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Noemí Sabugal: «Escribir del mar no da para un libro, sino para una biblioteca»

Noemí Sabugal: «Escribir del mar no da para un libro, sino para una biblioteca»

Noemí Sabugal ha escrito un libro que son muchos libros. Su prosa poética, pura literatura, pura vida, pura pasión por la escritura, se despliega como un formidable ventanal de letras húmedas, precisas y sugerentes en este Laberinto mar: Un viaje por la vida y la historia de nuestras costas (Alfaguara). Sabugal (Santa Lucía de Gordón, León, 1979) es una de las grandes voces del periodismo narrativo español. Su trayectoria, que comenzó como becaria en la redacción de El Mundo de Pradillo, 42, ha estado jalonada de prestigio. Ha publicado tres novelas, e Hijos del carbón (2020) fue finalista del Premio Rodolfo Walsh de la Semana Negra de Gijón. Su narración, escrita y oral, te lleva de la mano.

¿Cuáles son los ojos del mar?

Es una pregunta difícil de contestar. Hay dos perspectivas: la nuestra o la que se ofrece desde el mar y el pensamiento antropocéntrico del que se habla ahora tanto. Los ojos del mar serían los nuestros: somos los que tendríamos que saber qué nos dice y qué le ocurre al mar. Y nos está diciendo que con el cambio climático estamos teniendo olas de calor marinas cada vez más frecuentes con consecuencias para las rías de Galicia y para los corales en el Mediterráneo. Si hablamos desde la perspectiva de los ojos del mar hay que tener en cuenta a los peces, cualquier tipo de organismo y de animales que viven allí, y las plantas. Es decir, toda esa naturaleza que de alguna manera nos mira realmente. Y todo lo que le ocurre al mar nos pasa a nosotros. Sería buena una mirada doble hacia el mar, unos ojos duplicados, dos ojos que se miran, que hubiera una mirada correspondida. 

Aunque el 40% de la población española reside junto a la costa, muchos, a pesar de la vecindad o cercanía, viven de espaldas al mar. 

"El mar nos implica a todos. Vivimos en un país que es casi una isla. Hay que recordar lo que significa península"

Si se observa una imagen satelital de España por la noche, veremos un gran agujero de luz, que otros podrían decir que es negro, y que sería Madrid, y un collar de cuentas brillantes alrededor de la costa. Cuando pensamos en la costa, lo hacemos en la playa. Nuestra mirada hacia el mar también ha cambiado en muchos aspectos. El mar sigue siendo para nosotros un elemento de vida importante y económicamente habría que resaltar el potencial turístico que tiene España. El mar nos implica a todos. Vivimos en un país que es casi una isla. Hay que recordar lo que significa «península». El mar nos debe ocupar y preocupar, igual que lo que sucede en el interior del país.

¿No hay demasiado divorcio entre el Cantábrico, el Atlántico y la cuenca mediterránea? 

¿Quieres decir a la hora de conocerse? 

Sí, a la hora de conocerse, y un poco de conocernos también.

Eso pasa un poco en general en toda España, pero también depende del interés de cada persona. En mi anterior libro abordaba las cuencas mineras y no era únicamente las que conocía o tenía más próximas, sino que me interesaban todas. Ahora me ocurre igual: todos los mares me interesan. Supongo que habrá quien le interese o acepte mi propuesta y los quiera conocer. Ese desconocimiento también podríamos llevarlo al interior. ¿Cuánta gente conoce verdaderamente los territorios que hay en España y lo que les ocurre? Intento que mi libro también sea un vehículo de descubrimiento y de conocimiento para todos esos territorios de costa que en el fondo se parecen más de lo que ellos creen. Muchas veces me han preguntado en Galicia si es muy diferente el Atlántico del Mediterráneo. Aunque hay más semejanzas, claro que hay diferencias. En unos territorios es más importante la pesca y en otros la turistificación o la construcción al lado del mar.

Laberinto mar: el océano en la mirada

¿Cómo están cambiando las comunidades marítimas?

Lleva cambiando desde hace ya décadas, pero es mucho más acelerado ahora. Antes era habitual que el abuelo y el padre fueran pescadores y luego el hijo también lo fuera y heredara el barco. Eran comunidades que empleaban tanto a hombres como a mujeres, porque también, igual que en la minería, hay muchos trabajos que realizaban y realizan las mujeres. Y también en relación con un medio natural como es el mar, que no dominamos, y que tenía este peso de la muerte, de los naufragios. A mí el tema laboral me parecía muy interesante para abordarlo en la literatura, pero me di cuenta de que el mar era muchas cosas y que no me iba a quedar únicamente en la pesca y el marisqueo, sino que iba a ampliarlo a toda la significación del mar. 

Tenías dos opciones: hacer un catálogo de lo que es el mar o centrarte en uno o dos temas.  

"El mar tiene una capacidad de atracción enorme y también desde el punto de vista laboral"

Es un tema infinito, claro, y también apasionante. El mar tiene una capacidad de atracción enorme y también desde el punto de vista laboral, que me interesa mucho. Y condiciona el haber sido un país de navegantes, para bien y para mal, con las cosas positivas y con las negativas. Como digo al principio del libro, querer escribir del mar, en este caso los mares de España, en un libro es como un empeño de loca, porque es imposible. Hay que partir de esa imposibilidad, intentando tocar todos estos temas, hablar de lo actual y del pasado. Esto no daría para un solo libro, sino para una biblioteca. 

En toda la obra están muy presentes los ojos de la niña que disfrutaba de la playa de San Lorenzo de Gijón.

Claro. Es mi conexión con el mar Cantábrico porque mi abuelo y mi abuela se fueron a vivir allí. Son los ojos de la niña en el sentido del descubrimiento, de recordar y refrescar la memoria que puedo tener en relación con el mar y también con un sentido o una intencionalidad de espejo. Es la misma memoria de muchísima gente, de gente incluso que a lo mejor no tiene una conexión con el mar tan directa ni tan íntima y personal como puede ser la de las familias marineras, pero sí tiene una conexión del mar con la infancia, con la familia, con los viajes…

El libro tiene 117 referencias y utilizas muchísimo material, pero seguro que has desechado también una enormidad.

Efectivamente, hay cosas que se desechan o que quizá no iban por donde había pensado. Como dice muy bien Leila Guerriero cuando habla de la investigación periodística, en un libro hay un 90% que queda oculto y un 10% es el que se revela. Pero si ese trabajo está bien hecho, ese 10% que se revela es significativo y es interesante. Pero para eso hay que hacer todo ese trabajo de documentación.

¿Cuál es tu método?

Lo he ido combinando. Lo primero que hacía antes de viajar a cualquier territorio era documentarme, leer cosas sobre ese espacio, los temas que iba a tratar allí e intentar encontrar algunos testimonios para después quedar con esas personas. Muchas veces descubres otras historias que te van llevando a otra. 

Una mezcla de brújula y mapa.

Escribir es tan difícil que es bueno usarlo todo, todo lo que haya a nuestro alcance. Cuando vuelves del viaje con toda esa información, también tienes que seguir documentándote porque hay cosas que a lo mejor has podido encontrar, pero te falta contexto para comprenderlas bien. 

¿Cuándo se pone el punto final a un libro?

"Los libros no se acaban, sino que se abandonan"

Los libros no se acaban, sino que se abandonan. Llega un momento en el que tú dices de concluirlo porque efectivamente si no nunca acabaríamos de escribir un libro, sobre todo de este tipo. A mí me ha pasado en este, al igual que el anterior, porque había cosas que estaban ocurriendo en ese momento que después yo tenía que revisar y las revisé hasta el momento de la publicación, para que estuviera lo más actualizado posible. Pero el libro tienes que finalizarlo, y yo creo que también eso es lo que hace que el libro quede un poco como marca de ese momento, es decir, por ejemplo todas las cuestiones que se apuntan en el libro sobre la situación del Mar Menor, la turistificación, el cambio climático… Puedo decir lo que pasa en ese momento, pero no hacer un ejercicio de vaticinios ni de nada de eso. Son libros que podrían no acabarse nunca. 

¿Pero tú te planteas actualizarlo cuando haya nuevas ediciones, o bien piensas que es lo que publicaste en 2024 y ahí está?

El libro es fruto del momento en el que se escribió, del momento en el que están ahora las costas españolas, las relaciones con lo laboral, las relaciones con lo personal, con lo sentimental de las personas que viven allí. Por supuesto hay cosas que variarán, que ojalá mejoren, o algunas que empeorarán. 

Y que son importantes para el futuro. 

Pero ese futuro está por escribir. 

¿Qué referencias has tenido? ¿Obras como Gran Sol, de Ignacio Aldecoa?

Gran Sol es un libro de marineros. Conoce el trabajo que ellos hacían, se documentó enormemente, pero toca solo una parte del mar. Es uno de los libros a los que aludo. Esa mirada sobre el mar también la veo en autores actuales como Manuel Rivas, que yo creo que es el más marino de nuestros escritores. También está en Carmen Conde y sus poemas del Mar Menor, o en Leire Bilbao, cuyo padre fue pescador de altura, o en libros de Jordi Ballart, o Marina Perezagua. Y desde luego aparece en Rafael Alberti, las canciones de Serrat, Rosalía de Castro… 

Tu mirada sobre la mujer se refleja en toda la obra.

"En las zonas marítimas siempre ha habido profesiones más de hombres y profesiones más de mujeres, pero la mujer ha estado siempre ahí"

En las zonas marítimas siempre ha habido profesiones más de hombres y profesiones más de mujeres, pero la mujer ha estado siempre ahí. Por supuesto, tampoco invento nada, sino que, por ejemplo, ahí me refiero a Blasco Ibáñez, quien por ejemplo en Flor de mayo hablaba también de las pescadoras y de esa comunidad marítima, en este caso valenciana. Era un mundo muy masculinizado, como es hoy en día también. Muchas de ellas están criando a los hijos, reparando las redes, vendiendo el pescado, ocupándose de la casa. Están ahí y eso es lo que hace que la perspectiva esté completa. 

Tienes un tema, lo reporteas y luego lo investigas. Y cuidas mucho el lenguaje, con una gran obsesión en cuidar siempre el estilo.

Para mí es muy importante. El fondo y la forma son uno. No escribo ensayos académicos, a los cuales, por supuesto, me acerco y que creo que son muy útiles y en muchos casos muy reveladores, pero yo lo que hago es literatura. Es la forma en la que yo me expreso, es la forma en la que quiero que estén los temas que yo toco. El lenguaje literario tiene una potencia y una capacidad de llegar a los lectores que sigue siendo muy fuerte y válida. Porque al final, si tú estás hablando de la situación de una costa, o de unas especies, o de un mar, o lo que sea, si tú eso lo escribes de una manera hermosa, incluso la hermosura en lo horrible también, se vuelve más cercano, más interesante y concierne más al que lo lee.

Porque tu punto de vista es más cercano.

Claro. Es una mirada, tener una voluntad de estilo y la manera en la que enhebro y vertebro todos los temas. Como digo, es literatura, aunque sea efectivamente no ficción, que sea ensayo, que sea periodismo narrativo… Se trata de utilizar el lenguaje y toda la riqueza y la brillantez que tiene para que estos temas se vuelvan más presentes para quienes los leen. 

Has comentado antes el caso de la maestra Leila Guerriero. ¿Qué otras maestras o maestros te interesan más o relees, de la época actual o clásicos? 

"Emilia Pardo Bazán ya escribía artículos muy literarios, al igual que Magda Donato, Chaves Nogales, Carmen Conde... No estamos inventando nada, estamos recogiendo una tradición"

Vivimos un gran momento para lo que podríamos llamar no ficción, en general. Yo lo llamaría ensayo, aunque parece que todavía hay temor a esta palabra, que yo creo que confundimos en su planteamiento, porque el ensayo se trata de que sea divulgativo, ¿no? El fenómeno no es nada nuevo. Emilia Pardo Bazán ya escribía artículos muy literarios, al igual que Magda Donato, Chaves Nogales, Carmen Conde… No estamos inventando nada, estamos recogiendo una tradición. Es verdad que esta tradición ha sido enriquecida ya desde hace muchos años por Latinoamérica, con la cual compartimos idioma, y desde Relato de un náufrago, que escribió García Márquez, hasta los autores que hoy vemos como maestros, que serían Leila Guerriero, Martín Caparrós o Svetlana Alexiévich, primera premio Nobel periodista con un periodismo muy literario y de una altísima altura estilística, y también te diría Elena Poniatowska o Alma Guillermoprieto. Y en España me fijo en el trabajo de Ander Izaguirre, Virginia Mendoza o Nacho Carretero. Y en puramente ensayo, en Irene Vallejo.

Aunque no quieres desvelar cuál es el próximo proyecto, como es lógico, quizá sí puedes decir si el próximo libro va en esta línea de periodismo narrativo o vas a volver a la ficción, a la novela. 

Tengo ahí alguna idea, pero prefiero no decirlo. 

Portacontenedores Algeciras

El libro tiene una carga lírica importante. ¿Hasta qué punto también la poesía es para ti un ingrediente fundamental?

Soy muy lectora de poesía, le tengo una gran respeto, y eso se nota. Yo nunca he publicado poesía, excepto en una novela que incluía un poema que escribí, haciéndola pasar por la de un personaje. La poesía posee el don increíble de la esencialidad de la palabra: no debe haber ni una palabra de más. También educa mucho el estilo, la mirada, y es una fuente de inspiración, aparte de lectura placentera. Me interesa mucho la poesía de Alba Cid, de Idea Vilariño, de Lorca, Gamoneda… Aprendo mucho leyendo poesía.

Aparte del periodismo narrativo, ¿cómo ves la situación del periodismo actual en España. ¿No hay demasiada polarización? 

"Hay que destacar el papel de la prensa como un lugar al que acudir para que las cosas que te cuenten sean reales"

Sí que hay mucha polarización, pero la polarización de la prensa se debe a la polarización política, y suele ser un error. Por una parte te diría que es inevitable, porque ahí hay espejos de distintas formas de pensar políticas, pero por otra parte creo que la prensa en este momento debería estar mucho más pendiente de los bulos y las desinformaciones. Hay que destacar el papel de la prensa como un lugar al que acudir para que las cosas que te cuenten sean reales. Eso sigue teniendo importancia, incluso más que antes. Y para eso necesitamos una prensa que sea fuerte y prestigiosa. El problema es que ahora mismo mucha gente joven se informa por las redes sociales de cosas que no sabes muy bien de dónde vienen. Y estas redes sociales tienen una cámara de eco dominada por el algoritmo que elige los temas afines o en lo que más pueden destacar, incluso en negativo. En paralelo, hay un periodismo que se está juntando mucho con la literatura y periodistas haciendo investigaciones muy valiosas que está pasando a los libros. Eso me parece súper interesante y el público lo está acogiendo con mucho interés. Y por otra parte yo creo que los medios tienen también que tener esa visión en común, algo tan difícil como decir que nosotros hacemos un trabajo profesional en el que no mentimos al margen de la ideología de cada medio. Eso es más importante que nunca, porque ahora mismo cualquiera con un móvil puede decir lo que sea.

Y a ti, al margen de tu carrera como autora, ¿te gusta seguir desarrollando tu trabajo como periodista?

Ahora mismo estoy más más ligada a la literatura y a la docencia, dando talleres de creación literaria, pero también colaboro con algunos medios y programas de la radio. Lo que he hecho con estos libros es dar un paso más en este periodismo narrativo que conlleva años. Es un cambio importante o distinto respecto a lo que yo hacía antes. A mi editorial le interesa lo que hago y tengo esta posibilidad también de desarrollar ese periodismo literario teniendo la oportunidad de hacer temas pequeños o más reducidos de periodismo, como escribir una columna de opinión.

¿Qué opinas del centralismo en España?

"Tenemos que ser más abiertos a la hora de considerar la dimensión del país, de los distintos territorios, de conocernos mejor"

Muchas veces pensamos en las grandes ciudades. Yo no vengo del centro, pero tampoco quiero llamarlo «periferia» porque la periferia no existe. Somos un país en conjunto. Gran parte de los autores que están escribiendo ahora cosas muy interesantes están tocando temas que no tienen que ver con Madrid ni con Barcelona ni viven allí. Paco Cerdá está en Valencia, Ander Izaguirre en Guipúzcoa y Virginia Mendoza en Castilla-La Mancha. Tengo una visión mucho más amplia de lo que se está escribiendo, de muchos lugares, de muchos sitios. Ese centralismo existe. Si llueve en Madrid parece que llueve en toda España, ¿no? Pero eso no es así. La literatura está reflejando muchos territorios y realidades distintas. Puedo publicar en una editorial nacional temas que tocan toda España y hacer un periodismo también nacional. Tenemos que ser más abiertos a la hora de considerar la dimensión del país, de los distintos territorios, de conocernos mejor. 

¿Y la vida de Ponferrada en concreto?

Soy de la montaña central de León y hace ya unos años que estoy viviendo en El Bierzo, un territorio de frontera que no está lejos del mar porque tengo Asturias y Galicia muy cerca. Además ahora tiene virtudes naturales, con muchos pueblos, y está cambiando. Es un lugar con cuencas mineras, de térmicas, que ahora mismo se están acabando. Un lugar donde vivir, de alguna manera, tiene las ventajas también de los lugares pequeños o medianos, de no tardar tiempo en llegar a los sitios.

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