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Nada (Tiempos de coronavirus 25)

Nada (Tiempos de coronavirus 25)

Soltar lastre y dejarse llevar por la marea. Aventurarse hacia el sinsentido de la nada. El capricho de las mareas, las corrientes interiores del agua, su lenguaje indescifrable como única rosa de los vientos.

El azote suave del oleaje arrancando de la quilla esquirlas de espuma —tan impetuosas, tan breves— es la única partitura del día. Escribirla debería ser el único objetivo del hombre. El resto habría de llegar por añadidura.

Todo es fugaz y eterno.

Ahora, y más tarde, es posible cualquier cosa, aunque nada se espera. Nada ha de llegar.

Nada.

"Como la nada no es nada, a nadie le importa. Nadie la echará de menos"

La palabra nada apenas se oye. Pronuncie usted «nada», ¿oye la nada? Si la nombra como debiera no tendría que escucharla. Ni sentirla. Es la primera palabra que desaparece del diccionario. Ante cualquier imprevisto, cae por la borda. Quizá se evapora. Como la nada no es nada, a nadie le importa. Nadie la echará de menos. ¿Quién puede tener añoranza de la nada?

La nada incomoda, la nada asusta. La nada es nadar en el océano, en un arroyo: no queda nada. Mientras se avanza se borra esa culebrilla blanca. Se engulle en sí misma. No existió, y si se pudiera regresar sólo sería un agujero negro del universo.

La nada cicatriza cualquier herida del alma, cualquier recuerdo, cualquier pretensión.

No hay constancia de la nada en ningún cuaderno de bitácora ni en agenda alguna. No hay sonido que se acerque a ella. Por eso asusta, por eso te estremece.

"Somos nada y vivimos entre la nada. La batalla diaria de proclamar un nombre, de construir algo, de diferenciarse, de anhelar es vana ilusión"

Qué recuerda usted de aquel día. Nada. Nos vamos convirtiendo en nada. La nada no es ni siquiera niebla. La niebla nubla, la niebla se expande, la niebla se encoge, la niebla también se espesa. También se calma. Se deshilacha. Se escapa y en seguida te abraza. La niebla ahoga y despoja, la niebla inquieta y amenaza. La niebla es traición y refugio. La niebla en tiempos de miseria también consuela. En cambio la nada se ríe de sí misma, de usted. Ante la nada no hay nada que hacer, nada que responder. Nada que decir.

Somos nada y vivimos entre la nada. La batalla diaria de proclamar un nombre, de construir algo, de diferenciarse, de anhelar es vana ilusión.

Hoy no siento nada. Me he entregado a la nada, a lo que la nada quiera.

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