El género del true crime está convirtiéndose en una auténtica revolución. Prestigiosos periodistas e investigadores vuelcan en papel todas sus pesquisas sobre casos mediáticos que el gran público cree conocer, pero de los que apenas vislumbramos la punta del iceberg. A esa lista de autores de gran nivel tenemos que sumar por méritos propios a Beatriz Osa, porque su libro Olor a muerte en Pioz (Alrevés, 2020) está entre lo mejor del género, por documentado, profundo y, por supuesto, bien escrito.
La ficción nos ha enseñado que los monstruos atacan siempre a las grandes ciudades, pero en la realidad el crimen se puede dar en cualquier parte. La pequeña población de Pioz, en Guadalajara, nunca imaginó el terrible asesinato con el que amaneció en agosto de 2016. Una familia descuartizada, dos adultos y dos niños, con sus restos introducidos en bolsas de basura. Los descubrieron por el olor, ese hilo conductor de todo el relato, ese aroma a muerte que todavía acompaña a los protagonistas de este libro.
La atrocidad se filtra entre las páginas y poco a poco va empapando todo. Las preguntas saltan del libro y se meten en el lector hasta hacer suyo el drama y la investigación. El terror de todo padre es no poder salvar a su familia, y esto se ve acentuado por la frialdad del asesino y los mensajes de texto y selfies que envió a un amigo en Brasil. Son momentos que duelen, que se viven desde dentro y, quizá, esa sea la magia del true crime. Las víctimas tienen rostro, nombre, pasado, esperanzas, planes de futuro. Son tan parecidas a cualquiera de nosotros que es imposible pensar que esto solo le pasa a los demás. Puede ocurrir. El horror está ahí fuera y sabe ocultarse.
Olor a muerte en Pioz abarca todo el caso, desde el descubrimiento de los cadáveres hasta el juicio, va de España a Brasil, indaga en el pasado del asesino, en los interrogatorios, en las actas de un juicio que la autora vivió en persona e incluso, literalmente, en el propio cerebro de Patrick Nogueira. Sorprende el hecho de que con la avalancha de pruebas, con la propia confesión vía WhatsApp del culpable, que echaba por tierra su coartada de “lagunas de memoria”, pese a todo se plantease el quedar impune. Por suerte, la realidad tiene poco que ver con una novela de John Grisham y los asesinos acaban siempre en prisión.
El true crime lleva tiempo entre nosotros, pero es una maravilla lo bien que se está extendiendo y la gran acogida de los lectores. Sin duda, es el futuro del género negro, un espejo en el que mirarnos aquellos que hacemos ficción para no salirnos de los límites de la verosimilitud. Trabajo policial de verdad, víctimas de carne y hueso y un asesinato tan cruel que quedará bajo la piel tiempo después de haber cerrado el libro. Tras tanta novela sobre asesino en serie ultrainteligente y tanta copia barata nórdica de CSI, se agradece un baño de realidad que nos recuerde quiénes nos protegen de los monstruos de verdad.
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Autor: Beatriz Osa. Título: Olor a muerte en Pioz. Editorial: Alrevés. Venta: Todostulibros y Amazon
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