En buena medida, la literatura se sustenta más sobre lo probable que sobre lo posible. Es casi posible que nadie haya vivido una vida así, pero es probable que exista quien la padezca. La mayor diferencia entre un concepto y otro está en su modificación en cuanto se le añade el prefijo «in» : imposible frente a improbable. Lo que nos relata la ficción puede ser imposible, pero no se permite el lujo de ser improbable. Ni siquiera en los relatos góticos o de ciencia ficción.
Hablamos de gente que de vez en cuando parece ausentarse de sus propios días, y cuando quiere darse cuenta comprueba que la vida ha sucedido, que la vida no aguarda como esperamos nosotros a que pase el próximo tren. A pesar de ello, no cesarán de preguntarse si allí donde están, en ese espacio y ese momento, ese sigue siendo su lugar. Las decisiones fluyen entre lo que creemos que somos y lo que la gente espera de nosotros, lo cual nos puede convertir en integrados o rebeldes. Sea cual sea el resultado, los destinos de los personajes no afectarán en nada al palpitar del mundo. Supervivientes y en buena medida vagabundos (algunos con más énfasis que otros, pero todos saltando por los días y las noches), expuestos a la muerte, incluso a la agonía, relacionándose con celos y ternura, adictos a lo que sea con tal de que ese placer se muestre como un escape, piezas que se mueven en un itinerario que no terminan de elegir, forman parte de un lumpen posbélico, es decir, de la tristeza. De sus encuentros, de los encuentros del lector con ellos, uno debería deducir en qué consiste la esencia de la vida. Pero parece que es imposible e improbable deducir nada.
El libro está planificado en orden cronológico, con lo que podemos atisbar el proceso de maduración creativa de Sakunosuke, que va incrementando sus recursos —de estructura, de formulación, de composición—, sin abandonar jamás la frescura de la juventud. Su estilo es natural y es humilde. Así es como mejor nos dará a conocer a estos seres que se mueven entre la nostalgia por la vida y el desapego por la vida. Hay algo grato en esta tristeza, en esta pobreza que va relatando, y es el darse cuenta de que nuestro autor es capaz de ser realista sin atender a la emoción que movería el mundo de no existir el miedo, que es la ambición. Aunque sólo sea por eso, merece, y mucho, la pena leer este volumen.
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Autor: Sakunosuke Oda. Traductores: Yoko Ogihara y Fernando Cortés. Título: El signo de los tiempos. Editorial: Satori. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
TU relato es tan existencial que me genera el deseo de leerlo.