A finales de los años 90, leí dos libros de Yukio Mishima (Tokio, 1925 – 1970), tomados en préstamos de la biblioteca pública de Móstoles, Caballos desbocados (1969) y Después del banquete (1960). La primera de ellas me impresionó mucho y la segunda me gustó mucho menos que la anterior, y no leí nada más de Mishima. Hace unos tres años se volvió a despertar en mí el interés por la literatura japonesa, tras leer algún libro de Kenzaburo Oé, y aquí volvió la idea de regresar a Mishima. Cuando leí, en el siglo pasado, Caballos desbocados, me acerqué a ella y la disfruté como si fuera una novela autónoma y no parte de un conjunto. Por eso me llamó a atención descubrir que, al final de su vida, Mishima escribió una tetralogía llamada El mar de la fertilidad, y que Caballos desbocados era la segunda novela de la serie. Hace dos años, tras mis fiebres japonesas, Almudena —mi mujer— me regaló Nieve de primavera, primera novela de esta serie y, para lanzarme a leerla, antes contacté con el departamento de prensa de la editorial Alianza para ver si les parecía bien enviarme los otros tres libros y así poder leerlos y hacer reseñas de todos. A Alianza le pareció bien y me reservé el verano de 2024 para acercarme a esta extensa obra de la literatura japonesa del siglo XX.
Nieve de primavera es principalmente una historia de amor, cuyos protagonistas son Kiyoaki y Satoko. En ella, Honda hará de testigo. Como es de prever, no va a ser una historia de amor fácil; aunque, en principio, podría haberlo sido, serán «el orgullo y también los prejuicios» de los protagonistas los que lo impidan. Cuando en el colegio en el que trabajo comenté, a finales de curso, que iba a leer en verano esta tetralogía de Mishima, uno de mis compañeros, profesor de Filosofía y amante de la cultura japonesa, pero que desconocía la figura de Mishima, se animó y compró Nieve de Primavera. Lo empezó a leer antes que yo, y me hizo esta reflexión: le recordaba a Orgullo y prejuicio de Jane Austen. Aunque el desarrollo, y las intenciones narrativas, de Nieve de primavera acaban siendo diferentes a las de la novela de Austen, es cierto que uno de los núcleos narrativos que mueven la trama se debe al «complejo» (o «prejuicio») de Kiyoaki de ser dos años menor que Satoko, y pensar que ésta le ve como a un niño inexperto. El «orgullo» de Kiyoaki hará que el amor entre los dos se complique hasta tal punto que pueda ser un peligro para el futuro de la familia imperial de Japón y la reputación de sus dos respectivas familias. La clandestinidad que habrá de tomar el amor de Kiyoaki por Satoko, parece que satisface al joven más que el camino sencillo al que podía haber optado, ya que «Lo único que le parecía válido era vivir para las emociones, morir solo para resucitar, mermando o subiendo sin dirección ni propósito.» (pág. 26)
Cuando leí la novela Kokoro de Natsume Soseki, editada por Satori, el traductor y experto en cultura japonesa Carlos Rubio decía en el prólogo del libro que en Japón no hay novela del siglo XIX como tal, sino que durante la era Meiji (1868 – 1912) al poder viajar algunos japoneses a Occidente, ahí se empaparán de la novelística europea y el modelo será trasladado a Japón. De este modo, al leer a los grandes escritores japoneses del siglo XX es palpable la cercanía en las formas a las que el lector occidental puede estar acostumbrado. De esta forma, no es nada extraño pensar que Orgullo y prejuicio de Jane Austen pueda ser una influencia para Nieve de primavera. Además una de las escenas fundamentales de la novela, una escena de amor entre Kiyoaki y Satoko tendrá lugar en un rickshaw, un vehículo cuyo equivalente en Occidente sería un carruaje. Una de las escenas amorosas centrales de Madame Bovary de Gustave Flaubert también ocurre en un carruaje. Imagino que Mishima conocía esta obra y la escena de su novela es un homenaje a la de Flaubert.
Es importante recalcar que la novela comienza en octubre de 1912. Se considera que la era Meiji finalizó el 30 de julio de 1912, cuando muere el emperador Meiji. No es una casualidad que Mishima elija, para comenzar su tetralogía, justo el momento en el que la era Meiji ha finalizado. El periodo de 45 años (3 de octubre de 1868 – 30 de julio de 1912) que duró el reinado del emperador Meiji se considera una época de occidentalización del Japón clásico, donde Japón toma el modelo de Estado de la Prusia de Guillermo I.
Políticamente Mishima es alguien que se mostró contrario a la perdida de las tradiciones japoneses y al proceso de occidentalización del país. Una lectura atenta de Nieve de Primavera nos muestra algunos momentos en los que se ve este proceso. Por ejemplo, en la página 53 leemos: «Desde su más temprana edad, Kiyoaki había tenido que soportar las lecciones de su padre sobre los modales occidentales en la mesa. Su madre nunca se había acostumbrado al estilo occidental, y su padre aún se comportaba con la ostentación de un hombre ávido por parecer extranjero, por lo que era el único que comía con naturalidad y desahogo.»
Unos interesantes personajes secundarios del libro serán los llamados «príncipes de Siam», Kridsada y Chao P., que vienen de su país para estudiar en el colegio de Kiyoaki y Honda, y que se harán amigos de estos últimos, con los que se comunicarán normalmente en inglés. Los príncipes de Siam no están acostumbrados al frío y este contraste será repetido en el libro, ya que el frío y sobre todo la nieve serán fuente de belleza en la composición de las imágenes, pero también de presagios funestos sobre el futuro de los dos jóvenes amantes. En las primeras páginas de Caballos desbocados encontramos la siguiente metáfora: «He ahí una cara —pensó Honda— que nada conoce de la vida; un rostro parecido al de la nieve recién caída que ignora lo que le espera.» (pág. 49), donde Mishima está conversado con su anterior obra.
Estuve buscando información sobre la tetralogía El mar de la fertilidad en internet y he descubierto que las versiones que existen en español de los libros Caballos desbocados, El templo del alba y La corrupción de un ángel están traducidas de las versiones inglesas y no del japonés. Sin embargo, Nieve de primavera sí que está traducida del japonés directamente por Domingo Manfredi. De hecho, es la primera novela de Mishima que se tradujo al español directamente del japonés. El trabajo es correcto, aunque he tenido la sensación de que alguna frase estaba organizada de un modo un tanto retorcido. Como curiosidad, puedo apuntar que ya he empezado a leer Caballos desbocados, con la traducción del inglés de Pablo Mañé y me suena mejor que Nieve de primavera, sin querer decir con esto que Nieve de primavera suene mal. De hecho, las imágenes que crea Mishima en esta novela, sobre todo con elementos de la naturaleza, son muy bellas, y las reflexiones que hace sobre la realidad de los personajes son profundas; personajes llenos de aristas, capaces de realizar actos hermosos, pero también crueles. Creo que está muy bien captada la intensidad de la juventud. Nieve de primavera me ha parecido una gran novela y ya estoy disfrutando de mi relectura de Caballos desbocados.
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