Antonio Gala, fallecido este domingo a los 92 años en Córdoba, ha sido uno de los autores en español más leídos —y más reconocidos—, tanto dentro como fuera de España, un escritor, dramaturgo, poeta y ensayista de personalidad compleja, gran elegancia y vastísima cultura.
Hijo de médico, Luis Gala Calvo, y de Adoración Velasco, fue un niño precoz. Contaba él que con solo cuatro años escribió su primer relato, con cinco su primera pieza teatral, y a los 14 años ofreció su primera conferencia en el Círculo de la Amistad de Córdoba. Se licenció en Sevilla en Derecho y en Filosofía y Letras primero, y después estudió Ciencias Políticas y Económicas en Madrid, donde además se doctoró en Derecho. A aquella etapa universitaria pertenecen sus primeros poemas, que publicó en revistas. Y junto a amigos como Gloria Fuertes y Julio Mariscal, fundó las revistas Aljibe y Arquero de Poesía. Para agradar a su padre oposita a Abogacía del Estado, pero tras el esfuerzo y la presión paterna, abandona e ingresa en 1958 en los Cartujos de Jerez, donde estuvo casi un año hasta ser expulsado. Comienza entonces una etapa bohemia y trabaja en distintos oficios para ganarse la vida. Al volver a Madrid trabaja como profesor de Historia del Arte y de Filosofía en varios colegios.
Su obra poética, iniciada con Enemigo íntimo (1959), reconocido con el Premio Adonáis de Poesía, continúa con Sonetos de la Zubia (1981), Poemas cordobeses (1994), Poemas de amor (1997), Testamento andaluz (1998) y El poema de Tobías desangelado (2005), al que el propio autor consideraba su «testamento literario». Vive un año en Florencia, donde dirigió la galería La Borghese y, de vuelta a España, inició su fructífera carrera teatral con Los verdes campos del edén (1963), que fue Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca, a la que siguieron Los buenos días perdidos, que ganó el Premio Nacional de Literatura 1972, Anillos para una dama (1973), ¿Por qué corres, Ulises? (1975), Petra Regalada (1980), Samarkanda (1985), Carmen, Carmen (1988) y La truhana (1992).
En 1990 publica su primera novela, El manuscrito carmesí, con la que ganó el Planeta. Tras ella publicó La pasión turca (1993) y Más allá del jardín (1995), ambas llevadas al cine, La regla de tres (1996); Las afueras de Dios (1999); El pedestal de las estatuas (2007) o Los papeles de agua (2009).
Articulista prolífico, muchos de ellos fueron recogidos en libros, como «Mis charlas con Troylo» (1981) —Premio César González Ruano de Periodismo—, «Cuaderno de la dama de otoño» (1985); ‘La soledad sonora» (1991) o «La Tronera», título de su columna de El Mundo desde 1992.
Gala escribió también guiones para TV como Y al final esperanza y para series como Si las piedras hablaran (1985) o Paisaje con figuras (1995) y hasta se atrevió con una ópera, Cristóbal Colón. Hijo predilecto de Andalucía, era un gran experto en la cultura árabe en España, con títulos como Granada de los nazaríes (1992), Andaluz (1994) o el recopilatorio Córdoba de Gala (1993). Durante los años ochenta tuvo una intensa vida cultural. Fue presidente del Centro Español del Instituto Internacional de Teatro y presidente fundador de la Asociación de Amistad Hispano Árabe. Y en los noventa fue uno de los impulsores de la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI).
Gala también se ha significado en asuntos políticos. En 1986 participó activamente en la Plataforma Cívica, que propugnó el «No» en el referéndum contra la OTAN; apoyó la huelga general de 1988; en 1993 encabezó manifestaciones contra la Ley de seguridad ciudadana del entonces ministro del Interior, José Luis Corcuera y respaldó el Movimiento del 15M.
En julio de 2011 desde su columna en El Mundo reveló que padecía un cáncer de colon de difícil extirpación. Estuvo luchando contra la enfermedad, sin salir de su domicilio, hasta junio de 2014, cuando, muy abatido, se dejó ver en la entrega de los premios de poesía que llevan su nombre. Un año después volvió a acudir a la cita tras anunciar unos meses antes, en febrero de 2015, que estaba «libre del cáncer». El 20 de noviembre de ese mismo año, pronunció un emotivo discurso grabado que sonó a despedida, durante el acto de entrega de los Premios Turismo de Granada 2015. Gala, que no viajó a la ciudad nazarí debido a su delicado estado de salud, intervino a través de una grabación en la que confesó «sentirse en las últimas». Una de sus últimas apariciones públicas fue en abril de 2018, cuando asistió a la entrega de los Premios Loewe de Poesía, concedido a un antiguo becario de su fundación y gran amigo, Ben Clark.
En 2017 se había presentado Córdoba de Gala, una antología que reúne textos del autor sobre la ciudad andaluza extraídos de su obra literaria y que amplía la edición publicada en 1993 con el mismo título. En 2021 se abrió la casa-museo de Antonio Gala en la finca La Baltasara de la localidad malagueña de Alhaurín el Grande, donde residió el escritor, como centro cultural multidisciplinar con vocación internacional. Miembro de honor en la Real Academia de Córdoba de Ciencias y de las Bellas Letras y Nobles Artes (2008), posee el Premio de la Crítica, el Quijote de Oro 1972-73, el Premio Nacional de Guiones 1973, el Premio Medios Audiovisuales 1976, el Premio de las Letras Andaluzas 1989, el Max de Honor 2001 y el de Periodismo de la Asociación Pro Derechos Humanos, entre otros.
Muy buen artículo. Conciso y completo; anima a saber más sobre Antonio Gala y otros autores cuando se los menciona como parte de la vida de aquel. Es un gustazo terminar de leer con ganas de saber más porque el autor ha sabido provocar nuestra curiosidad.