Jesús Aguado lleva años interesándose por los grupos étnicos de la India y por su deslumbrante legado cultural. Los poemas de este libro hablan del amor y la guerra, de la peligrosidad de la selva y el azar de las cosechas, de ritos y misterios, de la naturaleza y la familia, de la muerte y los espíritus, de lo local y lo universal. Gotas de sabiduría que siguen iluminando los sombríos rincones de sus bosques o lo que queda de ellos.
Zenda publica dos de estos poemas y un fragmento de la Introducción de esta Antología de poemas de las tribus de la India, titulada No le hagas preguntas a la tristeza, publicada por La Línea del Horizonte.
«Debo empezar confesando que este libro no es la labor de un erudito. No soy experto en tribus de la India ni entiendo ninguno de sus lenguajes. Si me apuran, me confundiría, estoy seguro, a la hora de situar geográficamente muchas de ellas. Son cientos —solo en el área que comprende los estados de Bihar, Bengala y Odisha se contabilizan casi cien grupos tribales distintos— y suman una población aproximada equivalente a la de España. Las más importantes, como la de los Santal o los Kondh, tienen cuatro y un millón de miembros, respectivamente, pero hay algunas en claro peligro de extinción de las que sobreviven apenas unos cientos de personas. Mientras predominó la creencia de una protohistórica invasión aria de la India, se les bautizó como adivasis, que significa «primeros pobladores»; cuando más adelante varios historiadores indios pusieron en duda esa posibilidad, se les pasó a llamar vanvasis, «habitantes de los bosques». En el Mahabhárata, la gran epopeya de la India, se menciona, entre otros, a los kiratas, una tribu de cazadores que vivía en las montañas. Pero todo esto, en efecto, es solo historia, ya que su presente es cualquier cosa menos alentador, entre otras razones porque esos bosques o montañas o esa caza, que han constituido la base de su economía desde tiempos remotos, están desapareciendo por la voracidad insana de un modelo de civilización moderna que, lo confiese o no, les considera un estorbo. […]».
ALGUNAS TRIBUS, ALGUNOS POEMAS
Saora
No le hagas preguntas a tu tristeza
porque eso estropeará tu vida.
¿Por qué te detienes en tu mente?
¿Por qué rebuscas en tu memoria?
No pienses, no recuerdes.
No le hagas preguntas a tu tristeza
porque eso arruinará tu vida.
Munda
Soñé contigo cuando estaba en la cama.
Me desperté y salí al camino.
Al tropezar con una piedra
que había a la salida del poblado,
recordé.
Recordé los muchos obstáculos
que nos separaban
y me quedé paralizado.
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Autor: Jesús Aguado. Título: No le hagas preguntas a la tristeza. Editorial: La Línea del Horizonte. Venta: Amazon
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