1932 fue el año de Gran Hotel (Grand Hotel). En la edición anterior la obra galardonada con el Oscar a la mejor película había sido Cimarrón, western épico cuya trama se desarrolla a lo largo de cuatro décadas, desde 1889 a 1929, centrada en la fiebre por conseguir tierras en el territorio salvaje de Oklahoma. Como en tantas otras ocasiones, su guion fue una adaptación de la novela homónima de Edna Ferber publicada en 1929.
Gran Hotel, dirigida por Edmund Goulding con guion de William A. Drake, y basada en la novela de Vicki Baum, Menschen im Hotel (Gran Hotel), sin embargo, se aleja de la épica de su predecesora. Más bien representa todo lo contrario. Aquí se ahonda en la decadencia. Una decadencia no solamente humana, también social. Es la caída tras el éxito, la agonía de una noche para el recuerdo. Nada que ver con su trayectoria comercial, por cierto, dado que su éxito en las taquillas, hizo que los ingresos triplicasen su presupuesto.
Vicki Baum fue otra de tantas personas que se vieron obligadas a autoexiliarse de la Austria de principios de los años 30 debido a su origen judío. Estados Unidos le concedió la nacionalidad en 1931, país en el que vivió hasta que la leucemia pudo con ella en el Hollywood de 1960. Lo que la estupidez y la barbarie, como, igualmente, en tantas otras ocasiones, quitó a un país se lo regaló a otro. Porque, claro, lo más inteligente y eficaz del mundo, como bien nos enseña la historia, para el desarrollo de una sociedad es perseguir, encarcelar y asesinar a sus propios científicos, intelectuales o artistas. Tras su muerte fue recordada como uno de los últimos reflejos de una Europa en vías de extinción, refinada pero al mismo tiempo enclaustrada al igual que su más famosa creación, el Gran Hotel, icono de la época de entreguerras. Institución, en palabras de uno de sus biógrafos, “liberada de las estrecheces y ataduras del hogar y al propio tiempo ordenada, limpia y seria como desearía el buen catador de la vida ligera”.
Menschen im Hotel (Gran Hotel) fue publicada en 1929. Es conocida por haber sido uno de los primeros bestsellers a nivel mundial. Es una de las obras pioneras en ubicar un número relativamente alto de personajes de lo más variopinto en un lugar o evento como escenario de otros tantos dramas individuales y singulares. En este aspecto su legado es más que notorio, incluyendo, por ejemplo, el denominado como género de “desastres”. Escrito en el cielo (The high and the mighty), novela escrita en 1953 por Ernest K. Gann, posteriormente, en 1954, llevada a la gran pantalla por William A. Wellman, o la mismísima Aeropuerto (Airport) obra de Arthur Hailey publicada en 1968 y cuya versión cinematográfica, de la mano de su director George Seaton, fue estrenada en 1970 podrían ser buena muestra de ello.
Uno de los mayores aciertos de Gran Hotel, al margen de su estructuración como escenario, es la caracterización de sus personajes principales. La mismísima Greta Garbo, en el papel de la bailarina rusa Grusinskaya, la diva agotada, la estrella cuyo brillo interior se está apagando y únicamente piensa en descansar, en que la dejen en paz, en terminar. Un reflejo de lo que luego sería la vida de la propia Garbo. El Doctor Otternschlag, interpretado por Lewis Stone, un veterano de la Primera Guerra Mundial con el rostro desfigurado que ha hecho del Gran Hotel su residencia permanente en un intento baldío de curar su soledad. Todos los días revisa su casillero del correo con idéntico resultado. Nadie le escribe nunca. “La gente viene y se va. Nunca pasa nada”, es su frase. John Barrymore como el Barón Felix von Geigern, malgastador de fortunas, jugador y ladrón de guante blanco a tiempo parcial. La joven taquígrafa Ms. Flaemmchen, encarnada por una aún más joven Joan Crawford, dispuesta a todo con tal de abrirse camino.
No podemos dejar de mencionar un personaje más, el más decadente y gris de todos ellos, quizá el más representativo, Otto Kringelein, personificado por Lionel Barrymore. Es un contable, tan aburrido como pacífico, quien, tras descubrir que se está muriendo, y dejar plantada a su mujer, decide pasar el tiempo que le queda viviendo a todo trapo quemando los ahorros familiares, para lo cual, cómo no, elige el deslumbrante lujo del Gran Hotel.
Asistimos al final de una época. Una mirada melancólica presentada en un escenario en forma de hotel. Pero no es un hotel cualquiera, es el Gran Hotel, un lugar por el que van y vienen estrellas rutilantes, nobles caballeros, busca vidas y almas románticas. Para alguno de éstos es un lugar de paso, para otros, incluso, su último viaje, su destino final.
Autor: Vicki Baum. Título: Gran Hotel. Editorial: Círculo de lectores. Venta: Amazon
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