Peter Ustinov tocando la lira mientras Roma ardía. La imagen que el cine nos ha hecho llegar de Nerón es la de un emperador infantil y caprichoso. Pero este mandatario romano fue todavía peor: su obsesión con las conspiraciones y su afán por acabar con sus enemigos le llevaron a instaurar una época de terror.
¿Quién fue Nerón?
Nerón era hijo de Agripina la menor —hermana del emperador Calígula—, y de Cneo, un político romano que era nieto de Marco Antonio. Su gobierno duró 14 años, desde el 54 hasta el 68 d.C. Él fue el último princeps (Primer Ciudadano) de la dinastía Julio-Claudia, de la que formaron parte Augusto, Tiberio, Calígula y Claudio, una unión entre dos de las dos familias más poderosas de Roma, que permanecieron en el poder gracias a una política de matrimonios concertados entre ellos y adopciones hasta el suicidio de Nerón.
Nerón no estaba destinado para ser el César. El heredero era Británico, hijo de Claudio y de su tercera esposa Mesalina. Pero su juventud creaba inestabilidad en el débil gobierno del emperador. Por ese motivo decidió adoptar a Nerón y nombrarlo su sucesor, para satisfacción de su cuarta esposa, Agripina. Al final de su mandato, Claudio empezó a madurar un cambio en su postura y pensó en devolver el poder a su hijo natural, pero su asesinato frustró sus planes. Claudio fue envenenado, y su hijo Británico corrió la misma suerte poco tiempo después.
¿Fue cierta la leyenda negra de Nerón?
La mayoría de los documentos que han llegado hasta nuestros días hablan de la obsesión con sus enemigos, y de su crueldad a la hora de aplicar castigos. También ha trascendido la idea de que quemó Roma para poder reconstruirla. Tres personajes han sido decisivos para cimentar esa leyenda negra sobre Nerón: Tácito, Suetonio y Casio. Por contra Josefo denunció que todos esos ataques a Nerón eran promovidos por los flavios, la familia que anhelaba el poder que tenía la Julia-Claudia.
Curiosamente y como contraposición a esa imagen de tirano y mal gobernante, Roma vivió un periodo de esplendor bajo su mandato: venció al Imperio de los Partos, contuvo la rebelión de Britania, amplió las fronteras comerciales y consiguió mejorar las relaciones con los griegos.
De Nerón se ha dicho de todo: que incendió Roma para culpar a los cristianos, que envenenó a su padre adoptivo Claudio y a su hermanastro Británico, que mantenía relaciones sexuales con su madre… Lo que sí es cierto es que fue implacable con sus enemigos. Los primeros que probaron su puño de hierro fueron los miembros de la conjura de Pisón. Séneca —antiguo preceptor de Nerón— y el resto de acusados fueron obligados al suicidio en unos casos y ejecutados en otras. También Petronio —autor del Satiricón— sufrió la ira del emperador. Del 65 al 67 se vivió un clima de terror y traiciones que costó la vida a unos cuantos políticos e intelectuales. En los años sucesivos también fueron condenados y ejecutados otros tantos senadores sospechosos de traición, como Barea Sorano. También está probado que Nerón ordenó el asesinato de su madre, Agripina, y de su primera mujer, Claudia Octavia, hija de su tío Claudio, y que mató él mismo a su esposa Popea Sabina: según algunos testimonios lo hizo de una patada cuando estaba embarazada. Cuando los cristianos empezaron a ser reconocidos en el imperio gracias a Constantino, también contribuyeron a fomentar y ampliar la leyenda negra de Nerón, a quien llegaron a denominar como «El Anticristo».
¿Cómo murió Nerón?
El clima de terror que había creado con las persecuciones y delaciones se volvió contra él. No pudo contrarrestar el gran poder que estaban aglutinando Galba y Otón, y el senado decidió declararlo «enemigo público». Traicionado por la guardia pretoriana, Nerón emprendió la huida, pero a mitad del camino decidió suicidarse. Vuelve la leyenda, la que cuenta que sus últimas palabras fueron: «Qué artista muere conmigo». Quizás Roma no perdió un artista excepcional, pero sí un gran gobernante y gestor que desgraciadamente dilapidó su legado por su obsesión con acabar con cualquier posible enemigo, real o no.
¿Quién sucedió a Nerón?
Después de la muerte de Nerón llegó una época de incertidumbre y de luchas por el poder, conocida como «el año de los cuatro emperadores». Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano fueron designados sucesores de Nerón en el año 69. Los tres primeros vistieron el púrpura y los tres fueron destituidos de forma sucesiva. Vespasiano fue el vencedor en este periodo de anarquía política. Galba, víctima de la obsesión por la traición de su antecesor, murió asesinado por la Guardia pretoriana; Otón, destinado a traer la estabilidad política, no pudo hacer frente a las milicias rebeldes y se suicidó al tercer mes de su mandato; y Vitelio, que le arrebató el poder a Otón, llevó a Roma a la bancarrota en un tiempo récord, lo que le costó el trono y la vida. Vespasiano consiguió el grano de Egipto y aseguró así el abastecimiento de Roma, mientras su hijo Tito, amigo de Británico y futuro emperador, conseguía acabar con la rebelión judía. Comenzaba de esa forma a gobernar una nueva dinastía, la Flavia.
«Peter Ustinov tocando la lira mientras Roma ardía», Jodó. Amiga Paca, tiene usted una edad.