Yolanda Guerrero es una escritora que ha permanecido “en silencio” durante años, no lleva ni una década deleitándonos con sus novelas. Esta es la tercera, donde brinda por el amor y la felicidad, una novela que te llena de “buen rollo” desde la dedicatoria.
Yolanda Guerrero nos ofrece una novela secuenciada en el tiempo. La comienza en 1945, cuando nacen ambos personajes. 1965 será el año del amor, 1966 el de la desesperación, las lágrimas y el hondo penar, un año para descubrir otras formas de vida mientras anhelas tu deseo. 1967 será el año de la esperanza frustrada, pero 1968 será el de la verdad, escondida tras el silencio, la mentira y la traición, pero si se anexa con la desgracia… La búsqueda de la verdad que cualquier persona necesita para entender su vida, porque sin ella no hay realidad y sin realidad no hay verdad. El resto de los años hasta la actualidad representan el placer que Yolanda Guerrero teje para que el lector no pueda evitar tomar partido por unos u otros personajes.
En 1965 Lisa descubre un Madrid en blanco y negro y Manuel una ciudad donde ser él mismo. Juntos se inician en otro mundo, pero apenas durante unas horas.
Ella quiere ser periodista, pero lo hará de la mano de su padre, Emil, y acomete su primer reportaje sobre los republicanos en Gibraltar; en su investigación se encuentra con Pepe Rebollo, la personificación de la maldad, pero con Suki descubre “otros mundos” y con Marisol la alegría y las ganas de vivir.
Manuel se va a vivir con Bobby, un extranjero recién llegado a Ronda, quien entre otras cosas le muestra las últimas novedades musicales y le ayuda a “vivir la juventud”. Después llegaría Vicente, que le abre el camino para iniciar su negocio.
Yolanda Guerrero hace una apuesta firme de cómo en familias rotas o desestructuradas también surgen buenas personas, equilibradas y sensatas, con capacidad para amar y perdonar.
En esta novela se utiliza una técnica más allá del realismo mágico; con sus personajes, en una España que entraba en el tardofranquismo a finales de los años 60, ubicándolos en momentos históricos reales, conviviendo con celebridades de la época que veraneaban en la emergente Costa del Sol. Es una novela con base histórica para sus personajes, de ficción o no, porque en Lisa se quedó el alma de la Yolanda periodista y luego escritora.
Como el título adelanta, Audrey Hepburn será la catalizadora de esta trama de amor entre dos adolescentes que pese a todas las penurias y desgracias no supieron, ni pudieron, ni quisieron olvidarse.
Los capítulos de la novela quedan hilados con las letras de los Beatles, bailando al son de sus acordes, para presentarnos un texto, con palabras nunca dichas, verdades ocultas, traiciones, amor, desamor, pundonor, abandono, tristeza y alegría, una novela como la vida misma.
Cuando el lector descubra lo que representa “cubrirse con el abrigo rojo”, se estremecerá pensando que la maldad no tiene fin. Trece años y medio con la verja de Gibraltar cerrada, de los que pasaron alejados físicamente alguno, pero unidos por un amor inquebrantable. Ellos le dejan a su hija Regina, narradora, el mejor legado: saber perdonar en aras del amor y aprender a vivir mirando hacia adelante, porque revolver un mal pasado solo puede traer rencor e infelicidad. Solo hay una vida para vivirla, y si es con personas buenas alrededor se hace plena. Acompáñala con la honestidad y podrás mantener tus principios, para ser feliz y dormir a gusto, que es lo que posiblemente haga Yolanda Guerrero después de crearnos esta novela que bien valdría una serie televisiva de mucho éxito.
Porque por muchas preguntas que le hagamos a la vida, lo que de verdad importa son las respuestas. El amor les volvió invulnerables porque nada, ni nadie y nunca, jamás, podrán con la fuerza de la buena gente, porque la buena gente es la única que aprende de los errores; se llama resiliencia, se llama vivir.
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Autora: Yolanda Guerrero. Título: El día que mi madre conoció a Audrey. Editorial: Plaza y Janés. Venta: Todos tus libros.
No conocía tu faceta de crítico literario, Feito. Deduzco tras lo leído que no le va la la zaga de tus otras facetas, tan provechosas, relacionadas con el mundo académico y deportivo.