Oraciones cortas que apuñalan. Que asfixian, que aniquilan. Que nos dejan mudos. Osvaldo Soriano tenía mucho que decir en 1974, pese al estilo escueto narrativo pero contundente y efectista que caracteriza No habrá más penas ni olvido para graficar parte de la tragedia argentina. Una novela convertida en el muestrario de frustraciones del argentino que sufrió alguna vez la manipulación del dogma político y la violencia discursiva ideológica.
“Tenés infiltrados”, el inicio del relato de poco más de cien páginas. Una mecha que espera el fósforo. Un conflicto resumido en Ignacio Fuentes, delegado municipal de origen peronista, acusado de marxista por Suprino, el secretario general del peronismo local y por Guglielmini, el intendente. Cada uno irá ocupando un lugar que trasvasará el que tuvieron en una especie de búsqueda de verdad siempre esquiva: en defensa de su puesto, el acusado se atrinchera en la delegación para resistir a los tiros junto con Mateo, su mano derecha; el agente de policía García (que tendrá varios ascensos para comprar su lealtad) un placero y el borracho del pueblo. Se suma un fumigador que tira un pesticida desde una avioneta.
El título tomado del tango de Carlos Gardel “Mi Buenos Aires querido,” con sus versos: “cuando yo te vuelva a ver/no habrá más penas ni olvido”, no es casual: Soriano debió pensar en que el texto nos eyectaría a ese pasado en el futuro, incluso hoy.
De gran repercusión en la postdictadura argentina, momento crucial de transición política y cultural, la obra fue tomada al inicio como pieza antiperonista de campaña cuando fue llevada al cine en 1983. Soriano ha aclarado, en más de una ocasión, que fue escrita en la localidad bonaerense de Capitán Sarmiento mucho antes y solo publicada en 1978 cuando el autor estaba en Europa. Cortázar fue uno de sus primeros lectores e hizo mucho para que viera la luz, primero en España y luego en Argentina.
Con la caída de la dictadura y el regreso a la democracia, y con los ecos del pasado fluctuando como virus en la sociedad argentina, No habrás más penas ni olvido se convierte en una especie de crónica literaria de ese proceso de asimilación, choque y reconstrucción. Con puntos de unión con el género negro, el texto explora los complejos caminos que toman dos personajes casi fellinescos en su simbolismo, involucrados en una puja ciega por el control de un pueblo, una espiral que los arrastra a una violencia desmesurada y absurda, acaso incomprendida para quienes son ajenos a la dinámica argentina de entonces, con estrechos espacios de poder que significaban mucho. “Soy peronista, nunca me metí en política”, dice Mateo, uno de los personajes entrañables —que Soriano debió haber amado construir— en resumen de la simpleza y complejidad del tema que se aborda. Un tema que “sin embargo, no tiene fin”, escribe José Pablo Feinman, tan peronista como Mateo, en el prólogo de la edición de Barlovento, Altamarea, que reseñamos.
Como el propio Soriano explicó en algún momento: “Perón iniciaría una implacable depuración de elementos izquierdistas de su movimiento. Utilizó una curiosa estrategia de gobierno: descalificó como infiltrados a aquellos a quienes todo el país conocía como peronistas, (…) y bendijo como peronistas a muchos advenedizos que habían contribuido a su caída en 1955”.
Uno de los que se alegraron por la caída del líder en el 55, como el personaje del martillero Guzmán en la novela, es ahora uno de esos advenedizos que van por la cabeza de Mateo.
“Poéticamente siniestro”, diría el autor para metaforizar la idea de que el movimiento peronista, que en esencia aspiraba a la unidad “del pueblo”, se dividiera en facciones opuestas que se destruían.
Durante el exilio, mientras le hablaban de que aquel seguía siendo considerado un libro antiperonista, Soriano reflexionaba y se defendía: “Tomo nota de las reservas […]. No obstante releélo: no hay tanta dureza con el General, más bien contra quienes creyeron que él era quien no era”, destaca en una carta de 1980 al periodista de Clarín, Eduardo Van der Kooy.
No habrá más penas ni olvido sigue siendo hoy el manifiesto sobre la lucha por el poder como tragedia humana, la fragmentación de la identidad colectiva, la involución de la militancia fanática de izquierda o de derecha, el poder menor como microcosmos del poder auténtico y el vaciamiento de los ideales con un humor mordaz y tono de tragicomedia. En la Argentina actual, pese a los esfuerzos por abordar la memoria histórica, aún conviven, increíblemente, las tensiones acerca del tratamiento y el revisionismo de la época de dictadura y sus secuelas. No sabemos si algún día llegará la reconciliación definitiva pero la novela de Soriano capta todavía hoy ese collage de un país dividido y atrapado sistemáticamente por su propia historia reciente.
—————————————
Autor: Osvaldo Soriano. Título: No habrá más penas ni olvido. Editorial: Altamarea. Venta: Todos tus libros.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: