Nira Juanco (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) se licenció en Derecho por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Su carrera profesional siempre ha estado ligada al mundo de la televisión. Comenzó en 2004 como presentadora del informativo nacional de Localia TV y de ahí dio el salto a CNN+. En 2006, entró a formar parte de la primera redacción de deportes de La Sexta donde, en 2009, le llegaría su gran oportunidad al convertirse en miembro clave del equipo de Fórmula 1 de la mano de Antonio Lobato. Durante seis temporadas viajó por todo el mundo, primero con La Sexta y luego con Antena 3, cubriendo los GP de F1. En 2015 dejó de viajar y se convirtió en presentadora del Canal F1 Latinoamérica y en una de las caras del programa de viajes Guardianes de la Historia, que se emitió en #0 de Movistar+. En 2018 condujo La prórroga, un programa de debate deportivo de Gol TV y, en 2021, volvió como presentadora de la F1 en DAZN, donde actualmente es subdirectora del canal.
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—Si te lo puedo decir con confianza, quizá se eche en falta lo que sentiste durante esos seis años, pero desde un punto de vista íntimo y personal, más allá de los aspectos puramente deportivos de los mundiales, de los grandes premios y todo el making of que gira en torno a El Gran Circo de la F1, que es al final sobre lo hablas en el libro.
—Sí, es verdad. A lo mejor en los primeros capítulos cuento más experiencias personales que en los últimos. Pero es que ¿sabes cuál fue el problema? Me habían dicho que el libro fueran unas 200 páginas y cuando empecé a escribir y la cosa cogió ritmo, en seguida llegué a las 100 y aún me quedaban muchísimos capítulos por delante. Pensé: “esto va a ser un serial. Voy a llegar fácil a las 500 páginas y tampoco quiero eso”. Hay temporadas como la 2010 y la 2012, que deportivamente fueron tan apasionantes y pasaron tantas cosas, que en esas me explayo más. El resto las cuento más por encima. Sí que es cierto que se me han quedado muchas cosas en el tintero y muchos amigos me lo han dicho. Tendré que sacar otro libro y contar ahí lo que no he metido en este (risas). Pero hay un poco de todo y hay capítulos que, personalmente, fueron muy complicados de escribir como el María de Villota o el de Jaime Alguersuari.
—¿Por qué consideras que fueron complicados? El de María, entre otras cosas, imagino que porque nadie lo esperaba y todo pasó muy rápido desde el accidente.
—Sí, nos dejó muy tocados a todos los que la conocimos y habíamos tenido la suerte de haber tratado con ella. No quería hacer daño a la familia. Hablé con Isabel, la hermana de María, y a ella le costaba mucho recordar el pasado, como es normal. También fue difícil escribir el capítulo de Hispania Racing Team. El equipo español nació de una idea muy bonita y conozco a tanta gente que estuvo ahí dentro desde el principio y que lo pasó tan mal a pesar de haber sido un proyecto súper bonito, que quería tratarlo sacando todo lo positivo. Lo último que quería era hacer daño a nadie. Lo mismo me pasó con Jaime. Todos esos capítulos quise tratarlos con cariño y con mucho respeto.
—¿Por qué te resultó difícil el de Jaime Alguersuari?
—Pues sentí lo mismo que con los otros porque él también lo pasó mal, pero se portó muy bien conmigo, me dedicó muchas llamadas porque había mucho que contar y aun así tenía que resumir todo mucho. Jaime ya ha leído el libro y me comentó que le había gustado mucho y que se siente muy agradecido por cómo había tratado su capítulo. Me mandó un mensaje súper bonito y la verdad es que me hizo muy feliz.
—¿Qué pensaste cuando recibiste la llamada de la editorial y te ofrecieron escribirlo?
—Mira, cuando me lo ofrecieron, lo primero que pensé fue: “¿a quién le va a interesar lo que yo tenga que contar?” pero me dijeron que querían conocer la Fórmula 1 a través de mi experiencia. Y acepté sin pensármelo mucho, la verdad. Al final, tuve la suerte de vivir la época dorada del automovilismo español. Seis años en los que tuvimos hasta tres pilotos españoles en parrilla: Fernando Alonso en Ferrari, que ahora parece de lo más normal, pero fue un sueño hecho realidad; un equipo español en F1, el primero y el único que ha habido hasta la fecha; dos Grandes Premios en casa; hasta 5 televisiones españolas cubriendo el mundial (una nacional y tres autonómicas)… Una vez que firmé, lo más difícil fue arrancar, ese momento de sentarse a escribir, aunque tenía muy claro cómo quería empezar el libro, cómo quería que fuera ese primer capítulo. Tampoco quería ser un súper ventas, ni mucho menos. Me conformaba con que saliera una segunda edición y así ha sido. Al final, el resultado y la reacción de la gente ha sido súper positiva, y he tenido la oportunidad de recordar muchas cosas que había olvidado y que ahora quedarán ahí para siempre… Ha sido como volver al pasado, hacer un viaje hacia atrás y eso me encantado.
—Cuéntanos cómo ha sido ese viaje en el tiempo.
—Ha sido súper bonito porque el libro ha fluido solo. No he tenido que enfrentarme al temido folio en blanco ni nada de eso. En realidad tengo la sensación de que ha salido solo, que se ha escrito solo. Elegía una temporada y antes empezar a escribirla, me documentaba y me ponía a repasar lo que había sucedido en cada carrera. Mientras iba escribiendo me venían a la mente algunas anécdotas futuras y las apuntaba rápidamente en un papel. Escribía “recordar esta anécdota” porque tengo memoria de pez, tengo una memoria de Dori y si no lo anotaba sobre la marcha, probablemente me volvería a olvidar. Estoy feliz porque el viaje ha sido muy guay y muy bonito. Quería que fuera un libro para todos los públicos, accesible a todo el mundo, y creo que eso se ha conseguido.
—¿No crees que esa acogida ha sido provocada, en parte, por el tirón que está teniendo esta temporada Fernando Alonso y Aston Martin?
—Por supuesto, tuve la gran suerte de que el libro se publicase el 22 de marzo justo cuando la temporada había arrancado por todo lo alto con Fernando consiguiendo dos podios consecutivos contra todo pronóstico y con la afición enloquecida. Porque nadie se esperaba, ni siquiera el propio Fernando, que Aston Martin iba a estar tan arriba, iba a ser un equipo tan competitivo. Más bien se creía que pasaría como con Alpine el año pasado. Ha sido una sorpresa para todos. Y por supuesto que esta ilusión desatada me ha ayudado muchísimo. Estoy súper agradecida a Fernando por todo. El 75% de las páginas, sino más, están dedicadas a él, porque él siempre ha estado ahí a lo largo de mi carrera profesional. Además me escribió el Prólogo, estuvo en la presentación, hizo que volviera la “alonsomanía” en el momento oportuno… ¡Qué más le puedo pedir! Quería, por medio del libro, que la gente entendiera y conociera cómo es Fernando en realidad: un tío inteligente, con un gran sentido del humor, gracioso, simpático, divertido… Aunque los principios con él no fueron fáciles y también quise contarlo. De todas formas, el Alonso de ahora no es el de cuando yo empecé. Si te das cuenta, ahora es mucho más cercano y se le ve más relajado. La prensa no le molesta tanto, ya sabe lidiar con eso, y veo que está en la parte final de su carrera y que la está disfrutando. Antes estaba más tenso y costaba más entrar en su mente y en su mundo. Personalmente, siempre me sentiré agradecida por haber tenido el privilegio de conocerle y compartir mi experiencia profesional con él.
—¿Y cómo empieza tu relación con el motor, te llega desde pequeña o…?
—No, no. Mi madre siempre vende la moto diciendo que en mi casa se veía la Fórmula 1 de toda la vida… Mentira (risas). Yo no lo recuerdo. En cambio sí que recuerdo ver las motos y de hecho mi hermano tenía un póster gigante de Ángel Nieto colgado en la pared de su cuarto. Pero de F1 nada. Lo mío con este deporte empieza con Fernando Alonso, como en el caso de la mayoría de españoles, porque hasta su explosión, la F1 no era un deporte arraigado en nuestro país. Desde 2005, no me perdía ni una carrera, incluso recuerdo un verano que estuve haciendo prácticas en COPE Asturias y no tenía tele en el piso de alquiler y me iba a ver las carreras todos los domingos a un bar. Me volví una fan de la F1 y una «alonsista».
—Pero pasa el tiempo y en 2006 llega La Sexta, la compra de derechos, los mundiales…
—Justo. La Sexta arrancó sus emisiones en 2006 comprando derechos deportivos como el Mundial de Fútbol de Alemania 2006, el Mundial de Baloncesto de Japón 2006 y lo derechos de la liga de fútbol porque al final estas competiciones arrastran audiencias millonarias que ponen en el mapa al canal recién nacido. Es la mejor promoción. Adquieres un público fiel que te sigue cada partido, cada fin de semana y que luego, por inercia, va a ver otros programas de tu cadena, etc. Empiezas a fidelizar a gente. Y eso fue lo que hicieron como estrategia de lanzamiento. La Sexta compró los derechos de emisión de la liga de fútbol, del mundial, del mundial de baloncesto que se celebró en Japón y que ganó la Selección Española… En 2008 compraron los derechos de la GP2, que es lo que ahora se conoce como la F2, y ahí estaba yo, que me encargaba de hacer una previa enlatada de quince minutos y editar los vídeos. Gracias a la GP2 fui metiéndome en el mundillo y a finales de 2008 se anunció que La Sexta compraba los derechos de F1 para las próximas seis temporadas (de 2009 a 2015). ¿Y qué pasa? Que la única en la redacción de deportes que sabía de motor y que quería hacer algo de motor, porque me encantaba, era yo. Era mi sueño. La cadena quería una cara muy potente, pero Antonio (Lobato) dijo que no, que ahí se curraba mucho —da la casualidad de que soy una currante nata— y además quería coger una cara menos conocida.
—De ahí el “Nira, calienta que sales” que mencionas en el libro.
—Sí (risas). “Calienta que sales”, me encanta esa frase. Lobato se fijó en mí, en mi forma de trabajar y de buscarme la vida en algunos de viajes en los que coincidimos durante 2008, y esa fue la suerte que tuve. Pero jamás imaginé que fuese a ser yo la elegida para viajar, que fuese a ser yo la que acompañase a Antonio Lobato, al que admiraba profundamente, y fuese a vivir todo lo que viví. Era un sueño e incluso ahora cuando lo recuerdo me sigue pareciendo un sueño, me cuesta ser consciente de todo lo que vi y viví, de todos los sitios a los que fui, de toda la gente maravillosa a la que conocí… Me cuesta asimilar que yo viví todo eso. Me visualizo, sí, pero me cuesta asimilarlo. Fue un regalo de la vida y siempre lo agradeceré.
—¿Cómo fueron los primeros años?
—Un currazo. Fueron una locura, no paraba, no parábamos, trabajaba casi de sol a sol, pero nunca sentí o pensé “qué pereza…”. Jamás. Todo era un sueño. El primer año fue el más duro porque al margen de los reportajes, las entrevistas personalizadas, los corralitos, los entrenamientos libres que me tocaba cubrir en directo, las previas, los post… tenía que grabar el Diario de Nira que era una especie de Españoles por el mundo y que tenía que grabarlo a ratitos cuando tenía un minuto libre y montarlo por las noches en mi habitación de hotel. Además de estudiar y ponerme al día para prepararme bien los directos del día siguiente… Ten en cuenta que la F1 es un deporte que no para, que siempre está innovando y cambia constantemente. Por lo tanto, tienes que estar bien informada y continuamente pendiente de lo que pasa. Es cierto que con la experiencia todo se hizo más fácil y siempre tuve el apoyo y el respeto de mi equipo y del resto de compañeros periodistas. Siempre me sentí acogida y, lo más importante, respetada. Me encantaba lo que hacía y sigue encantándome. Es un deporte muy enriquecedor por todo lo que aporta y lo que aprendes cada día.
—Si tuvieras que empezar ahora, ¿cómo sería?
—Ay, mira, a veces lo pienso. De hecho, lo he pensado mucho. Pero ahora no podría hacerlo. No sería lo mismo. Sería una experiencia completamente diferente. Ahora estoy de vuelta de todo y perdería gran parte de la esencia de lo que viví, de las experiencias que tuve y que ahora no las viviría igual, o las viviría de otra manera. Pero lo que sí que me encantaría es retroceder en el tiempo y volver a empezar la temporada 2009 con la Nira actual, con toda la experiencia y la madurez que tengo ahora. Así sí estaría dispuesta a empezar de nuevo, con la Nira actual mentalmente, pero con los años que tenía entonces y con toda la ilusión de la Nira joven. Pero vamos, que me quedo con la experiencia vivida y no descarto que en algún momento de mi vida surja alguna oportunidad similar. Quiero estar siempre ligada a esto, a la Fórmula 1, de alguna manera. Eso lo tengo claro.
—¿Cuánto le debes Antonio Lobato?
—Todo. Absolutamente todo a nivel profesional.
—Ha sido como un padrino para ti.
—Ha sido como un padrino, como un hermano mayor, como un maestro… lo ha sido todo. Es que se lo debo todo. Sin Antonio, no sé dónde estaría. Quien apostó por mí fue él, y lo hizo sin conocerme. Se tiró a la piscina sin pensarlo y me apoyó de principio a fin. Siempre ha estado ahí para mí, aparte de como jefe, como amigo, y más que como un amigo, como un hermano mayor. Cuando estaba mal, cuando veía que me pasaba algo, enseguida se acercaba y hablaba conmigo. Sabía cómo calmarme, tenía siempre las palabras apropiadas y el consejo idóneo para tranquilizarme, y con los años ha seguido a mi lado. Aparte que Antonio, como jefe, es maravilloso porque aprendes, y para mí no hay nada mejor en la vida que tener un jefe competente y exigente. Y nada peor en que tener a uno incompetente y del que no tienes nada que aprender. Lobato era un jefe duro, exigente, que te pedía muchísimo, pero aprendías todos los días de él y, claro, esa exigencia al final tú la adoptas en tu metodología de trabajo. Pero aparte de ser exigente, era también muy cercano. Y ese ha sido, de verdad, otro de los regalos de la vida: haber conocido a Fernando Alonso, que para mí fue cumplir un sueño, y otro el haber conocido a Antonio Lobato, como jefe y como persona, porque es un ser humano excepcional.
—¿Es difícil encontrar ese tipo de relaciones en esta profesión?
—Mucho. Pero es importantísimo porque el trabajo es una parte fundamental de la vida y más en este curro en el que pasábamos más de la mitad del tiempo fuera de casa. Los compañeros que tenías eran parte de tu familia. Nosotros éramos once en el equipo y viajábamos todos juntos, cenábamos juntos, pasábamos la mayor parte del tiempo juntos, horas y horas, compartíamos muchas cosas. Había roces, sí, pero es inevitable y eso pasa hasta en las mejores familias, como suele decirse, pero en general había mucha armonía y mucha paz. Había buen feeling y confianza. Eso lo teníamos.
—¿Hubo algún momento que recuerdes en que lo pasaras realmente mal?
—Al principio, lo pasé un poco mal con los comentarios tan dañinos que se hacía en foros. Twitter estaba empezando y yo no tenía ni cuenta, pero estaban esos foros en los que, ostras, había algunos comentarios que iban ahí, a hacer daño donde más duele. De hecho, el mismo Antonio me aconsejó que no leyera nada de lo que se escribía sobre mí. Por curiosidad lo hice una vez al principio, y ahí me llevé el fiasco porque de todos los comentarios que leí, muy buenos en general, encontré dos negativos, bueno, realmente uno que habían escrito con muy mala leche y que encima daba en mi punto débil y por eso dolió más, pero aprendí la lección y no volví a mirar. Con el tiempo los comentarios dejaron de afectarme, de hecho ni los miraba, porque ya tenía seguridad en mí misma.
—¿Qué piensas cuando escuchas mujer y motor?
—Pues que se ha hecho un buen trabajo a lo largo de estos años y que gracias a eso creo que mujer y motor ya no están reñidos. Ahora no se cuestiona que una mujer pueda saber de motor y que le apasione igual que a un hombre. Nadie lo juzga ni lo critica. Cuando yo empecé, sí, no era como ahora. Era la primera pit reporter mujer que había en un canal nacional y mucha gente daba por hecho que no sabía que un monoplaza tenía cuatro ruedas, motor, caja de cambios… Quienes coincidieron conmigo a lo largo de los años, como María Serrat, y las que llegaron después como Lucía Villalón, Noemí de Miguel o Melissa Jiménez, han hecho y hacen un trabajo impecable y no se las cuestiona. Eso es lo más importante. Eso es lo que cuenta, independientemente de que el trabajo lo haga un hombre o una mujer.
—Respecto a ser pit reporter y a los directos, ¿qué dirías que es lo mejor y lo peor?
—A ver, lo mejor es todo. Ese gusanillo en el estómago que te da ponerte delante de una cámara es una sensación brutal. Como dice mucha gente, cuando dejas de tener ese subidón, cuando dejas de sentir ese cosquilleo, es mala señal. Yo siempre tuve ese nudo en el estómago y esos nervios antes de empezar un directo.
—¿Te preocupaba la cantidad de espectadores que pudieran verte?
—No, la verdad es que ni lo pensaba. A lo mejor al principio, pero realmente no. Es más, me pongo mucho más nerviosa, infinitamente más nerviosa, años luz, cuando presento algún evento y tengo a la gente delante y los veo ahí todos sentados frente a mí mirándome. En los directos de F1, estaba yo sola con mi Alvarito (el cámara) y ya. Estábamos solos. Y me olvidaba por completo de quién pudiera estar viéndolo, aunque eso a veces era algo malo porque me ponía a hablar como si estuviera en el salón de mi casa y no tenía filtro. Pero precisamente esa naturalidad era mi gran baza y me lo pasaba muy bien. Era como hablar con un amigo y me olvidaba de lo demás. Los directos tenían todo bueno, excepto cuando pasaba algo malo…
—Con algo malo imagino que te refieres a los accidentes…
—Sí.
—Accidentes como el de María, el de Jules Bianchi o el de Massa, que mencionas y recuerdas en el libro, aunque por suerte Massa sobrevivió.
—Por suerte, sí. Pero eso era lo peor. Cuando nos enteramos del fallecimiento de María estábamos en directo con los primeros entrenamientos libres del GP de Japón. A Antonio el dieron la noticia por el pinganillo desde Madrid, lo comunicó en directo y ya no pudo ni despedir la retransmisión. Fue el primer directo que no pudo terminar en su vida, y lo hizo Jacobo. Creo que a mí tampoco me pidieron paso y, de haberlo hecho, no sé si hubiese podido hablar. Son momentos muy duros. En mi caso cuando había un accidente y no veía la repetición por la tele pensaba “malo”. Es mala señal porque eso significa que algo grave ha pasado. Cuando en cambio ves las repeticiones, eso es que el piloto está bien. Pero cuando no… saltan todas las alarmas. Y claro, tú estás ahí en el paddock para informar. Los comentaristas están en cabina y ellos no se pueden mover de allí para buscar información, pero tú como pit reporter sí, es tu trabajo. Te tienes que mover e informarte de lo que está pasando, y todo con mucho cuidado con lo que dices. Es fundamental asegurarte de que tu fuente es fiable y no hacer caso de posibles rumores que se extienden por el paddock. Piensa que muchas veces los padres del piloto accidentado, los familiares, no están en el circuito porque no han viajado, lo están viendo desde casa. No pueden hablar con su hijo y tampoco con el equipo. Eres tú la que tiene toda la responsabilidad en ese momento y al mismo tiempo no dispones de toda la información. Ni siquiera los jefes de prensa facilitan información porque ni ellos la tienen. De hecho, hasta que no llega el equipo médico y certifica que el piloto está bien, que está consciente, el equipo no puede comunicar nada. Me acuerdo que con Jules, en Suzuka, ahí sí se veía que había sido jodido porque no llegaba la información por ningún lado. El equipo no decía nada, pero veíamos las caras… Y se pasa mal, se pasa muy mal. Me acuerdo también, en el caso de Jules, cuando llegó Adrian Sutil a la zona de entrevistas. Él lo había presenciado todo porque precisamente Jules impactó contra la grúa que sacaba su monoplaza de la grava y él estaba ahí supervisando la retirada de su vehículo… No podía ni hablar. Todavía hoy, con el paso del tiempo, dice que tiene las imágenes grabadas en su mente y que no las puede borrar. La gente se olvida pero, en seis años que yo estuve en la F1, murieron dos personas como consecuencia de dos accidentes con un monoplaza. Y lo que quiero decir con esto es que en todos los circuitos hay riesgos y hay accidentes. La Fórmula 1, no hay que olvidarlo, es un deporte de riesgo. Se lucha por la seguridad de los pilotos año tras año, sí, pero en cuanto un piloto se baja la visera, puede pasar y pasarle cualquier cosa.
—Ese gran premio de Japón, y así lo constatas en el libro, fue un punto de inflexión para ti tanto personal como profesionalmente…
—Pues sí porque ese gran premio fue muy doloroso en general. Justo al llegar a Japón, le comuniqué a Antonio mi decisión de dejar la Fórmula 1. Quería dejar de viajar porque quería ser madre. El poderoso poder de la llamada de la maternidad… Era una decisión muy dolorosa, que llevaba meses barruntando y allí, yo creo que fue en el avión a Tokio, se lo comuniqué. Antonio me dijo que me lo pensara bien, pero le insistí en que quería dejarlo. Lo había pensado mucho y lo tenía claro. No quería que se me pasara el arroz. Al final no me arrepiento de haberlo hecho, pero podría haber esperado un año más, porque luego me costó quedarme embarazada y podría haber hecho la temporada 2015… pero las cosas vienen como vienen. Lo dejé amando lo que hacía y afortunadamente he podido seguir dedicándome a ello de alguna u otra manera. Sin viajar tanto, eso sí, pero mira, ahora tengo dos hijos preciosos y ha valido la pena.
—¿Qué les recomiendas a los jóvenes que están estudiando ahora o que quieran dedicarse al motor?
—Lo he dicho mil veces: que aprovechen todas las oportunidades que se les presenten porque nunca se sabe las vueltas que da la vida. A lo mejor piensan que es Fórmula 1 y a lo mejor luego no lo es. A lo mejor entran en contacto con otro deporte, o caen en otro sitio completamente diferente o qué sé yo…de repente la vida les cambia, empiezan a hacer política o lo que sea, y resulta que les gusta. Cualquier oportunidad que tengan, que les llegue, que la aprovechen y la hagan con ilusión, porque al final todo se va colocando. Además vas conociendo a gente por el camino que, al principio, tú no te das cuenta, pero están ahí por algo. En mi caso, Antonio se fijó en mi forma de trabajar sin yo haberme dado cuenta en un viaje laboral en el que coincidimos. Y yo lo único en lo que estaba centrada era en hacer mis vídeos, mis entradillas y mi trabajo con toda la ilusión del mundo. Él se dio cuenta de eso y lo puso en valor. Y también les diría lo que siempre me ha dicho mi madre: “ten cuidado con cómo tratas a la gente porque nunca sabes con quién vas a coincidir otra vez en la vida”. Claro, cuando eres joven, esto no lo piensas, pero es importante tenerlo en cuenta. Aparte de eso, lo imprescindible es que hay que moverse y si te mueves, al final todo llega. Si te gusta lo que haces, y le pones ganas, y lo haces con ilusión y con respeto, verás cómo irás sumando experiencias que harán que todo se vaya colocando y surjan muchas más oportunidades.
—¿Crees entonces que todo pasa por algo?
—Yo creo que en la vida todo se coloca de alguna manera, y sí, que todo pasa por algo. Mira, yo he tenido momentos complicados en mi vida, como todos, pero después de una mala experiencia o de una cosa que me ha pasado y preguntarme: “¿por qué me pasa a mí esto …?”, siempre ha llegado algo bueno. Siempre. Y la conclusión a la que he llegado es que eso tenía que pasar por esto otro. Siempre digo que ante los problemas, soluciones. Cuando yo decido dejar de viajar, por ejemplo, me iba a pedir una excedencia y de repente me llamaron porque había salido una oferta en Barcelona para presentar la Fórmula 1 para Latinoamérica. Yo hacía los previos y los post desde un plató en Barcelona que era donde vivía, y justo ese trabajo encajaba a la perfección con mis necesidades en ese momento. Entonces mira, algo bueno vino detrás de una decisión tan dura como dejar mi sueño sin yo imaginarlo. A los problemas, como digo, soluciones. Y que hay que intentar sacar siempre lo positivo a todo lo que sucede.
—Y de vez en cuando, tomar riesgos.
—Sí, pero porque la vida es eso, ¿no? Está llena de curvas, hay que tomar riesgos, arriesgarse… y también te digo que tienes que estar convencido de lo que haces y aceptar las consecuencias de las decisiones que tomas. Aunque salga mal, es lo que hay. Hay que aceptar, aguantar y tirar hacia delante.
—¿Te ha funcionado entonces tener esa mentalidad?
—Pues sí. Es que verás yo soy una persona muy sensible, pero cuando tengo que serlo soy también muy fría. Muy empática, pero fría ante las situaciones que me hacen daño personalmente. Cuando hay algo que me duele o algo que me afecta, o una situación que puede superarme… Me construyo un muro alrededor. Porque me digo, “esto no me conviene, esto no me hace bien. Voy a dejar de sufrir” y tiro para adelante o tiro por otro camino. No significa que no acepte las cosas negativas que me pasan, sino que no me flagelo. Y esto se lo digo mucho a mi hija mayor, que no haga un mundo de un grano de arena porque no vale la pena. No pasa nada, y todo tiene solución menos la muerte. Así que a los problemas, soluciones.
—¿Te educaron así o esta filosofía de vida nació de ti?
—No, no, nació de mí. Vamos, me la creé yo. Y creo que fue a raíz del divorcio de mis padres, que me hice un mecanismo de autodefensa. Me puse mi careta y me fue bien así. A mis hermanos por ejemplo les afectó un poquito más y lo pasaron peor. Pero yo vi que la situación me afectaba y decidí refugiarme en cosas que me hacían feliz como eran mis amigas. De hecho, a pesar del divorcio tuve una infancia feliz, una adolescencia feliz. Además, sabes qué me pasaba, que tampoco me gustaba meterme en los problemas que no tenían que ver conmigo. Los problemas eran de los mayores, no míos. Y aparte es que no me gustan nada los conflictos ni las discusiones, y lo evito todo lo posible. Soy muy fría, como te digo. Si fuera piloto, sería terrible. Estoy segura de que sería una killer (risas).
—Hablando de pilotos, ¿cómo definirías a los pilotos de Fórmula 1?
—En general fríos, muy competitivos, serios… pero porque hay que serlo. Es un deporte de riesgo y hay que tener la mente muy fría para dedicarte a eso. Además, me sorprendió comprobar que los pilotos de F1 tienen un nivel cultural muy elevado, son personas muy inteligentes en su mayoría. Quizás a raíz de haber viajado tanto a lo largo de su vida y las vivencias y experiencias que han ido acumulando. La Fórmula 1 es un deporte muy técnico en el que los pilotos se codean con gente sumamente crack e inteligente, como los ingenieros aerodinamicistas de los equipos, que son los mayores genios, comparables a un Einstein de su tiempo. (Adrian) Newey, por ejemplo… esa cabeza es prodigiosa. Y los pilotos se codean con este tipo de gente, trabajan mano a mano con ellos. Hablan constantemente y eso al final te hace y te construye como persona. Y por supuesto, como piloto o deportista.
—Volviendo a la temporada actual que ha enganchado y reenganchado a tantos seguidores de la F1, ¿crees que Alonso va a ganar un gran premio o que la 33 está más cerca?
—Sí. Sin duda.
—¿Y un mundial?
—Sí…(pensativa). A ver, el “sí” del mundial es más pequeño porque este año es sumamente difícil o imposible. Max está a otro nivel. El “sí” del gran premio en cambio es más grande porque es imposible que Verstappen no falle en lo que queda de competición. Lo que tenemos que ver ahora es si realmente Aston Martin ha recortado las diferencias con Red Bull, o si esos nueve segundos de Canadá fueron por el tipo de circuito que era, o porque Max tenía problemas con su coche… Eso hay que verlo. Red Bull a día de hoy es muy superior, no hay duda, y aun así Max tiene que fallar en algún momento por estadística. Lo bueno que ha hecho Aston Martin este año ha sido fichar bien. Fichar bien en todos los sentidos. Por ejemplo, ha contratado a la mano derecha de Newey, que es Dan Fallows —el que ha hecho este coche—, y es que este coche va a mejorar de cara al año que viene y se va a acercar todavía más al Red Bull. Eso es lo que quiero pensar.
—Hablando de Red Bull, pero centrándonos en Verstappen, ¿a quién te recuerda más el vigente campeón, a Schumacher, a Alonso o a Hamilton?
—A Schumacher no. Me recuerda a Alonso mucho y a Hamilton también, porque observas a los tres y ves que tienen las mismas características. Son tres pilotos muy agresivos. Son killers que han sabido calmar esa agresividad con los años. Han adquirido mucha madurez y eso hace que no cometan o que cometan pocos errores en pista. Quizás Verstappen lo tuvo más fácil para llegar donde está porque se crio en un circuito por su padre Jos, que era piloto de F1, y quizás le falte ese toque de sacrificio que sí que comparten Hamilton y Alonso. Ellos lo tuvieron que pelear mucho más, sus familias tuvieron que renunciar a muchas cosas para que sus hijos pudieran cumplir su sueño. Pero en seguida, desde muy pequeños, se vio que tenían algo diferente, que su talento era innato y eso se puede ver a día de hoy en cada carrera. Son pilotos diferentes. Sin duda para mí son los tres mejores pilotos actuales. Y de la historia de la Fórmula 1, creo que entrarían en el top cinco de los grandes pilotos.
—Descartado entonces el mundial para Alonso (al menos este año), ¿ves que tenga más posibilidades de llevarse el subcampeonato?
—Sí. Vamos, yo creo que el subcampeonato sí, porque veo a Alonso muy fuerte este año y a Checo Pérez, su gran rival, lo veo tocado. Además Fernando tiene un coche que puede seguir evolucionando y el Red Bull creo que ya no tiene mucho más margen de mejora. Es una máquina casi perfecta.
—Si tuvieras que hacer una clasificación de pilotos y de fabricantes, ¿cómo quedarían los tres primeros puestos? ¿Quizá tal y como están ahora?
—Básicamente, sí. De pilotos yo pondría a Max, a Alonso y luego a Checo, pero hay que ver qué hace Checo e incluso Hamilton y Russell, que son también muy buenos y siempre están ahí. Y luego de fabricantes, pondría a Red Bull primero, pero en el segundo y tercer puesto…pues no sabría decirte, porque Mercedes y Aston Martin andan ahora muy igualados. Sin olvidar a Ferrari, aunque los rojos no terminan de hacer una carrera redonda por una cosa o por otra… Depende. Lo iremos viendo.
—¿Y qué pasará con Carlos Sainz y con Ferrari?
—Con Carlos, estoy segura de que ganará un mundial en un futuro. Ferrari el problema que tiene es que… comete unos errores que a veces son imperdonables porque no se entienden. Recuerda que en la temporada pasada, que tenían un coche superior — superior o parecido al Red Bull—, tiraron el campeonato por la borda porque cometieron muchos fallos a principio de temporada. Yo a Carlos le veo un talento increíble y creo que lo ha demostrado. Y sabido quitarse la losa de ser el hijo de Carlos Sainz y ser Carlos Sainz a secas. Ha demostrado que puede perfectamente luchar contra Max Verstappen como hizo cuando estuvo con él en Toro Rosso. Luego cuando tuvo a Lando Norris como compañero en McLaren, le ganó. Le juntan ahora con Leclerc, y el primer año también le ganó. El segundo ya no, y este año… todavía está por ver. A Carlos siempre le infravaloran y ha sido una sorpresa para todo el mundo. Ha tenido que callar mil bocas desde que llegó, y llegó para quedarse hasta que decida retirarse. Estoy segura de que con un buen coche ganará más. Y luego Ferrari tiene que volver a ganar algún año sí o sí, por historia y por nombre.
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