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Nacho López Murria: «Utilizo el fracaso para impregnar de energía a los personajes»

Nacho López Murria: «Utilizo el fracaso para impregnar de energía a los personajes»

Foto de portada: Amparo Balsas.

Chica conoce a chico en el avión que los conduce a París. Surge la química, intercambian números de móviles y cada uno se dirige a su destino: Ona a la boda de unos amigos y Leo a una fiesta muy loca que da título al libro. Típico arranque de una novela romántica, si no fuera por una nota discordante que alerta al lector atento, pues lo que les hace entablar conversación es que ambos leen una novela del mismo autor japonés: Kosaka. ¡¿Kosaka?!

Pronto se desvanece la primera impresión almibarada y se entra en un pasaje delirante poblado de personajes irreales y estrambóticos. Un bebé que muestra una conducta totalmente inapropiada a su corta edad, unos polacos que hablan cualquier idioma si antes consumen licores del respectivo país, una mendiga cantante clon de Edith Piaf, un hombre pájaro… Y, sobrevolando el cielo parisino, el archipsicomago Jodorowsky, que lanza una terrible maldición sobre los protagonistas.

París era una rave (Maclein y Parker, 2022) es la primera novela del polifacético Nacho López Murria (Valencia, 1987), que combina los oficios de actor y director teatral con la escritura de guiones. A los 18 años fundó CanallaCo Teatre, con la que durante una década llevó a cabo gran parte de su trabajo, Desorden (Disorder). Es guionista de ficción en La Caña Brothers, donde surgió Circular, la miniserie de terror juvenil para RTVE emitida en Instagram Stories. Su primera incursión literaria es un libro de pequeño formato, ligero y portátil, muy apropiado para refrescarse este tórrido verano.

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—¿Qué te ha llevado a la literatura tras dedicarte al teatro y al audiovisual?

—Desde muy pequeño soy un gran lector. A mi casa llegaban un montón de libros a través de Círculo de Lectores, mi padre siempre estaba leyendo y eso nos influenció a mi hermano y a mí. De adolescente tenía ideas para novelas juveniles, pero ahí se quedaron. Hace diez años empecé a tantear, hasta que con París era una rave me lancé a la piscina. Nunca he sido muy paciente y las novelas requieren mimo y mucha dedicación. Es por ello que creo que el ritmo atolondrado de la novela es parte de esa impaciencia que no me queda otra opción que abrazar, y utilizarla siempre que puedo a mi favor.

—¿Ha sido una experiencia gratificante?

"Jodorowsky, un personajazo. Toda su aura, la psicomagia, su Twitter, donde escribe frases motivadoras"

—Ha sido como viajar en un Blablacar y pinchar una rueda en el camino. Sabes cuál es el destino, tienes ganas de llegar, pero durante el trayecto te pasan mil cosas. En el proceso de revisión me di cuenta de que la novela tenía ciertas carencias. El viaje interior de los protagonistas estaba, la estructura estaba más o menos compactada, pero faltaba mucho mejunje, componer a Ona y Leo, dotarles de personalidad, decorar este París de locos. Me apetece mucho repetir e intentar controlar mis inseguridades y sobre todo la impaciencia. Tengo dos ideas entre manos. Una para aprender a tomarme los procesos con más calma y la otra para desahogarme y contar chorradas.

—¿Qué relación tienes con Jodorowsky? ¿Por qué lo elegiste de motor del relato?

—Conocía muy poco de la obra de Jodorowsky, había leído El Incal y poco más. Que aparezca en la novela es porque la premisa de una rave en un edificio de París donde Jodorowsky es el sufrido vecino… es auténtica. La historia me la contaron en una boda que se celebró en París, así que empecé a coger todos estos elementos para transformarlos en una aventura cómica llena de imprevistos. Me apetecía mucho escribir algo que transcurriera en otro lugar que no fuera Madrid ni Valencia. Después, hice trabajo de campo sobre la vida y obra de Jodorowsky, un personajazo. Toda su aura, la psicomagia, su Twitter donde escribe frases motivadoras. Sé que lo he caricaturizado un poco, tirando a bastante, pero lo he hecho desde el respeto.

Foto: Gloria Pico.

—La historia comienza como una comedia romántica y luego se convierte en un pasaje del terror surreal habitado por figuras extrañas. ¿Tuviste que fumar muchos porros para que surgieran esos estrambóticos personajes?

(Risas) Ni porros ni nada, solo vino, cerveza y comida. Me gusta mucho jugar, mezclar conceptos e intentar sorprender, y para ello tiro de la comedia como buenamente puedo. Para esta novela he recurrido mucho a mis manías, a romper con mis propios tópicos. Quizás en otro momento de mi vida toda la historia hubiese sido más naíf, pero en este caso quería ser libre, disfrutar del proceso con la idea de que para el lector fuera un viaje descacharrante. Todo el tiempo rondaba en mi cabeza esa previa al viaje en la que organizas todo al milímetro y lo tienes todo bajo control, y después cuando llegas al destino elegido todo sale mal: llueve, te entran cagaleras, no reservaste bien el hotel y no estaba en el centro de la ciudad… Pues aquí lo mismo, pero a lo bestia.

—La estructura del relato recuerda al diseño de un juego de mesa. ¿La concebiste sobre la marcha o a partir de un boceto previo?

"Me siento cómodo en lo urbano, en las historias que considero que van con mi generación. Últimamente, utilizo más el fracaso que vivimos"

—Me gusta que digas lo del juego de mesa, es igual que en Jumanji, ¿no? Al principio flipan, se asustan con cada sorpresa desvelada al ir avanzando sobre el tablero, luego llega un momento que normalizan las amenazas. Así que, sí, aunque tuviera parte del recorrido pensado, también fui un poco sobre la marcha. Como digo, a partir de la premisa real, fui moldeando la narración. Vi claro coger el cliché romántico de dos personas que se conocen por casualidad y se enamoran, y a partir de ahí, efectivamente, fue como ir lanzando dados al aire. Releerla durante las revisiones me vino genial para darme cuenta de que tenía que potenciar los estados de ánimo de Ona y Leo según las situaciones que iban viviendo.

—Además del amor y las relaciones humanas, ¿qué otros temas tratas con frecuencia en tu obra?

—No me verás escribir un drama político, aunque las ideas siempre están ahí, sean del género que sean, pero muchas veces pesa más el desconocimiento, el miedo a no estar a la altura sobre un tema específico. Me siento cómodo en lo urbano, en las historias que considero que van con mi generación. Últimamente, utilizo más el fracaso que vivimos para impregnar de energía a los personajes.

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Autor: Nacho López Murria. Título: París era una rave. Editorial: Maclein y Parker. Venta: Todos tus librosAmazonFnac y Casa del Libro.

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