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Murcia negra y criminal

Su primera incursión en el mundo de la novela data de 2020, cuando regalaba a todos sus lectores una biografía novelada, Un invierno en Filadelfia, de uno de los personajes más sabios, industriosos y, al mismo tiempo, controvertidos de todo el siglo XX en España: el ingeniero e inventor Juan de la Cierva que murió, tan tempranamente, en diciembre de 1936, tras el golpe de estado perpetrado por el general Franco. Controvertido, porque, aunque el juicio es unánime sobre su enorme contribución al progreso de la aviación civil y militar en el mundo, su nombre ha venido apareciendo como posible ayudante a la causa franquista por haber realizado la negociación para el alquiler del Dragon Rapide, asunto que aún está por demostrar, aunque la Ley de Memoria Histórica haya tomado sus decisiones a tal propósito.

Dos años después, en 2022, Fernando de la Cierva publica su primera novela de carácter policiaco, dejando atrás esa brillante etapa de biógrafo pasado por el tamiz de la ficción a la que nos tenía acostumbrados. Fue en ese momento, con su relato titulado Entonces supe que iba a morir, cuando crea a dos personajes que toman cuerpo y se convierten en una pareja indestructible, que se entiende, en sus pesquisas, con la mirada: el inspector Óscar Ramos y la subinspectora Isabel Fajardo —dos apellidos, por cierto, muy típicos de la Región de Murcia—, que se mueve, frente a los pálpitos del viejo y ya lejano Plinio de García Pavón, por golpes de intuición, amén de su denodado trabajo que no tiene días ni horas. La pareja, como esas otras, mucho más populares y conocidas de la novela negra de la literatura española de estos últimos lustros, como Petra Delicado y Fermín Garzón, en el caso de Alicia Giménez Bartlett, o Leo Caldas y Rafa Estévez en lo referente al malogrado y no menos genial Domingo Villar, funciona a la perfección, como un mecanismo bien engrasado, participando no sólo de la complicidad, sino, asimismo, de la disparidad de criterios en no pocas ocasiones, algo que sirve para darle mayor encanto y veracidad, si cabe, a la obra.

"Es, asimismo, la Murcia de la postpandemia, perfectamente descrita y bien definida por alguien que, por su oficio, tuvo que contar los muertos por decenas en los tiempos de la COVID"

La súbita y inesperada desaparición de un conocido médico, tras realizarse los consiguientes protocolos y las inevitables pesquisas policiales, nos lleva hasta la morgue de un conocido hospital que aparece aquí con su nombre y apellidos y del que, no por casualidad, el autor de la novela es, en la actualidad, director-médico de dicha institución. Así, de esa manera, echa a rodar un relato muy sugerente, bien construido, escrito meticulosamente, con un lenguaje suelto, con vocablos bien escogidos, aunque sin renunciar, cuando es preciso, a una terminología que puede resultarnos menos cercana.

La acción va desde noviembre de 2022 hasta julio de 2023, cuando, por fin, se resuelve el caso de manera brillante, cocido, dicho sea de paso, a fuego lento, sin precipitación alguna, sin dejar ni un solo cabo suelto, y, sobre todo, sin demasiadas concesiones al lector, sin demasiadas explicaciones y continuas aclaraciones, que es uno de los grandes defectos del relato policiaco actual. Se perciben los días templados del invierno en la ciudad de Murcia, así como los días tórridos, de luz cegadora, del verano en esta misma tierra. Murcia es el escenario elegido, y Fernando de la Cierva, como tantas veces se ha hecho en estos casos, aprovecha la ocasión que se le brinda, para hablar de gastronomía, para dar cuenta de sus principales arterias y de esa eterna cansera (“cansancio” en el dialecto murciano) que caracteriza a los habitantes de estos contornos que tienen por costumbre dejar lo más importante para mañana.

Es, asimismo, la Murcia de la postpandemia, perfectamente descrita y bien definida por alguien que, por su oficio, tuvo que contar los muertos por decenas en los tiempos de la COVID. Una sobrevenida enfermedad que nos ha cambiado a todos, y que ha cambiado, al mismo tiempo, la dirección del mundo, que ya no es lo que era.

"La novela de Fernando de la Cierva parece haber tomado debida nota y, de ese modo, logra un perfecto equilibrio entre la historia que se cuenta y el caudal lingüístico que se le aplica"

Alrededor de Óscar e Isabel, hay otros personajes de hondo calado, como algunos de los sospechosos del crimen, la esposa del desaparecido, Rosa Pradillo, o Rebecca Pearson, directora médica del Hospital Reina Sofía que mantiene un interesante pulso sentimental con el inspector Óscar, que, a sus cincuenta años, pasa por un nuevo bache anímico en su vida. Tampoco se echa de menos el papel de la prensa, siempre a la espera de noticias morbosas, en un caso tan llamativo que tiene lugar en una ciudad mediana en donde se sabe al instante.

En su último ensayo, publicado recientemente, Los bajos fondos del corazón: Las emociones en la novela negra, el escritor Eugenio Fuentes, uno de los autores más brillantes del género en España, dejaba claro que, después de mucho bregar a lo largo de los años, la novela policiaca ha logrado, por fin, un equilibrio entre los componentes narrativos y los estéticos, como si el lenguaje se hubiera limitado a ser, hasta hace bien poco, una herramienta auxiliar al servicio de la historia que se narra.

"El baile de los cuerpos olvidados es un depurado producto de la moderna novela negra española de estos últimos años, y en la misma se aprecia el denodado esfuerzo del autor por evitar a toda costa la superficialidad"

La novela de Fernando de la Cierva parece haber tomado debida nota y, de ese modo, logra un perfecto equilibrio entre la historia que se cuenta y el caudal lingüístico que se le aplica. Sin olvidar ciertos elementos “sociales” que, en cualquier caso, no puede eludir un escritor comprometido con su tiempo: el problema de los migrantes y las pateras, los pescadores muertos en un mar sin piedad, el sufrimiento de quienes les esperan sin esperanza alguna, o, en un tono algo menor, la escasa infraestructura con la que cuentan las comisarías españolas, representada por la de la calle Ceballos de Murcia, con sus paredes desconchadas y su oficinas en las que, dada su estrechez, no pueden reunirse más de dos personas para llevar a cabo una puesta en común sobre un determinado caso.

El baile de los cuerpos olvidados es un depurado producto de la moderna novela negra española de estos últimos años, y en la misma se aprecia el denodado esfuerzo del autor por evitar a toda costa la superficialidad, sin tener la necesidad de llegar a una complejidad extrema que siempre entorpece uno de los elementos básicos de la literatura y que no siempre se tiene en cuenta: el placer de la lectura.

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Autor: Fernando de la Cierva Bento. Título: El baile de los cuerpos olvidados. Editorial: Dokusou. Venta: Todos tus libros.

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