Artículo de Publishers Weekly en Español.
Si lo pensamos un poco, todos los protagonistas de la industria editorial —escritores, editores, agentes, distribuidores, libreros, bibliotecarios…— tienen su propia gramática. La áspera y rugosa la enarbolan los agentes literarios. El asunto entre Andrew Wylie y la editorial valenciana Pre-Textos, a propósito de los derechos de la poeta y Premio Nobel de Literatura 2020 Louise Glück, es el último gran capítulo de una relación irresoluble.
Lo que ha pasado estas últimas semanas entre el agente literario Andrew Wylie y la editorial Pre-Textos, a propósito de los derechos de la Premio Nobel Louise Glück, recuerda el comportamiento de los virus de la gripe, cuya capacidad de adaptación ha permitido que todos los años se reproduzcan, causen severas enfermedades, pero no lleguen a matar al organismo en el que se hospedan. Es un axioma médico que los virus más perjudiciales acaban por desaparecer: dejan de existir cuando matan a sus contagiados. Un agente literario cruel puede contagiar de gripe a su editor, pero si lo mata, también él morirá, y no es tan tonto como para que su carga vírica acabe en eterna siesta bajo la sombra del ciprés.
Wylie, que tiene despachos en Londres y Nueva York, llegó a decir que era más limpio hacer negocios en el Congo que con los editores españoles. El chacal representa a más de mil escritores, muchos de ellos fallecidos. Entre los vivos hay importantes autores españoles. Louise Glück no ha dicho una palabra en mitad de este conflicto. No ha salido en defensa de su editorial española. No ha desautorizado a su codicioso agente, a pesar de sendas cartas certificadas que Pre-Textos le ha hecho llegar a Estados Unidos. Ahora se sabe que en el entreacto el chacal coqueteó con otros sellos y grupos españoles para ofrecer a su nueva Premio Nobel a cambio de contratos económicos más caudalosos que los que había firmado hacía años con sus viejos editores valencianos. Al cierre de esta crónica no se sabe quién saboreará ese caramelo envenenado.
En un ecosistema tan sensible como el editorial los virus son patógenos que acaban minando las fuerzas los días de invierno que anuncian su vuelta. Un editor pequeño, además, es un tipo sensible, no está hecho para duras negociaciones, desconoce el léxico de los grandes tiburones. ¿Qué futuro le espera en esos crueles despachos donde al minuto de sentarse un chacal te dice: Nada personal, solo negocios? “Me niego a editar poesía en hojas Excel”, le habría dicho yo.
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