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Oda a la escritura

Oda a la escritura

Escribir es una manera de vivir

(Flaubert)

A menudo, un texto surge de una idea, un sueño, una palabra, una melodía, un aroma, un viaje o una película. En este caso, el pretexto para escribir fue la película Marie Curie, que el Instituto Francés y el Instituto Polaco de cultura programaron dentro del Festival Ellas crean. La intensa y apasionada historia de esta científica, ganadora de dos Premios Nobel, de Física junto con su esposo Pierre Curie (1903), y de Química (1911) parece una ficción. Marie Curie es una mujer que se reinventa y lucha por sus sueños. Como madre de dos hijos y viuda, persiste en sus proyectos profesionales hasta convertirse en catedrática de la Universidad de la Sorbona en París. Al conocer la vida de esta arriesgada mujer, las preguntas brotan para comprender sus logros en un contexto difícil, en el que asume responsabilidades y funciones reservadas a los hombres.

El diario de duelo que escribió Marie Curie, a la muerte de su marido Pierre, fue su refugio seguro y liberador para ella. A su vez es el germen que dio nacimiento al libro de Rosa Montero quien, tras leer este diario, encontró un respirador vital que la reconectó con el oxígeno de la lectura y escritura. Un paliativo mágico contra el dolor, un remedio infalible, con el que se recuperó del duelo. Así nació La ridícula idea de no volver a verte (2013), de los mimbres del sufrimiento propio y ajeno. Una suerte de ensayo autobiográfico narrativo, en el que recuerda cómo nace su vocación de escritora, desde la niñez, mientras permanecía recluida en casa por causa de la tuberculosis.

"Rosa Montero transforma sus abismos psíquicos en arte y celebra las muchas vidas que tiene toda mujer"

En este libro intercala dos vidas: la suya y la de Marie, una fusión testimonial que fluye como un texto híbrido. No sólo discurre por la memoria de la científica, sino también mide su propia vida. Reflexiona sobre el lugar de la mujer en la sociedad actual, en contraposición a las barreras y circunstancias difíciles que atravesó Marie Curie. Los paralelismos entre su propia viudez y la de Marie Curie transparentan una congoja mutua y, al mismo tiempo, le ayudan salir a flote. Sin embargo, ni Marie ni ella se quedan en el mismo nido relamiéndose, sino todo lo contrario: se reinventan hacia el futuro. Ella siente que vivir es narrar a partir de la memoria, como les ha pasado a tantas escritoras que han desnudado sus inquietudes más íntimas y han exorcizado sus frustraciones y heridas. Rosa Montero transforma sus abismos psíquicos en arte y celebra las muchas vidas que tiene toda mujer.

Al fin y al cabo, la vida fluye junto con el arte y permite distinguir lo esencial de lo banal, lo primordial de lo accesorio. El mundo sin arte y sin obras sería inhóspito y tedioso, un “mundo de autómatas” privados de la verdadera esencia del ser humano que transforma y se transforma a sí mismo. El vivir como el escribir es un arte moldeado con los colores de nuestra paleta personal, de la memoria y el pincel de la imaginación. La lectura y la escritura son dos caras del mismo oficio de vivir.

"Pienso que escribir es volver al inicio, es rebobinar la cinta del pasado, aquellas etapas sucesivas que se concatenan"

Pienso que escribir es volver al inicio, es rebobinar la cinta del pasado, aquellas etapas sucesivas que se concatenan. Es penetrar en el interior del ser y buscarse en estado puro, sin la influencia exterior. Es mirarse sin los afanes pasajeros, ni los tambores de otros tronos, sin la luz artificial que opaca, sin las sombras de otros tiempos, sin los fantasmas de la mente. Umbral decía: “Escribir es mi única redención, mi única realización. Es mi manera de estar en el mundo”. ¡Cuánta razón tenía! Uno vive mientras escribe, porque escribir es vivir. Es trazar las huellas y forjarlas a latido, lento o apresurado, del corazón, seguir la receta propia de la mente, sentir la respiración y el fuego interior que, como la lava, se desliza por los dedos.

Escribir es dejarse llevar a donde el bolígrafo te lleve. Dejarse coger las manos y conectar tus cables con la fuente de las palabras. Es recorrer todos los espacios de la mente, como una cibermáquina que escanea y transparenta tu ser. Es vivir desde varias dimensiones, posibles e imposibles. Es recibir la luz del faro primordial, el soplo de aire fresco. Es completar las piezas del pensamiento y dar forma a las acciones. Escribir es disfrutar el ritmo y dejarse llevar como si fuese un baile.

"¿Por qué y para qué escribo? Son las preguntas que rara vez nos hacemos cuando ejecutamos la acción de escribir"

¿Por qué y para qué escribo? Son las preguntas que rara vez nos hacemos cuando ejecutamos la acción de escribir. Simplemente seguimos el dictado de la mente y el impulso de los dedos, frente a una libreta o al teclado. Quizás es un modo de reencontrarnos con las preguntas filosóficas primigenias (¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?), para comprender la esencia y justificar nuestra existencia. Una manera de completar las fichas de nuestro propio rompecabezas, como titulaba el álbum El porqué de las cosas, que coleccioné en mi adolescencia.

Precisamente, en este Mes de las Letras, en el que el estallido de los libros novedosos en las ferias y en las librerías es variado y sorprendente, una imagen surrealista recrea lo contrario. Entre los libros de expurgo de una biblioteca aparecen como trastos viejos y en desuso El arte de la discreción y la prudencia, de Baltasar Gracián, y el Ensayo sobre la lucidez, de José Saramago, entre otros. Parece que la sociedad de hoy ha sustituido los libros por los móviles y, sobrada de consejos y tips, se atreve a desechar, precisamente, lo que le falta. Es una lástima perder agudeza mental y caer en la nueva caverna virtual para vivir atado y cegado en la oscuridad tecnológica, aunque el escritor y el acto de creación nunca podrán ser sustituidos por ninguna máquina, por más perfecta que parezca.

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Antonio
Antonio
8 meses hace

Me gusta el escribir como un arte y estilo de vida. Dejarme llevar por el boligrafo a donde quiera llevarme.