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Mostrar los cimientos

Es conocida la anécdota del día en que el padre de Tavares llevó a su hijo a ver unos edificios que estaban construyendo. El pequeño Gonçalo esperaba tener que levantar la vista para ver altos armazones y grúas girando alrededor de ellos, pero en lugar de eso se encontró con hondos socavones que los bulldozers habían arañado en la tierra.

Tavares ha hecho una poética de esa necesidad de demorarse en los cimientos. No sólo en lo que respecta a su propia vocación literaria (en su ciudad, le recuerdan escribiendo desde joven en los cafés, perdido en obras que destruía en cuanto sacaba alguna lección narrativa de ellas, en un aprendizaje al que dedicó más de diez años de lucha en la sombra, antes de comenzar a publicar ya entrado en la treintena). También cuanto escribe está bien cimentado, sus obras son sólidas y llenas de espacios diáfanos, como si el celo en las tareas de encofrado no hubiera dejado tiempo a decorar los interiores.

"Tavares propone un ameno juego literario de cuentos cortos e interconectados, como en un minué en el que los diversos personajes se van pasando el hilo del relato hasta llegar al personaje central y su circunstancia, que dan título al libro"

Y es que Tavares no es pródigo con los adjetivos: le parecen un juicio de valor y a él no le gusta establecerlos. Su prosa no es la de un flâneur, todo lo contrario: es quirúrgicamente precisa en sus frases, que van paso a paso al fondo de la historia, sin contemplaciones. Hay escritores que, como Proust denunciaba en Balzac, escriben obsesionados con anotar lo que les ha sugerido la frase anterior. La obsesión de Tavares es otra. Lo que pueda decir en diez palabras no lo dirá en veinte, porque ese espacio que él gana se lo resta al poder de evocación de la frase y, en definitiva, a la imaginación del lector. A los aficionados al jazz (o a las metáforas jazzísticas) esta prosa les recordará la trompeta de Louis Armstrong: de una musicalidad esencial, simple en apariencia, pero de gran profundidad.

"Sin embargo, Tavares, a su manera, acaba cediendo a la tentación de Balzac. Pero es una manera bella, platónica, dilatada en el tiempo"

Partiendo de este estilo, en Mateo perdió el empleo, su última novela, Tavares propone un ameno juego literario de cuentos cortos e interconectados, como en un minué en el que los diversos personajes se van pasando el hilo del relato hasta llegar al personaje central y su circunstancia, que dan título al libro. Un profesor empeñado en seguir dando clases en una escuela en la que se acumula la basura. Un hombre conectado por un cable endeble a un motor pesado que debe acarrear de un lado a otro. Dos turistas extraviados en un laberinto porque los hambrientos nativos se han comido las migas de pan con que señalaban el camino. Un grupo de hombres que huyen en barca de una isla en la que se ha desatado la locura, sin darse cuenta de que cargan con la semilla de la demencia dentro. No hay situación inverosímil que Tavares no pueda explicar con naturalidad, no hay lógica que no pueda desarmar con evidencias tranquilas, del mismo modo en que la Alicia de Lewis Carroll encuentra extraño que un alimento no le haga aumentar o disminuir súbitamente de tamaño después de tomar otros que sí lo han hecho, Mateo comienza a desdeñar sus propios brazos a medida que se relaciona con una mujer sin extremidades superiores.

Sin embargo, Tavares, a su manera, acaba cediendo a la tentación de Balzac. Pero es una manera bella, platónica, dilatada en el tiempo. Consigue no anotar lo que le sugiere la frase anterior, se mantiene sobrio y respeta el espacio de evocación del lector. Pero, al final de su historia, cuando Mateo ha perdido su empleo, dedica un epílogo a reflexionar sobre lo que ha escrito. Nos habla de ideas respecto a las cuales sus personajes no son más que meras proyecciones en la caverna. El orden, la libertad y la locura eran los verdaderos protagonistas de esta historia y el alfabeto, los laberintos y las islas, su circunstancia. Acabada la función, comprendemos que Gonçalo M. Tavares ha logrado, con pulso narrativo firme, completar la experiencia vivida en su infancia: tras enseñarnos el edificio, tras conducirnos por sus diferentes apartamentos y presentarnos a sus inquilinos, nos ha llevado abajo, a contemplar los hondos cimientos.

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Autor: Gonçalo Tavares. Título: Mateo perdió el empleo. Traducción: Rosa Martínez-Alfaro. Editorial: Seix Barral. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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