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Nuevas miradas sobre el franquismo

Nuevas miradas sobre el franquismo

A menudo a los historiadores se nos interpela desde fuera del ámbito profesional, criticándonos que insistamos en las mismas épocas, personajes y episodios históricos. No negaré que hay una parte de razón en ese planteamiento, por la inflación de títulos que generan centenarios u otras efemérides. Ahora bien, no debe extenderse dicha crítica hasta abarcar cualquier estudio o monografía sobre períodos que, aunque bien conocidos en sus líneas esenciales, siguen presentando un manifiesto atractivo para el investigador porque condensan rasgos, constantes o encrucijadas significativas en el devenir de una colectividad. Lo que sí debe exigirse a cualquier nuevo volumen sobre temas trillados es que justifique su aparición con aportaciones objetivas, sean estas nuevos descubrimientos o nuevas perspectivas de análisis.

Este es el reto que deberá asumir explícitamente el autor de cualquier libro que se enfrente a ese tipo de etapa histórica, un desafío que se hace más patente cuando se trata de ofrecer una valoración global en tono de alta divulgación. Desde estas premisas ha de juzgarse el proyecto y resultados de Ni una, ni grande, ni libre, el documentado y grueso volumen (760 páginas) que Nicolás Sesma (Vitoria, 1977), profesor en la Universidad de Grenoble Alpes, dedica al régimen franquista. Una historia de la dictadura escrita por alguien que no la conoció personalmente, pues nació dos años después de la muerte del Caudillo.

"La estructura del libro presenta un carácter acorde con lo usualmente establecido por la historiografía clásica"

Sesma pretende ofrecer un análisis de la dictadura desde una óptica comparativa, enmarcándola en el ámbito internacional del pasado siglo; pone el énfasis en la totalidad del territorio nacional, rechazando unas «pretensiones de verticalidad y homogeneidad» que no se correspondían «con la realidad plural del país» y, finalmente, «rechaza la atribución al dictador de un poder omnisciente, de tal manera que, sin restar un ápice de importancia a la figura de Franco, pueda recalibrarse el papel jugado por su clase política, las instituciones y el conjunto de la sociedad». Estas directrices y, en particular, la última, se prolongan hacia planteamientos que podrían parecer meramente formales pero que tienen un sentido más profundo: así, la preferencia de «la denominación de “dictadura” o “régimen franquista” frente a la más personalista de “franquismo”». El conjunto de estas consideraciones justifican un título aparentemente retórico (la deconstrucción del conocido lema de la dictadura): la España del régimen franquista, argumenta el autor, no era ni una, ni grande ni libre.

La estructura del libro presenta un carácter acorde con lo usualmente establecido por la historiografía clásica, hasta tal punto que pudiera hablarse, sin matiz peyorativo, de cierta convencionalidad expositiva. Aunque Sesma aspira a una «historia total» del régimen en sus más diversas vertientes —desde la económica a la social, pasando por la cultural—, es incontrovertible (e inevitable probablemente en una aproximación de las características de la suya) que la primacía corresponda a la historia política en sentido tradicional. El primer capítulo, el único sin fechas, opera a modo de preámbulo, tomando la pía imploración del discurso azañista de 1938 —«paz, piedad, perdón»— en su descarnada traducción franquista, o sea, la consigna de los vencedores: «ni paz, ni piedad, ni perdón».

"Como suele suceder en la mayor parte de los relatos y hasta en la vida misma, el momento de esplendor es la antesala inmediata de la decadencia o, simplemente, la caída y crisis terminal"

Los diez capítulos que siguen guardan un estricto orden cronológico. El punto de partida es «el año de la victoria», que se ocupa del «afán purificador» del nuevo Estado, la labor de cirugía de los «miembros gangrenados» del cuerpo nacional para instaurar su propio orden político y cultural. Los dos siguientes capítulos abarcan el período de la contienda mundial y se detienen en las piruetas internacionales del régimen, aun sin descuidar las implicaciones internas de los sucesivos bandazos: sobrevivir a toda costa era el objetivo supremo y por ello se impuso un cierto pragmatismo sobre la rigidez doctrinal. Como consecuencia, el régimen salió a flote con dificultades que no llegaron a angustias («aislamiento, ma non troppo») y pudo enfilar el comienzo de los años cincuenta en condiciones que le permitieron superar su desamparo internacional mediante sucesivos pactos, rentabilizando su nuevo estatus de valladar anticomunista en el nuevo contexto de polarización. El Generalísimo se convertía en centinela de Occidente y un aliado poco menos que imprescindible en el mundo de la guerra fría.

Sostiene Sesma que el régimen llega a su «mayoría de edad» en la segunda mitad de la mencionada década de los cincuenta, con lo que ello implicaba de asentamiento, estabilidad e incluso de «normalización exterior de la dictadura». La pax franquista se celebra como un hito histórico y el Caudillo asume rasgos de figura pacificadora y paternal en una España que deja de enfatizar su victoria en una guerra civil cada vez más lejana para revestirse de una nueva legitimidad con el desarrollo económico y social que pone en marcha una elite tecnocrática. Como suele suceder en la mayor parte de los relatos y hasta en la vida misma, el momento de esplendor es la antesala inmediata de la decadencia o, simplemente, la caída y crisis terminal. Paradójicamente es el éxito del régimen el que propicia las condiciones de su resquebrajamiento: el malestar de unas clases medias, la insatisfacción de las capas ilustradas, las reivindicaciones obreras y las protestas estudiantiles confluyen en unos anhelos de libertad que la dictadura no puede obviamente satisfacer. Tanto el asesinato de Carrero Blanco como la muerte del propio Franco son los episodios más llamativos de un proceso a todas luces imparable.

"Por ser tan auténtico, audaz y ambicioso en su capacidad de superar el trauma individual y restituirlo a la esfera colectiva, Visceral se imprime en los pliegues de nuestra memoria lectora y nos deja estupefactos"

Todo esto lo cuenta Sesma en un tono muy asequible a cualquier tipo de público. Hay un esfuerzo evidente en trascender el registro erudito y el lenguaje de especialistas para explicar las grandes líneas de desarrollo del régimen franquista. El autor procura no abrumar con detalles y precisiones que solo interesan al profesional de la historia. De ahí que sus páginas estén llenas de guiños y referencias al lector de hoy: es un libro sobre el pasado (en este caso, un pasado relativamente cercano) escrito desde la atalaya del presente, con todas sus implicaciones. Y con múltiples referencias culturales que establecen puentes entre el ayer y el hoy o, simplemente, relaciones sugestivas. Un mínimo ejemplo entre decenas posibles: la alusión al industrial Albert Puig Palau va acompañada de la aclaración de que dicho sujeto es el «tío Alberto» de la inolvidable canción de Joan Manuel Serrat.

Aunque la valoración global del régimen franquista sigue despertando acres controversias en nuestro país —más por razones políticas que estrictamente historiográficas— y, por tanto, algunas afirmaciones y planteamientos del libro suscitarán más que reparos, es indudable que su autor ha realizado un meritorio ejercicio de contención y mesura que, aunque no satisfaga a los extremos, ofrece un panorama de claroscuros que puede ser considerado por ello mismo un certero retrato de lo que fue el régimen vencedor de la contienda civil. Cruel pero cauto, intolerante pero pragmático, rígido y dúctil al mismo tiempo, nadie puede discutir que este «fascismo asimétrico» (tal es la conceptuación que emplea Sesma) supo evolucionar y adaptarse al compás de los tiempos, cualidad que explica en última instancia su pervivencia a lo largo de cuatro décadas.

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Autor: Nicolás Sesma. Título: Ni una, ni grande, ni libre: La dictadura franquista. Editorial: Crítica. Venta: Todos tus libros.

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Alfonso
Alfonso
6 meses hace

¡Qué cansancio, por Dios!