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No moriré contigo

No moriré contigo

Los hechos de Key Biscayne de Xita Rubert ha sido galardonada con el Premio Herralde de Novela, un reconocimiento que me ha permitido descubrir a una escritora intempestiva. A pesar de su juventud, la novela parece reunir la madurez de una larga trayectoria literaria. Su estilo danza entre lo jovial y lo clásico, entre la vitalidad y lo crepuscular, fusionando con talento lo cómico y lo filosófico.

La novela comienza con una mudanza, Ricardo, un profesor de filosofía de más de 70 años, deja su puesto como profesor visitante en Boston para comenzar un semestre en la Universidad de Miami. Su motivación es disfrutar de la custodia de sus hijos en un clima más agradable. Ricardo tiene un carácter quijotesco, no se adapta al mundo, sino que fagocita su entorno haciendo uso de su carisma y recurriendo al humor.

"Ricardo, su hijo mayor y su hija se instalan en la isla de Key Biscayne, dejando atrás el frío del invierno bostoniano para adentrarse en el eterno y húmedo verano del sur de Florida"

Su hija, protagonista y narradora, es una adolescente de doce años que comienza la difícil etapa de “matar al padre”. Poco a poco observa cómo se desvanece el carácter idealizado de la figura paterna. Lo que antes le parecía divino ahora se muestra lleno de costuras y remiendos, defectos, trucos y trampas que él usa para sobrevivir. Este momento de desvelamiento abre un abismo de orfandad existencial, pues la protagonista quiere conservar a su padre en un pedestal, pero comienza a ser consciente del daño que implica mantener esa mirada. La interacción entre ambos está marcada por la ternura, el desencanto, la manipulación involuntaria, el conflicto de lealtades, la complicidad intelectual y el rechazo a la superficialidad hedonista de un padre que oculta su propio malestar.

Ricardo, su hijo mayor y su hija se instalan en la isla de Key Biscayne, dejando atrás el frío del invierno bostoniano para adentrarse en el eterno y húmedo verano del sur de Florida. La familia parece una especie exótica trasplantada en un territorio que no es su ecosistema, rodeados de diplomáticos, famosos, mafiosos y adolescentes que tienen pechos de silicona. La isla se convierte en cómplice del intento del padre por huir de sí mismo.

"Irónicamente, y en relación con el título, no hay hechos en Key Biscayne, solo hay interpretaciones de un pasado que la protagonista recuerda, o mejor dicho, que su memoria falsifica de forma autónoma para mantenerse a flote"

Además del choque cultural con el medio, la familia enfrenta sus propios conflictos. Uno de ellos es la distancia generacional entre el padre y sus hijos; el otro aparece entre la madre, que es responsable y teme por la integridad de sus hijos desde España, y su exmarido, que se comporta de forma negligente y parece más preocupado por hacer reír a sus hijos que por la cordura doméstica. La protagonista se aproxima a otras personas y lugares donde se dan situaciones siniestras en un sentido freudiano, es decir, desvelando todo aquello que, debiendo permanecer oculto, no obstante se ha manifestado (el mejor ejemplo es el prólogo dedicado a la primera visión de un pene).

La madre decide ir a Key Biscayne para recomponer el orden que sospecha fracasado. En esa recomposición de la familia surgida como un apósito temporal, la protagonista descubre que la vocación por la escritura nace de la búsqueda de un tono, capaz de versionar los hechos para congraciar a su padre y a su madre. Irónicamente, y en relación con el título, no hay hechos en Key Biscayne, solo hay interpretaciones de un pasado que la protagonista recuerda, o mejor dicho, que su memoria falsifica de forma autónoma para mantenerse a flote.

"Aunque si tuviese que elegir uno de los aforismos, me quedaría con este, que cuestiona la potestad del conocimiento: lo que sabemos nos deja a la deriva"

En este momento, la novela se convierte en una reflexión sobre la escritura, que brota cuando surge la tensión entre el fin del paraíso de la infancia y lo traumático de la iniciación en el mundo adulto. Como Nietzsche señaló, se necesita un gran caos interior para dar a luz a una estrella danzante, y Rubert logra justamente eso: cuando la narrativa heredada del padre ya no es suficiente, aparece la ficción como creación de sí mismo. Si no producimos estrellas que nos guíen, la adolescencia es un caos que puede prolongarse hasta la muerte.

Uno de los aspectos más destacables son las observaciones de la protagonista sobre la naturaleza humana, entre mis favoritas: la auténtica soledad no ve a personas, sino a instrumentos; pero también: el único modo de enseñarle algo a alguien es mintiéndole. No se accede a la verdad desde la verdad. Al oasis se llega, si se llega, porque uno ha descubierto el espejismo. Aunque si tuviese que elegir uno de los aforismos, me quedaría con este, que cuestiona la potestad del conocimiento: lo que sabemos nos deja a la deriva. Así, Los hechos de Key Biscayne se convierte en una novela pensante, que pone la prosa al servicio de la reflexión filosófica.

Resulta difícil renunciar a ser la princesa del hogar, pero si no se “mata al padre”, se corre el riesgo de acabar con sus arrugas. En la niñez, el amor paternofilial es puro; en la adolescencia, se convierte en algo carcelario. Por ello, quizás el acto supremo de amor hacia un padre se traduzca en una frase: “no moriré contigo”.

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Autor: Xita Rubert. Título: Los hechos de Key Biscayne. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros.

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