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Novela histórica Ciudad de Úbeda 2020

Novela histórica Ciudad de Úbeda 2020

Las dificultades de celebrar un certamen en vivo en tiempos de pandemia.

¿Tiene sentido la celebración online de un certamen de novela?… Posiblemente no, porque los encuentros entre autores y con el público pierden su esencia y se convierten en una sucesiva exposición de charlas y entrevistas de las millones que pueblan las redes. Este hecho lo tuvo muy claro, desde un principio, Pablo Lozano, director del Certamen de Novela Histórica de Úbeda, quien luchó, día a día, para que la novena edición saliese adelante como todos los años, aunque con mascarillas. Y salió. Tras una incertidumbre de meses, finalmente, a mediados de noviembre, nos reunimos en Úbeda, la tierra de Antonio Muñoz Molina y de Joaquín Sabina, un grupo de periodistas y escritores para movernos alrededor de la novela histórica, que goza, como vimos, de buena salud y sigue despertando el interés del público.

Había otra razón de peso para insistir en la celebración en vivo de estas jornadas: Úbeda se diferencia del resto de congresos de narrativa histórica en que a los encuentros y debates —la substancia— se añade  la acción y la representación —el espectáculo—. Ambos elementos son como las dos caras de una misma moneda que valora la Historia. En esta edición se recrearon, en las históricas calles, dos batallas del siglo XIX: la toma y evacuación de la ciudad de Sennar en Sudán, y la resistencia inglesa ante los zulúes en Sudáfrica.

"Este año tan complicado el escritor que abrió el certamen fue Santiago Posteguillo, el autor de novelas históricas más leído en España, gran especialista en el mundo romano"

Son estas dos partes del certamen, la literaria para una minoría lectora y la épica para un público amplio y participativo, lo que da identidad e imprime carácter a este certamen, que en la próxima edición cumplirá diez años. Pablo Lozano, que es también el director del Museo de las Navas de Tolosa, quiere celebrarlo invitando a una figura muy popular, como podría ser Isabel Allende, Arturo Pérez-Reverte o el mismo Ken Follett. El británico estuvo a punto de participar en una edición anterior —al fin y al cabo Úbeda es, junto con Baeza, patrimonio de la humanidad—, pero rechazó la invitación al no existir un aeropuerto cercano.

Este año tan complicado el escritor que abrió el certamen fue Santiago Posteguillo, el autor de novelas históricas más leído en España, gran especialista en el mundo romano, al que ha dedicado miles y miles de páginas. Posteguillo fue al único escritor al que le paró la policía, en su itinerario por tres comunidades confinadas, aunque uno de los agentes lo reconoció y se declaró lector de su premio Planeta, Yo, Julia. Sobre esta novela y su complemento, Y Julia retó a los dioses, habló con ingenio y claridad el escritor, recordándonos las referencias que ambas novelas guardan con Robert Graves y sus dos famosas obras —véase el paralelismo de los títulos— Yo, Claudio, y Claudio, el dios.

Santiago Posteguillo abrió el Certamen de Novela Histórica. Foto: J.M. Plaza.

Tras catorce años dedicado a la Roma antigua, surge la inevitable pregunta: ¿no está tentado de escribir una historia actual?. Su respuesta fue muy clara: «Mirad mi última novela. En ella hay peste, cáncer, eutanasia, xenofobia, una mujer que lucha en un mundo de hombres, corrupción, violencia, enfrentamientos políticos, un médico como Galeno, que recomienda lavar las heridas y lavarse las manos, y ahora mismo nos siguen recordando que hay que lavarse las manos».

Porque las novelas de Posteguillo no son sólo novelas de romanos, y si nos fijamos, por ejemplo, en la última, descubriremos que, como esas muñecas rusas, guarda sorpresas dentro y contiene otros géneros. Y por lo tanto, podría considerarse también una novela de crímenes, una novela negra, una novela romántica, una novela de ciencia-ficción (el viaje más allá de la muerte) y hasta una novela erótica. Todo ello ofrece Y Julia retó a los dioses, tal como lo comentó su autor, quien siente el viento de la actualidad cuando se sumerge en el pasado y escribe sobre hace dos mil años.

"Otro de los premios del certamen, denominado Los Cerros de Úbeda, que se concede a la mejor novela histórica publicada durante el año, recayó en Poniente, de Álber Vázquez"

El escritor valenciano recibió el premio Ivanhoe, que concede el certamen a toda una trayectoria. Se lo entregó Elena Rodríguez, una concejala de cultura atípica, ceramista, licenciada en Bellas Artes y realmente interesada por la cultura. Posteguillo, al recoger el galardón, dio las gracias a Lord Byron y la tía Jenny ante la sorpresa del público. Luego explicó el porqué de estos dos nombres, al recordarnos —ilustrarnos más bien— que si Walter Scott, el autor de Ivanhoe, es el padre de la novela histórica se lo debe tanto a Lord Byron, que le arrebató el título de poeta oficial, como a su tía Jenny, quien le contaba las leyendas de la Escocia medieval que fueron la semilla para sus libros. Al principio los firmaba con seudónimo, ya que la novela no tenía entonces el prestigio de la poesía o el drama, pero al enterarse de que el rey Jorge IV era un gran lector de esas novelas decidió recuperar  su nombre. Fue una lección de historia literaria de Posteguillo, que es profesor de literatura inglesa en la Universidad de Castellón, y un viejo conocido de este certamen, en donde incluso se ofreció como improvisado intérprete de Simon Scarrow, autor de la saga Águila, cuando el autor inglés pasó por Úbeda en una edición anterior, con su novela Pretoriano, lo que propiciaría una luminosa charla sobre dos grandes especialistas mundiales en el imperio romano.

Preparación de la resistencia inglesa ante los zulúes en la Plaza Vázquez de Molina, con la singular Sacra Capilla del Salvador al fondo. Foto: J.M. Plaza.

Otro de los premios del certamen, denominado Los Cerros de Úbeda, que se concede a la mejor novela histórica publicada durante el año, recayó en Poniente, la aventura de la arriesgada y complicada primera vuelta al mundo, de Álber Vázquez. El autor guipuzcoano no se presentó, sin embargo, a recoger el premio, ya que esos días —según rumores sin confirmar— corría un maratón.

"El custodio de los libros es una gruesa novela que cuenta la historia de la fundación de la primera biblioteca en suelo americano"

Sí que asistió, en cambio, Rodrigo Costoya, el nuevo premio Ciudad de Úbeda, dotada con 10.000 euros, a la mejor novela inédita, que patrocina la editorial Pamies. El joven autor gallego cruzó tres comunidades confinadas y recorrió 911 kilómetros para recibir el galardón y presentar El custodio de los libros, una gruesa novela que cuenta la historia de la fundación de la primera biblioteca en suelo americano, llevada a cabo por Alonso del Espinar, que en 1502 salió de Galicia en la expedición de Ovando.  En el libro aparece, como un personaje invitado, Cristóbal Colón, que fue precisamente el protagonista de su primera novela, Portosanto, en la que Rodrigo Costoya sostiene y recrea la vieja teoría —tiene ya 130 años— de que Colón no era genovés (ni, por supuesto, catalán) sino un noble gallego que apoyó a la reina Juana, «mal llamada la Beltraneja», en la guerra civil castellana contra la futura Isabel la Católica. Tras la derrota, el noble gallego desapareció y se reinventó años más tarde con el nombre que le haría famoso como el descubridor del nuevo mundo.

Vestidos de romanos, el periodista Javier Velasco presenta a Luis Manuel López y su novela «Oscura Roma». Foto: Jesús Delgado.

En esta edición tan atípica, en la que su director tuvo que ir improvisando sobre la marcha, fallaron numerosos autores invitados, varios de ellos de la propia Andalucía, como Jesús Maeso, que presentaba su nueva novela Oleum, el aceite de los dioses. Fue la primera vez en la que no asistieron editores, y algunos periodistas especializados tuvieron que hacer de improvisados presentadores ante el goteo de deserciones de nombres que habían confirmado su presencia. Sacar adelante el certamen fue una continua lucha contra las adversidades, y la duda del ser o no ser se mantuvo hasta el último momento. Cuando por fin, tres días antes de inaugurarse, se decidió que se celebraría de manera presencial el certamen y se cerró la contratación del hotel, la Junta de Andalucía anunció el cierre perimetral de la comunidad así como el cese de cualquier actividad a partir de las 18 horas. A pesar de este torpedo, Pablo Lozano decidió apostar por seguir adelante, aun sabiendo las limitaciones y las posibles ausencias. «Si el certamen se suspende, que sea la Junta quien lo decida».

Pero no se suspendió. Se adaptó la programación a «la normativa vigente», a las nuevas circunstancias: las jornadas se adelantaron, las copas nocturnas, consubstanciales a todo congreso que se precie, se cambiaron por las cervezas del mediodía, y repitieron actuación los presentadores. El periodista Javier Velasco, por ejemplo, introdujo a tres autores. Entre ellos, a Luis Manuel López, autor de Oscura Roma. Para esta ocasión —y dado el tema— ambos se disfrazaron de romanos, aprovechando los cientos de trajes de época de la Asociación Cero Culture, y así se presentaron ante el público en el auditorio del histórico Hospital de Santiago. La novela no es otra historia más de romanos. El autor se ha centrado en ese submundo más desconocido de los hechiceros, brujas, sicarios o asesinos callejeros que se mueven a la sombra de la ciudad. Son los plebeyos los protagonistas de esta obra, por la que se ha interesado el cine.

"La Historia tiende a repetirse, y los autores que bucean en ella suelen hallar paralelismos con la actualidad"

La fascinación de los narradores por este imperio parece inagotable. Si el certamen se abrió con el mundo romano, con este mismo mundo se cerró: el abogado navarro Juan Torres presentó El Primer Senador de Roma, una gruesa novela situada en el segundo siglo antes de Cristo, cuyo paisaje de fondo es la tercera guerra púnica, que llevará a la destrucción definitiva de Cartago. El viejo Catón será uno de los protagonistas de esta historia sobre el senado romano, que, según Torres, guarda ciertas similitudes con el actual Parlamento español: «Delenda est Cartago…», repetía Catón, y con esa consigna acababa sus discursos en el Senado.

La Historia tiende a repetirse, y los autores que bucean en ella suelen hallar paralelismos con la actualidad. Así lo señaló también el andaluz Francisco Bocero, quien presentó en el certamen su novela El último sueño del rey, una obra que reivindica la figura de Fernando VI, un monarca pacifista y mal conocido, que no quiso entrar en la Guerra de los Siete años, y que acabó muy enamorado de Bárbara de Braganza, una culta y poco agraciada princesa portuguesa, «fea, gorda y con viruela». Tras salir huyendo en su primer encuentro, el joven rey fue conquistado lentamente por las cualidades de esta mujer excepcional que dignificó el trono español.

Hubo más temas y autores en este certamen, como el descubrimiento del Parque Nacional de Yellowstone por unos aventureros españoles en Senderos salvajes, de Santiago Mazarro, que refleja un siglo XIX norteamericano muy distinto al que estamos acostumbrados de contemplar. Muy interesante fue la intervención del catedrático y abogado sevillano Juan Luis Pulido, autor de tres novelas que, sin querer, forman una trilogía sobre la Andalucía del siglo XIII y XIV: La última frontera, Lloran piedras por Al Ándalus, y la recién aparecida Guzmán el Bueno, el señor de la frontera. A partir de la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, todo cambia. En este siglo, para el autor, se acaba prácticamente lo que se ha llamado la Reconquista. «Te dejo la península, una parte conquistada y otra sometida», dicen que dijo Fernando III a su hijo Alfonso X, que quizás fuese sabio, pero un desastre políticamente.

La concejala de cultura, Elena Rodríguez, entrega el premio a la mejor novela inédita al escritor gallego Rodrigo Costoya. Foto: Jesús Delgado.

En Lloran piedras por Al Ándalus, Pulido cuenta la llegada de los castellanos al valle del Guadalquivir y la conquista de Andalucía desde el punto de vista de los conquistados, los andalusíes, y bucea sus interrogantes: ¿nos vamos? ¿nos quedamos?, ¿llegamos a un acuerdo?… Para Pulido, el siglo XIII es el siglo que configura la actual Andalucía, y reconoce que sus habitantes son los descendientes de los castellanos, que fueron los que repoblaron las tierras recién conquistadas.

"Esta edición no renunció a que el público local asistiera a actos literarios ni participara o fuera espectador de las dos batallas que se representaron en sus históricas calles"

«No soy un historiador. Cuando escribo no procuro buscar la verdad, sino lograr la verosimilitud. Escribir una novela histórica es como pintar un cuadro, en donde algunas partes están ya dibujadas borrosamente. Los huecos, las lagunas, el resto, lo rellena el novelista con su imaginación, buscando que guarde coherencia de fondo y de forma con el contexto temporal». Esta reflexión que hizo Pulido se podría poner, en general, en boca de la mayoría de los participantes de la novena edición del Certamen de Novela Histórica Ciudad de Úbeda, la más heroica de las celebradas, y la que mejor será recordada por aquellos que se atrevieron a desafiar las adversidades, atravesando comunidades confinadas para llegar a una ciudad que se cerraba a las seis de la tarde, como toda Andalucía, pero que no renunció a que el público local asistiera a actos literarios ni participara o fuera espectador de las dos batallas que se representaron en sus históricas calles.

Y al margen de la novela, y ciñéndonos a la historia reciente, la concejala de cultura nos comentó que se está preparando la ruta literaria de Antonio Muñoz Molina, nacido en la plaza de San Lorenzo, y se trabaja en otro proyecto, aún sin concretar, sobre Joaquín Sabina, hijo predilecto y cantante al que algunos participantes rendimos homenaje tomando un vermú en Calle Melancolía, una taberna, cercana al hotel Álvar Fáñez, ambientada con fotos, objetos y música de este cantautor, que nació un 12 de febrero en la plaza Primero de Mayo de Úbeda, una ciudad cuya parte histórica nos recordó más a Salamanca que a cualquier localidad andaluza.

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