El 11 de marzo de 2018, el suplemento Crónica del diario El Mundo llevó a su portada al exalcalde de O Grove, José Alfredo Bea Gondar, quien posaba con las manos embadurnadas de harina y con un mandil en el que se podía leer una receta de «lacón con grelos». «Si yo no fuera creyente y tuviera un revólver buscaba al tipo y le pegaba un tiro en la cabeza. Como se hacía antes en el Oeste», le decía el exregidor de AP al periodista Javier Negre.
El «tipo» al que se refería Bea Gondar es el periodista Nacho Carretero (La Coruña, 1981), autor de ese trueno editorial llamado Fariña (Libros del KO, 2015), un tesauro documentadísimo, indiscreto y muy bien escrito sobre la Historia del narcotráfico en Galicia. En las 365 páginas de la obra, el autor menciona al exalcalde de O Grove en una nota al pie y en un párrafo:
«El coche, tal y como descubriría la investigación años después, estaba a nombre de Alfredo Bea Gondar: alcalde de O Grove, afiliado al PP (otro más) y procesado en 2001 por un alijo de dos toneladas de cocaína».
«Aquel junio de 1991 Orbáiz Picos se ofreció al cartel de Cali para traer 2.000 kilos de cocaína. Lo hizo a través de Alfredo Bea Gondar, alcalde de O Grove por AP en 1983 y 1991 (este último año ganó con mayoría absoluta después de haber sido acusado de narcotráfico, aunque duró dos días en el cargo), quien aceptó la propuesta y se puso en contacto con Manuel González Crujeiras, o Carallán, al que ya conocemos de su época como colaborador de Sito Miñanco. Diez años más tarde, en 2001, fueron todos procesados».
La Audiencia Nacional condenó a Bea Gondar a cuatro años de cárcel y a una multa de 600.000 euros por un delito de narcotráfico, pero el Tribunal Supremo revirtió la sentencia tras desechar e invalidar el testimonio de un testigo.
En enero de 2016, el exalcalde de AP demandó a Carretero y a Libros del KO por un presunto delito de «injurias y calumnias». Exigía —y exige— 500.000 euros, rectificación pública, difundir la falsedad de las afirmaciones y que su nombre desaparezca de la obra. En febrero de 2018, la juez Alejandra Pontana, de Collado Villalba (Madrid), acordó el secuestro cautelar de Fariña; pocas semanas después, ya en marzo, la misma ordenó la ejecución del secuestro, prohibiendo su reproducción y distribución. Ahora mismo, mientras escribo, el libro sólo se puede encontrar en Wallapop.
Qué ganas tenía de hacer esta entrevista.
P: En realidad, me gustaría que esta entrevista versara sobre su último libro, Nos parece mejor (Libros del KO, 2018), pero: 1) la actualidad, perdone el tópico, manda, y 2) aún no he recibido la obra.
R: (Risas) En primer lugar, te debería haber llegado y debe de estar a punto de llegarte. Forma parte de la colección «Hooligans Ilustrados», muy curiosa, muy artesanal. En ella, un periodista o un escritor usa a su equipo como hilo conductor para contar lo que le apetezca: su vida, sus recuerdos, sus reflexiones, la identidad, anécdotas… En Nos parece mejor hay muchas anécdotas, es un anecdotario. No necesariamente te tiene que gustar el fútbol o ser del Dépor, lo importante es disfrutar del relato.
P: Hace un tiempo, en la misma colección, Alfonso Armada publicó un libro utilizando al Celta como excusa.
R: Claro, tenía que haber un derbi (risas). Si la competición es de escribir, no tengo nada que hacer contra el maestro Armada.
P: Lamentablemente, lo acaban de despedir.
R: Sí, lo sé. En fin… Si la competición es deportiva, Dépor-Celta, tengo alguna opción.
P: Señor Carretero, ¿la verdad nos hará libres?
R: No lo sé (risas). Yo ya no lo sé… Confío en que, a largo plazo, sí: la verdad y la honestidad es lo que, a la larga, va colocando las cosas en su sitio. Cuando uno vive situaciones un poco convulsas, injustas, que no acaba de comprender, ayuda tener la cabeza fría y confiar en que el tiempo va colocando a la honestidad y a la verdad en su sitio.
P: Nada más abrir su primer libro, Fariña, me encuentro con la siguiente cita de Eisenhower, pronunciada tras liberación de Auschwitz: «Graben todo. En algún momento, algún bastardo se levantará y dirá que esto nunca sucedió».
R: No la puse refiriéndome específicamente al Holocausto, sino porque me parece muy definitoria de qué es y para qué sirve el periodismo, para dejar constancia, documentar la Historia. Fariña es un capítulo de la historia moderna de Galicia, también de España, oscuro. Fariña se añade a la amplia documentación que había en Galicia. El periodismo siempre cubrió con bastante acierto el narcotráfico. A esa constancia me refería con esa cita. Nunca pensé en que iba a calzar tan bien en una situación tan concreta como la que está viviendo el libro.
P: ¿Quién es José Alfredo Bea Gondar?
R: (Piensa) Bueno, no me quiero meter mucho en su definición porque el referirme a él no me ha dado más que problemas. Todo lo que tenía que decir o que me importaba decir ya lo dije en Fariña. Fariña recoge unos hechos probados judicialmente en dos pinceladas que se refieren a este señor. Él consideró que este ejercicio era una ofensa para él y, con todo su derecho, decidió demandarme. Lo sorprendente es que, en su petición de una medida cautelar tan desproporcionada como secuestrar el conjunto de la obra, la jueza le diera la razón. Nos sorprendió a mí y a la editorial, a la mayoría de lectores, de ciudadanos… Todavía no hay sentencia y confío en que ponga en su sitio a todo de nuevo.
P: La primera edición de Fariña ve la luz en septiembre de 2015; Bea Gondar le demanda a usted y a la editorial, Libros del KO, en enero de 2016. ¿Por qué el juez acuerda el secuestro cautelar del libro en febrero de 2018?
R: Hay todo un proceso burocrático que va retrasando el asunto hasta que toma esa decisión. Ni quiero ni sé meterme en asuntos judiciales. Por suerte, esto lo llevan las abogadas. Cuanto menos participo del tema, al menos, públicamente, más a gusto me siento. No le veo ninguna ventaja al enfadarme, opinar o al indicar cosas que me parecen irregulares o injustas. Le veo más beneficio al estar callado, respetar la discusión judicial y al confiar en que sea favorable, finalmente. Cuando todo termine, ya pondremos todos, la editorial, yo, quien sea, nuestras opiniones, nuestros recuerdos.
P: Los editores han dicho que el secuestro «pone en graves apuros la supervivencia económica» de Libros del KO.
R: Es que esto es una cosa muy fastidiada para la editorial. En todo este proceso, mucha gente se refiere a él como un márketing que nos viene muy bien. No puedo estar más cansado de oír frases como «te vas a forrar». Yo no soy hipócrita: admito que esta es una campaña de márketing muy grande, impensable para el libro, pero no la cambio por tener que estar viendo cómo, durante meses, tu trabajo está parado por una cosa tan nimia. Entonces, esa impotencia, esa frustración no se corresponde con esa supuesta campaña que nos iba a hacer. La única realidad es que el libro lleva parado desde febrero, que lo estará unos meses más, que supone un agujero económico para una editorial muy humilde, y que, por encima de eso, supone una incomprensión, una frustración gigante ver que tu trabajo es prohibido, está paralizado.
P: Vayamos al, permítame decirlo así, lado bueno de todo esto: lectores, escritores, libreros, periodistas, políticos… le han arropado de un modo maravilloso.
R: Sin duda, es lo más positivo de toda esta experiencia sentir ese apoyo. Cuando es desde fuera, casi parece una frase hecha, pero cuando lo recibes te das cuenta de que no, de que es una ayuda y da una energía tremenda sentir ese apoyo. En el caso del libro, parece significativo: la incomprensión, la sorpresa, el apoyo ha sido casi unánime. A diferencia de otros casos, que tienen más que ver con la censura artística, en los que la opinión está más dividida o politizada, en el caso de Fariña, la incomprensión ha sido bastante unánime y mucho menos politizada. Es verdad que hay gente que levantó más la voz y otra menos, pero, en general, nos encontramos una incomprensión unánime en España y eso, además de ser un apoyo, me parece significativo. Me han llamado abogados, fiscales, jueces diciendo que no lo entienden.
P: ¿Le ha manifestado su solidaridad algún cargo del PP?
R: Me han llamado de todos los ámbitos y colores, también del PP, por supuesto.
P: A Rajoy le gustó.
R: Sí, sí. De hecho, esa carta de felicitación de Rajoy me la mandó hace mucho tiempo. Se filtró a la prensa ahora, pero ni la editorial ni yo la filtramos. Mi intención nunca fue de que la carta fuese pública. Era una felicitación personal, como tal me la tomé y quedó guardada en un cajón. No me gustó que saliese a la luz. Pero sí me gusta aclarar que esa carta me la mandó Rajoy hace tiempo.
P: ¿Sabe qué es o, mejor dicho, fue la herramienta «Finding Fariña»?
R: Sé que el juez decretó que también había que cerrarla, y se acabó. Fue un gesto más de los libreros. Los libreros nos han apoyado desde el primer minuto. Al Gremio de Libreros de Madrid se les ocurrió una idea muy buena. Tenía más que ver con el simbolismo y con la protesta, era un símbolo. Pese a ello, la jueza decretó que se cerrara la aplicación y se cumplió. Se ve que Fariña no puede ser leído bajo ningún concepto, excepto por PDFs de WhatsApp. A mí mismo me llegan de vez en cuando.
P: ¿Es el del narcotráfico un problema que todavía se conjuga en presente de indicativo?
R: Sin ninguna duda. Tampoco hay que confundir lo que ha pasado por el libro con los oscuros tentáculos del narcotráfico.
P: No van por ahí mis tiros. Y no hay segundas en lo de «tiros».
R: (Risas) Ya sé que tú no me lo preguntas en ese sentido, pero me ha llegado esa sugerencia. El libro molestaba y la maquinaria se puso a funcionar… No. Es más sencillo: una decisión judicial difícil de entender. ¿El narcotráfico se conjuga en presente? Por supuesto. Ha cambiado: hoy, el negocio es muy potente pero es discreto, opaco, invisible. Los políticos no quieren acercarse a ellos. La sociedad gallega no les apoya. Son difíciles de detectar. Es una actividad muy poderosa en Galicia a día de hoy.
P: Cuando nos conocimos, me contó que, sin tanta ostentación, los narcos se hubieran hecho los dueños de Galicia.
R: Con más inteligencia, con más discreción y siendo conscientes de que no eran intocables, probablemente, el narcotráfico en Galicia hubiera penetrado definitivamente en las instituciones, habiendo estado muy cerca de hacerlo, especialmente, en la provincia de Pontevedra. Lo hubieran logrado. Sería un problema de tipo mafioso, mucho más difícil de extirpar. No llegó a eso gracias a la movilización de la sociedad gallega y, en consecuencia, de las autoridades, y por la sensación de los capos de ser intocables, que les llevó a exhibirse. Con más cabeza, les hubiera salido la jugada. Y hubo quienes tuvieron cabeza y quienes siguen siendo los capos. Conocemos a los que cometieron los errores.
P: También me dijo que el periodismo gallego «siempre ha estado a la altura» y que algunos periodistas sufrieron amenazas, recibieron palizas, encontraron «balas en el buzón». ¿Le han intentado amedrentar?
R: No. Me consta que hay algún clan, algún narco que está a disgusto, que no me tiene especial aprecio, pero estamos hablando de épocas muy distintas. En la época de los ochenta y los noventa, nombres como Julio Fariñas, Benito Leiro, Felipe Suárez, Manolo Rivas fueron gente que se jugó la vida por informar sobre el terreno, en una época en la que los capos, tanto contrabandistas como narcotraficantes, eran intocables, poderosos y violentos. Esa gente recibió amenazas. No es falsa modestia, y ahora pongo más énfasis en eso, por todo el ruido: siempre he reducido Fariña a una recopilación. Es fruto del trabajo de toda esta gente que estuvo jugándose la vida. En Fariña he cogido ese material, he localizado a los protagonistas, he hablado con ellos, y he dado al relato una forma más literaria que periodística, cuidando más la estética, empezando por la portada, sin perder el rigor periodístico. Fariña no se distingue por dar exclusivas, sino por poner orden a lo que ya estaba contado. Parece que he hecho el trabajo del siglo y que lo he hecho por primera vez…
P: Es que fue un bombazo. Va por la décima edición.
R: Si yo no le quito mérito al trabajo que hay en Fariña, porque creo que es un trabajo que en España tenemos pendiente: desacomplejarnos, sacar nuestras miserias, rescatarlas de las páginas de sucesos y llevarlas al estilo literario, sin perder el rigor periodístico, pero ¿por qué no explotarlas cultural y narrativamente? En España hay una cantidad de temas brutales que siempre hemos despreciado por verlos, no sé, normales o por avergonzarnos de ellos, cuando en otros países llevan años haciéndolo. Ese es un poco el camino que Fariña ha seguido y que puede ayudar a marcar.
P: No le han amedrentado; ¿le han querido comprar? ¿Le han ofrecido «todos los reinos del mundo y la gloria de ellos» a cambio de ponerse de rodillas?
R: No (risas), no ha habido ninguna reacción exagerada.
P: Vamos finalizando, señor Carretero. Hace unos días supimos que el Gobierno ha añadido 25 acontecimientos de excepcional interés público a la agenda del proyecto de Presupuestos. Destaca uno llamado «La Transición: 40 años de Libertad de Expresión». ¿Le han invitado?
R: No, de momento no (risas). No sé si me invitarán. Bueno, yo creo que no hay que perder la perspectiva de que España es un Estado democrático, un Estado de derecho donde hay libertad de expresión y libertad de prensa. Dicho esto, no podemos conformarnos. Es innegable que en los últimos años, y debido a reformas legales concretas y localizables, los jueces, que lo que hacen es aplicar la ley, no tienen especial interés en recortar libertades, pues es verdad que, debido a esas reformas, estamos viendo cosas que no corresponden a una sociedad madura. Vivir en una sociedad en la que todavía tenemos delito de ofensa religiosa, en la que el arte se puede interpretar como una ofensa, donde en una información periodística se puede interpretar un ánimo de injuriar, nos hace estar alerta y eso es bueno. Es decir, exigir no dar pasos atrás. Tampoco hay que pasarse de rosca: no estamos en una dictadura. Ese discurso, por excesivo, se vuelve contraproducente. Pero sí estamos viviendo capítulos concretos que a cualquiera que aspire a estar en una sociedad madura y moderna le tienen que preocupar. La libertad hay que defenderla cuando nos duele lo que oímos. Cuando estamos frontalmente en desacuerdo con lo que escuchamos. Yo decidiré qué hago con respecto a esa persona, qué considero, pero el Estado y la justicia no tienen nada que ayudarme contra esa persona porque a mí me moleste.
P: Mucha suerte para el próximo 21 de junio. Espero, de verdad, que le vaya muy bien, señor Carretero.
R: Muchas gracias. Yo creo que sí, que irá bien. No me queda más remedio que pensar en positivo (risas).
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