Nace Angelus Silesius

Pocos días pueden ser más oportunos, para la llegada al mundo de un futuro teólogo cristiano que el 25 de diciembre. Ése fue el caso de Johann Scheffer, quien habría de hacer historia con el seudónimo de Angelus Silesius, en la navidad de 1624.

Bien es cierto que no acaba de estar claro que fuera exactamente hace hoy justo 400 años. Lo que sí que consta en el registro de la iglesia de Santa Isabel de Breslau —capital de la Baja Silesia— es que fue bautizado allí, el 25 de diciembre de 1624, en el luteranismo, la fe de sus padres. Sin embargo, siendo como fue alguien siempre atento a las diversas confesiones en las que se debatía la Europa del siglo XVII, murió en la misma ciudad, en 1677, siendo católico.

"Podemos decir, por tanto, que Angelus Silesius fue hijo de un anciano. De ahí su orfandad cuando aún cursaba los estudios primarios"

Médico y poeta, amén de teólogo, el Ángel Silesio fue un polímata, como los sabios del Renacimiento. Pero su tiempo fue el barroco alemán y todavía es ahora cuando desde allí, su lírica “interpela” —que dicen esos infaustos políticos que pervierten cuánto exponen y pudren cuánto tocan— a nuestro ignominioso 2024.

Hijo de Stanislaus Scheffer, un soldado germano del rey de Polonia, su padre desposó a su madre cuando contaba 62 años y ella —hija de un conocido médico de la ciudad— tan solo 25. La vida entonces era más breve. Podemos decir, por tanto, que Angelus Silesius fue hijo de un anciano. De ahí su orfandad cuando aún cursaba los estudios primarios. Ya entonces, llamó la atención de sus mentores por su facilidad para el verso.

"Goethe y Rainer Maria Rilke encontraron inspiración en él, como Angelus Silesius la había encontrado, en sus días de lecturas profundas en Jakob Böhme, Maestro Eckhart, Juan Taulero, Blois o San Juan de la Cruz"

Doctores tiene la Iglesia. Dejemos la teología para quien le interese y vayamos con esos versos, cuya vigencia nos interpela acuciante. Bien es verdad que su lírica nació de su sed de vida “deiforme”, de su afán de misticismo, de las aspiraciones de su alma. Siendo médico de la corte del ducado de Oels (1649), bien retribuido por su trabajo, se dio a lecturas profundas y a la especulación entre la mística antigua y la moderna. Aunque el duque era luterano, estando a su servicio, el poeta comenzó a interesarse por el catolicismo. Pero lo que cuenta para estas líneas es la primera edición de Rimas espirituales: gnómicas y epigramáticas que conducen a la divina contemplación (1657). Llamada con posterioridad el Peregrino querúbicoQuerubín peregrino, en las primeras traducciones españolas— salió de la imprenta en 1657. Una de las cimas de la mística europea de su tiempo. Ángel Silesio la irá corrigiendo y ampliando en las ediciones sucesivas, mientras los luteranos ya lo tienen por hereje. Se convirtió al catolicismo en 1653.

Cuando los conflictos confesionales comenzaron a quedar atrás, el místico alemán comenzó a inspirar a unos y a otros. Goethe, Rainer Maria Rilke encontraron inspiración en él, como Angelus Silesius la había encontrado, en sus días de lecturas profundas en Jakob Böhme, Maestro Eckhart, Juan Taulero, Blois o San Juan de la Cruz.

"La belleza, sostienen los sabios, no obedece a razón alguna. Surge sin más y quienes la admiramos nos extasiamos ante ella"

Ya en el siglo XX, el 13 de julio de 1977 para ser exactos, Jorge Luis Borges pronunció una conferencia, bajo el lema de ¿Qué es la poesía?, en la que estuvo disertando sobre la belleza. El autor de Historia Universal de la Infamia (1954) acabó aquella intervención con el que, desde entonces, es el epigrama más célebre del alemán: “La rosa es sin porqué; florece porque florece”. Y desde entonces, esos versos parecen interpelar a todos esos políticos —profesionales de la infamia— que no cejan en su empeño de convencernos de que la mentira es verdad y de que no hay estética sin ética.

La belleza, sostienen los sabios, no obedece a razón alguna. Surge sin más y quienes la admiramos nos extasiamos ante ella. No tiene nada que ver ni con los derechos humanos, con la inalienable igualdad de todos los ciudadanos, o con el fascismo. Es subjetiva, diametralmente opuesta a lo común, a lo gregario. Cada uno la encuentra donde un cuerpo, una creación, una expresión… Lo que sea, estéticamente, le conmueve. No tiene que venir ningún político en busca de argumentos a sentar ningún canon. “La rosa es sin porque; florece porque florece”, un epigrama antiguo que interpela al discurso oficial de nuestro tiempo de mentiras y corrupciones. Así se escribe la Historia.

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