A través de un círculo que siempre gira
sobre el mismo espacio…
Y tanta locura y tanto horror
como alma de la intriga…Edgar Allan Poe
Changlin Zhang, el autor de este interesante libro impecablemente editado por Atalanta, trata de acomodar en una nueva síntesis la dicotomía entre lo que califica como “visión holística” (Oriente) y “visión reduccionista” (Occidente) de la Medicina, todo ello con relación a las prácticas contemporáneas de curación y las teorías que las sustentan. Es profesor de Biofísica y simultanea su circuito académico entre China (comunista) y Alemania. El libro, subtitulado Introducción a la medicina clásica china desde un punto de vista científico, está publicado originalmente en 2016, bastante antes pues de la mal calificada pandemia que tantas e indeseables transformaciones está operando en las estructuras sanitarias del mundo entero.
Desde otra consideración más general, vinculada a los desarrollos científicos occidentales y su asimilación teórica, se pasa de los sistemas cerrados (aislados) a los abiertos (intercambio constante con el entorno); los sistemas vivos no son considerados ya como máquinas. Zhang califica de holístico este universo al que conceptualiza utilizando una nomenclatura de “vibraciones energéticas”, “patrones de ondas”, “información” y “armonías sutiles”. Su finalidad explícita es la búsqueda de los mecanismos que subyacen a la medicina holística. El campo vibratorio, es decir el “arco iris invisible” y la música inaudible, conforman el fundamento de este trabajo. De la química y sus concepciones atomistas-mecanicistas, por lo demás extraordinariamente fecunda para los desarrollos médicos, se pasa a la interacción electromagnética. Aparece la noción de biocampo.
El reduccionismo de la medicina convencional va a ser confrontado por las nuevas concepciones sobre las ondas procedentes de la física cuántica. Las ondas no son partículas y pueden superponerse y combinarse ocupando un mismo espacio. Este saber teórico procedente de la Física permite afrontar de manera inteligible las prácticas de la acupuntura y arrojar luz sobre la fuerza “chi” y su movilización a través de los llamados “meridianos”. La búsqueda de un correlato físico material había resultado un completo fracaso pero los conocimientos vinculados a la llamada medicina energética, basados en estimulaciones eléctricas experimentales, permitieron asociar los puntos de acupuntura con los lugares de mayor energía y cartografiar etéricamente el cuerpo humano. El libro de Zhang dedica gran parte de su contenido a narrar el devenir histórico, tanto de los conocimientos físicos occidentales como de su aplicación al intento de comprender estas terapias exóticas: acupuntura, homeopatía, ayurveda.
A pesar de que desde el siglo XVII la medicina clásica china (MCC), no confundir con la medicina tradicional china (MTC), va gradualmente dejando de lado la acupuntura por considerarla la más tosca de las técnicas, es en base a ella que se realiza la investigación del autor. Durante la etapa maoísta se hizo un esfuerzo denodado por destruir las raíces espirituales y culturales del Reino Medio y la medicina no fue una excepción. Es preciso señalar que ya antes, con la caída del último Emperador, se inició por parte de las autoridades de la incipiente república un intenso esfuerzo de modernización (similar al ocurrido anteriormente en Japón) y entre los intangibles a asumir, para mejor encauzar los recién descubiertos intereses nacionales, estaba la medicina occidental. Esta había llegado a China con los misioneros a mediados del siglo XIX pero su difusión era mínima. Poco antes de los años 30, antes de la implantación del comunismo, las autoridades chinas restringieron fuertemente las prácticas médicas milenarias tratando de imponer lo que por entonces se entendía como medicina moderna. El maoísmo (1949), ante la falta de provisión de sanidad alguna organizada en el campo y el retorno a la URSS de los médicos soviéticos, tras la escisión en el campo comunista a comienzos de los 60, lanzó una feroz campaña de proletarización forzada de la profesión médica y envió al campo a casi todos los profesionales que encontraba en las ciudades, practicantes tanto de la variante occidental como de la tradicional. A ellos hay que añadir numeroso personal, muy poco instruido pero motivado por la ideología comunista, el voluntarismo maoísta hacía mucho hincapié en la ideología. Este personal, al que mejor sería calificar de “colectivo”, había recibido una roma instrucción en acupuntura, algunos rudimentos de medicina convencional occidental y nociones muy básicas de conocimiento herbario. Este último, la matriz más sofisticada de la medicina china. La síntesis pues de medicina occidental y oriental, postulada por el maoísmo, es lo que se conoce como Medicina Tradicional China (MTC). Un engendro. La campaña fracasó en sus objetivos igualitarios, los doctores de cualquier tipo que recalaron en los lugares más lejanos acabaron siendo venerados como Ancianos y preferidos a los militantes que, por necesidad, terminaron por aprender de los que sí sabían. El resultado final fue la casi completa sustitución de la Medicina Clásica China, incluso los saberes locales autóctonos vinculados al curanderismo y la magia, por la medicina occidental alopática.
Especialmente significativas son las reflexiones de Zhang sobre los tipos de orden y la noción de coherencia que el autor estudia en la música y los sistemas vivos. También sobre la cuestión de las auras. Una guardería de niños (caos), un desfile de soldados (orden) y un ballet (coherencia) son imágenes de tres tipos de orden. El coherenciómetro, instrumento inventado por el autor, mide el estado del cuerpo electromagnético en los individuos. La medición practica de la coherencia en un sistema mente-cuerpo, un símil en cierto modo de la armonía, da cuenta de la distribución de energía. Para hacer frente a los sistemas complejos y poner fin al reduccionismo y al pensamiento lineal asociado, ha sido preciso dar cuenta de la textura del todo y sustituir la noción de objeto por la de conexión. La medicina natural no es mecánica sino musical. Se pasa pues del estudio de los componentes al estudio de la coherencia.
Con relación a las auras, un referente vinculado a la santidad en numerosas tradiciones, señalar que todos los seres vivos emiten una débil luminiscencia que se incrementa sensiblemente en el momento de la muerte.
Transmisión de energía e información junto con la noción de resonancia, vinculada a las relaciones entre sí de las frecuencias electromagnéticas, no otra cosa estas últimas que pliegues en el vacío, han permitido hacer avanzar el conocimiento y la posibilidad de modulación de las ondas transmisoras. De la comunicación inalámbrica, y la resonancia que la hace posible, a la comunicación remota entre las mentes: equiparación de las frecuencias naturales entre emisor y receptor, aun en estado de investigación.
Los problemas técnicos de detección y procesamiento serán compensados con el desarrollo de las capacidades de cálculo de los ordenadores. Lo esencial lo constituye la sensibilidad de las estructuras disipativas de los campos electromagnéticos, dentro del cuerpo, a los cambios de la música que se escucha. Una estructura disipativa para mejor entenderlo alcanza un cierto orden, se autoorganiza, a expensas de una aportación continua de energía externa al sistema. La antítesis en cierto modo de un sistema cerrado. Un tornado o un vampiro serian ejemplos de estructuras disipativas.
Sin embargo, la cuantificación de la coherencia y su aplicación a la atención sanitaria, más aun en la situación actual de medicalización generalizada y drástico aumento de las patologías generadas por la crisis del COVID y sus falsos remedios, abre la puerta a posibilidades intensamente distópicas. Si nada es real sino la mente, como se afirma por parte de numerosos científicos, si esta se mueve y concebimos al Yo como memoria singular, lo que persiste al final del proceso, del cual ha sido evacuado conveniente lo trascendente o lo Divino, es una potencial e ingente capacidad operativa de captación aurática de la biomasa. Guiada muy probablemente en un futuro cercano, si es que ya no está en marcha, por un consenso secreto y limitado de sabios; encauzado muy posiblemente por el uso de poderosas Inteligencias Artificiales.
Propósito: ir introduciendo la especie humana en un nuevo orden para mejor “salvar al planeta” y preservar el Ecosistema. El Gran Reseteo del que tanto se habla y que predica, entre otras panaceas, la inserción generalizada de biochips, la interacción directa de las mentes humanas con los ordenadores y la incorporación de las conciencias individuales, mediante el uso de la «realidad aumentada», a una Superconciencia.
El Leviatán de Hobbes animado por los enigmáticos secretos del Gusano Conquistador…
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Autor: Changlin Zhang. Traductor: Cé Santiago. Título: El campo vibratorio. Editorial: Atalanta. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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