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Nadia existe, Nadia no existe

Nadia existe, Nadia no existe

Nunca acabo de controlar los primeros pasos de mis novelas. Antes de tomar un solo apunte van surgiendo ideas que a veces se devoran entre sí, y que últimamente, en mis novelas más recientes, suelen estar muy alejadas unas de otras: mundos que parecen incompatibles, mundos que no parecen poder respirar el mismo aire. Entonces empiezo a manejar los hilos de los que penden, con el propósito de construir un escenario en que hacer posible su encuentro. La novela nace en ese momento. La novela es mi intento de crear ese escenario.

"Con Nadia, mi última novela, estos dos mundos que me fascinan son el de la Criminología del siglo XIX, y el del activismo político de los siglos XX y XXI."

En Asesino cósmico (2011), la novela consistió en crear el escenario en que conviviese una historia descabellada de ciencia ficción, llena de tiburones, vampiros y extraterrestres, con el mundo costumbrista de un pueblo pequeño, y con un lenguaje arcaizante, casi barroco, muy pausado, alejado del vértigo y la modernidad lingüística de un relato de ciencia ficción. En Y el cielo era una bestia (2014) los mundos que traté de unir fueron los de la criptozoología (pseudociencia que estudia a los críptidos, criaturas que no está del todo claro que existan), el de los literatos españoles de finales del siglo XIX y principios del XX (con Echegaray y Galdós a la cabeza) y el de los santos cristianos medievales, sobre todo a través de San Columba de Iona, también llamado Columbkill.

Siempre se trata de mundos que me fascinan, por los que siento un interés personal, una cierta curiosidad. Ese es mi criterio para escogerlos. Luego la novela consiste en asumir el reto de inventar puentes entre ellos.

Con Nadia, mi última novela, estos dos mundos son el de la Criminología del siglo XIX y el del activismo político de los siglos XX y XXI. El primero no necesita mucha presentación. La cabra tira al monte, y aquí meto mis narices en otra ciencia lejana y difusa, pues por aquel entonces la Criminología apenas está naciendo como ciencia, aunque ya tiene muy claro qué quiere ser de mayor.

Mapa frenológico de las facultades humanas.

Del segundo mundo, el del activismo político en las calles, me interesan sobre todo dos cosas. La primera: toda una serie de grupos que utilizan como arma la ironía, y no la acción directa. Gente que dice sí para gritar no. Gente que trata de ridiculizar al adversario y no de vencerlo, de poner en evidencia sus contradicciones. Gente que utiliza la farsa y el teatro como arma arrojadiza. La segunda: las identidades múltiples, los pseudónimos colectivos, como Karen Eliot, como Luther Blissett, como Pau Guerra, como Ariadna Pi, como Anonymous. Máscaras que permiten mostrarse en escena y a la vez esconderse entre bambalinas. Tácticas de guerrilla urbana que juegan con la invisibilidad, negándole al adversario un cuerpo al que atacar.

Kurt Jotter, del grupo Oficina de Medidas Insólitas de Kreuzberg, durante una acción en el puente de Kottbusser, en Berlín, 1987.

Estas dos líneas me han servido para trazar dos posibles rostros de Europa. Como todos los grandes proyectos, Europa tiene mil caras. Yo aquí trazo dos de las posibles historias subterráneas que podrían darle forma. La cita que cierra el libro, de Joseph Conrad, autor de la novela El corazón de las tinieblas, apunta en esa dirección.

"Nadia es la historia de una búsqueda, una indagación que tiene lugar a lo largo de una semana, y, a la vez, a lo largo de un siglo y medio"

Estos son los mimbres. Pero hay algo que quería hacer desde hace muchos años, y en lo que sólo he sabido centrarme ahora, con Nadia. Me refiero a un cierto gesto a la hora de plantear la continuidad de la historia y su relación con el tiempo.

Nadia es la historia de una búsqueda, una indagación que tiene lugar a lo largo de una semana, y, a la vez, a lo largo de un siglo y medio. Una persecución protagonizada por personajes casi de cómic, en un universo como de cuento. La cita que abre el libro, de Maurice Sendak, autor del álbum infantil Donde viven los monstruos, apunta en esa dirección.

No tengo mucha imaginación, así que suelo trabajar con material prestado. Los únicos personajes inventados de mi novela son mis cuatro protagonistas: Nadia Europa, Juan Doshermanas, Ariel Kempes y Circa Bonnekill. El resto, desde Franz Joseph Gall hasta Ariadna Pi, desde Cesare Lombroso hasta The Yes Men, desde Egas Moniz hasta la Oficina de Medidas Insólitas, el Comité Invisible, la Fiambrera Obrera, los Provo, los Yippies o los Neoístas, son identidades que existen o han existido, cada una a su manera. Mi idea con esta novela es sumar una nueva, la de Nadia: Santa Europa de Todos los Nadie.

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Autor: Robert Juan-Cantavella. Título: Nadia. Editorial: Galaxia Gutenberg. Venta: Amazon y Fnac

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