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No escribir

El debut narrativo de Andrea Toribio, autora hasta ahora ceñida al terreno de la poesía, es una selección de entradas de los diarios que la propia autora escribió entre 2016 y 2023. Reflexiones sobre el amor, la identidad, la familia, el trabajo, la amistad…

En este making of Andrea Toribio cuenta el origen de Niños del futuro (La navaja suiza).

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Cuando decidí que no escribiría, escribí. Hubiera preferido no hacerlo. Mi material de trabajo consistía en unos diarios que llevaba desde 2016, y que arrancaban el mismo día que me incorporaba a mi primer empleo. En ellos fue quedando recogido el trabajo, pero también comenzaron a sucederme unas cosas y me vinieron a la cabeza otras, y las tuve que anotar.

Primero tuve un novio y luego una novia, y después empecé a conocer —más allá de la librería— otros trabajos alrededor de los libros. Reseñas, correcciones, promoción del libro como producto de un mercado, el editorial. Hablando con mis amigas por WhatsApp, me acordé de que habíamos vivido una tragedia colectiva. También recordé que una vez estuve, durante un tiempo muy largo, enamorada de alguien o —maticé— de la idea de alguien, y me di cuenta. Cuando empecé a entrar en detalle, tuve que arremangarme y ponerme los puntos sobre las íes, ajustarme las gafas a la nariz.

"Romantizar la primera vez que te sientes vista dejaba a un lado la emoción de ser vista, más y mejor, en el futuro. ¿Por qué renunciar a ello?"

Delante de mí, tenía un sinfín de ideas. Porque lo escrito en los diarios me dio eso, sensaciones; caminos por los que emprender algo. Podía escribir sobre cómo es descubrir tu sexualidad tarde. Podía escribir sobre cómo era sobrevivir a una tragedia colectiva en una sala de conciertos. Podía escribir sobre cómo el primer amor conviviría con los demás. Pero ninguno de los tres hilos de los que podía tirar me interesaba. Intelectualizar el deseo no iba conmigo, extrañamente. Apropiarme de un desastre me pareció de bolero hasta para mí, y también comprendí que las ruinas del pasado no pertenecen a nadie. Romantizar la primera vez que te sientes vista dejaba a un lado la emoción de ser vista, más y mejor, en el futuro. ¿Por qué renunciar a ello? Además, solo cuando alguien me miró por primera vez con verdad entendí que todo lo anterior había sido un ensayo.

Así, un día mientras escuchaba a Rafael Berrio, cambié de opinión: «Tú, niño futuro, hombre o mujer, sin par, singular, único, libérrimo. Tú, Robinsón, que pides a gritos que suelten amarras en tanto que vienes al surco, al arroyo, en alas del canto».

"Era 2023 y ya habían pasado siete años, número mágico. Era urgente cambiar el tono y el registro. Cuando decidí que escribiría, no escribí"

Mi material de trabajo era ya una escritura que se había prolongado mucho. El impulso inicial fue el de responder a aquella chica desde el futuro, cuando esa muchacha ya había escrito pensando en ese tiempo venidero. Pero Berrio terminaba su canción diciendo: «Niño futuro. Niño en agraz, usted que lo vea», y entonces lo vi claro. Si quería escribir, tendría que reescribir, berrear, prescindir de algunas cosas. También imaginar. En resumen, transformar toda aquella intimidad, trabajar en y con ella.

Este, y no otro, es el nacimiento de Niños del futuro. Era 2023 y ya habían pasado siete años, número mágico. Era urgente cambiar el tono y el registro. Cuando decidí que escribiría, no escribí: me tuve que leer primero; acompañar todo aquello y decidir dónde lo estrellaría.

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Autora: Andrea Toribio. Título: Niños del futuro. Editorial: La Navaja Suiza. Venta: Todostuslibros.

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