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Monstruos. La historia de Lyle y Erik Menéndez (Netflix): incesto y dinero

Monstruos. La historia de Lyle y Erik Menéndez (Netflix): incesto y dinero

Quizá menos contundente que la primera entrega dedicada al célebre Jeffrey Dahmer, la nueva antología de Ryan Murphy y Netflix, Monstruos. La historia de Lyle y Erik Menéndez da similares muestras de genio televisivo. Con un tono más juguetón y menos árido, la nueva miniserie de nueve capítulos comienza con un relato de crimen igual de sórdido pero, digamos, más extrovertido: los hermanos Lyle y Erik Menéndez, hijos de un magnate del entretenimiento y pertenecientes, por tanto, a la élite de Hollywood, se dedicaron a quemar la herencia y vivir la vida durante un buen puñado de meses hasta dar con sus huesos en la cárcel por el asesinato de sus padres.

"Murphy encuentra la oportunidad de dar rienda suelta, de nuevo, a su retrato grotesco de las distintas formas de la masculinidad tóxica"

Si Dahmer cebó su impunidad en su escasez de recursos y las clases más desfavorecidas, Murphy centra su atención en un recurso muy querido por él: el grotesco desfile de máscaras de unos musculados hermanos de incestuosas pulsiones homosexuales. Hay que sobrepasar la mitad de la serie para que se produzca un cambio de registro destacable, cuando el creador de American Horror Story descubre nuevas versiones y puntos de vista en el drama familiar con una serie de supuestos abusos parentales nunca demostrados que interrogan al espectador sobre la condición de víctimas y verdugos de los protagonistas.

La historia de Erik y Lyle Menéndez suma así capas de complejidad a un relato nunca del todo cerrado, dando pábulo a un extraordinario, amenazante y humano Javier Bardem (su monólogo en el cementerio durante el sexto capítulo es impresionante) que sabe disfrutar de la ocasión brindada. Murphy encuentra la oportunidad de dar rienda suelta, de nuevo, a su retrato grotesco de las distintas formas de la masculinidad tóxica, esta vez evocando para sí al célebre American Psycho de Bret Easton Ellis al abordar sin complejos el desfile de lujo y marcas que enriquecen la vida de los pequeños Menéndez. Y lo hace a costa de olvidarse bastante de la vía abierta por Henry. Retrato de un asesino, buscando ocasiones para pasárselo mejor.

"Su visión de Los ricos también lloran resulta en cierto modo complementaria a la mugre de la serie dedicada a Dahmer"

Aunque la segunda entrega de Monstruos se refugie en la ya muy estirada crítica a la amoralidad de las clases adineradas, su visión de Los ricos también lloran resulta en cierto modo complementaria a la mugre de la serie dedicada a Dahmer. Más convencional y, desde luego, menos relevante que la primera entrega, quizá más cercana a lo realizado en sus otros relatos de American Crime Story, Monstruos. La historia de Lyle y Erik Menéndez es de todas formas un ejemplo de tempestuoso hit de Netflix y Ryan Murphy, donde las pretensiones sensacionalistas y gusto por el camp del autor se atemperan adecuadamente con la gravedad de los temas tratados. El resultado es, aunque cueste decirlo, un buen y —sí— divertido entretenimiento.

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