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Novela grieta

La última novela de Karmele Jaio es un cúmulo de reveses que la vida da a tres personajes. Ismael, hombre acomodado en su condición de “hombre hombre” (aunque a veces no sepa lo que eso significa), así como en su carrera literaria, para la que trata de aparcar su inseguridad en un momento de sequía creativa. Jasone, que ya deshojó otra identidad para encajar en su nueva tierra, que dejó atrás su nombre y su deseo de escribir para colaborar con su marido Ismael en la corrección de sus textos. Jasone, una mujer que perdió su identidad para convertirse en la “mujer de”, “el apoyo de”, sin que nadie, ni ella misma, la valore por quién es. Libe, que se despegó de su familia tempranamente para abrazar una causa política que le complicó la vida. Libe, que voló lejos de su hogar, hasta Alemania, donde parece haberse encontrado, lejos de todo.

"Los personajes de La casa del padre sufren contratiempos que les hacen plantearse la dirección que tomaron, o les crean nuevas dudas sobre la identidad que habían construido o asumido"

Los personajes de La casa del padre sufren contratiempos que les hacen plantearse la dirección que tomaron, o les crean nuevas dudas sobre la identidad que habían construido o asumido por las circunstancias. La madre de Ismael y Libe sufre un accidente doméstico y permanece ingresada en el hospital. En ese breve tiempo que deben turnarse para cuidar al padre que sigue en casa, ambos hermanos verán cómo la idea de “hijo” e “hija” que habían asumido se ve tambaleada por la presión familiar y social. La construcción social de la idea de familia se presenta en estos días aciagos como instalada sobre arenas movedizas. Al mismo tiempo, Jasone comienza a florecer. La literatura provoca en ella un despertar a su esencia, vuelve a estimular sus deseos de escribir y construirse, nuevamente, a partir de los textos escritos.

Es La casa del padre una novela grieta en la que la autora crea, durante toda la narración, pequeños pozos por los que los personajes caen, para luego resucitar. Ismael, Jasone y Libe se ahogan parapetados tras el corsé de quienes deben ser, quienes estaba escrito que fueran. Como Alicia tras el conejo blanco, Ismael, Jasone y Libe deambulan por las páginas de la cuidada prosa de Jaio, tras el mágico bebedizo que les permita continuar, encontrar una salida del laberinto emocional en que se encuentran inmersos.

"Tiene La casa del padre un aroma intimista y social. Hay en esta novela de Karmele Jaio espacio para la intensidad de los recuerdos familiares"

La literatura es, en esta novela, el faro que ilumina a los personajes, la columna vertebral que los sostiene en un mar de secretos que amenaza con ahogarles. La literatura les plantea dudas como escritores profesionales y se convierte, en varias ocasiones, en la tabla de salvación frente a la incertidumbre. La literatura permite que recuerdos dolorosos vividos y no vividos enraícen en su presente y en ese presente encuentren las respuestas a las preguntas que jamás llegaron a hacerse.

Tiene La casa del padre un aroma intimista y social. Hay en esta novela de Karmele Jaio espacio para la intensidad de los recuerdos familiares, pero también hay espacio para la grieta personal y social. Hay espacio para las consecuencias del activismo político, de los años del plomo en el País Vasco; hay espacio para las heridas familiares que se reabren, para las heridas emocionales de las que, en apariencia, nada se sabe.

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Autora: Karmele Jaio. TítuloLa casa del padre. Editorial: Destino. VentaAmazonFnac y Casa del Libro

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