothers insistió por activa y por pasiva que el autor de Monopoly fue Charles Darrow, el que “casualmente” negoció con ellos la licencia del juego. Por desgracia para el gigante de los juegos repetir una y mil veces una mentira no la convierte en realidad. Aunque muchos de los políticos actuales sigan intentándolo.
Déjenme que les cuente la historia (muy bonita, como todos los cuentos con moraleja) de la (falsa) historia de la creación de Monopoly. El protagonista se llama Charles Darrow; la fecha, inicios de los años 30; el marco, la gran Depresión. Nuestro hombre estaba desempleado, como muchos, y se tropezó en la calle con un mendigo al que con gran sorpresa reconoció como un viejo compañero de escuela. La sorpresa fue mayúscula cuando, por lo que él sabía, las cosas le iban muy bien y era un empresario de éxito. El mendigo le confesó que era un apostador compulsivo, y que los juegos de azar le costaron su matrimonio. El crack del 29 castigó duramente sus finanzas, y exacerbó su vicio, hasta el punto que lo perdió todo. Absolutamente todo. Y contaba el bueno de Charles que, con lágrimas en los ojos (y un punto de locura) su amigo terminó su relato afirmando: “Lo he perdido todo, pero algún día, seré dueño del mundo,y todos tendrán que reconocerlo.” A raíz de este encuentro (o desencuentro, llámenlo como quieran), a Charles se le ocurrió un juego de especulación y finanzas, en el que uno pudiera hacerse rico o arruinarse. Lo llamó Monopoly, y lo patentó el 31 de diciembre de 1935. En homenaje a su amigo, el nombre de las calles de su primera edición eran las calles auténticas de Atlantic City, ciudad de casinos, alter ego de la costa este de Las Vegas, donde tanto dinero perdió su antiguo compañero de escuela.
La historia es bonita, con moraleja, y durante un tiempo figuraba con muy parecidas palabras en el interior de las cajas del juego. Lástima que sea más falsa que un euro de madera.
Déjenme que les cuente otra historia, quizá tanto o más ejemplarizante que la anterior: Tiene como protagonista a una mujer, Elizabeth (Lizzie) Magie Phillips. Estamos a finales del siglo XIX, y es una mujer con mucho carácter, firme defensora del movimiento por el voto de la mujer y con grandes inquietudes intelectuales. Seguidora del economista Henry George, contrario al monopolio de tierras por considerarlo perjudicial para la economía, crea un juego “The Landlord´s Game” (el juego del Terrateniente) que patenta en enero de 1904 (fíjense en la fecha, por favor) y en el que trata de explicar de manera gráfica las teorías de George. Los jugadores inician el juego con la misma cantidad de dinero, moviéndose por un tablero de casillas siempre en la misma dirección, en un recorrido cuadrado. Un jugador con suerte o más avispado podía acaparar muchas tierras, dejando con poco o nada a sus rivales… los cuales, en un momento determinado, podían votar por pasar al “sistema antimonopolio”, en el que aparecían reglas (leyes) evitando la especulación excesiva, con ganancias más equitativas para todos los jugadores. Siempre según Henry George, la aplicación de leyes antimonopolio evitaría especulaciones que pueden desembocar en crisis económicas (en ese ejemplo concreto, las burbujas inmobiliarias ¿les suena?) Es un juego que tuvo poco éxito, todo hay que decirlo. Lo de que voten contra ti cuando vas ganando para que entonces nadie pueda ganar no gustó a nadie.
¿Y como terminan los dos cuentos? Parker Brothers llega a un acuerdo con Charles Darrow, que gana así un pequeño porcentaje con cada ejemplar del juego vendido… y así se hace millonario, que muchas migajas acaban haciendo una montaña más grande que un pastel entero. Con la fama del juego, nuestra amiga Lizzie pone una demanda contra Parker, que se resuelve con un acuerdo amistoso: Parker publicará igualmente“The Landlord´s Game”. Pero lo hace tarde y mal, y el juego no tiene ningún éxito, ni siquiera auspiciado por el “gigante” Parker. Además, el juego tiene cierto tufillo izquierdoso que no gusta nada, a la nueva América que está surgiendo.
Parker Brothers no reconoció la autoría original de Lizzie como precursora del Monopoly hasta que perdió una larguísima demanda (1975-1986) contra el juego “Anti-Monopoly” de Ralph Anspach, que argumentaba que si el juego de Lizzie había pasado a ser “Public Domain” pasados treinta años de su patente nunca renovada, (como argumentó Parker) Darrow no tenía ningún derecho a patentar su propia versión, demasiado similar a la anterior para considerarse un juego original…
Como en otras cosas, todo se solucionó a golpe de talonario: Hasbro adquirió tanto Parker como la pequeña empresa de Anspach. Toda una ironía capitalista…
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