Sostenida por una narrativa de ritmo más propio del cine que de una serie de televisión, Operación Marea Negra es una nueva y solvente muestra de policial patrio y, también, una nueva y solvente apuesta de Amazon en el ámbito de la producción propia. Cuatro capítulos de cuarenta minutos son ciento sesenta minutos, tiempo suficiente para desenredar una historia precisa y específica, sin subtramas derivativas o derivas sentimentales, de ritmo más cinematográfico que televisivo, pura miniserie. La puesta en escena de Daniel Calparsoro y Oskar Santos se debe también al largo de acción y busca ante todo el dinamismo. Si buscan una serie que poder consumir en un día, Operación Marea Negra podría ser su opción.
La serie está basada en hechos reales. En 2019 décadas de leyendas urbanas (marítimas) se hicieron realidad cuando las autoridades españolas interceptaron un minisubmarino cargado de millones de euros en droga. Los narcos eran capaces, en efecto, de transportar droga a lo largo de todo el Atlántico desde Brasil en un precario semisumergible pilotado por tres hombres dispares.
La química entre estos tres tipos es el corazón latiente de Operación Marea Negra, serie mucho más interesante que se adentra en el puro relato aventurero (el que sucede en las selvas de Brasil y, después, dentro del submarino) que cuando toca las teclas de Fariña y El Niño, dos obras españolas —muestra de ese citado policial de «pata negra»— bien recibidas y a las que Carparsoro se agarra añadiendo su habitual garra visual (y musical: la banda sonora de Carlos Jean y todo el tratamiento de sonido tiene gran personalidad). La triple vida de Nando (Álex González) como pescador, boxeador y finalmente mula se atiene a otras convenciones menos transitadas, más agradecidas.
Una vez superada esta etapa «gallega», que de todas formas no está nada mal, la serie gana enteros al adentrarse en territorios más novedosos. El viaje de tres personajes incompatibles, de alguna manera análogos, el cúmulo de imprevistos y la lucha contra los elementos de estos tres náufragos vitales configuran un relato aventurero entretenido y bien resuelto. Entonces la ironía dramática funciona a todo motor, con el espectador deseando que estos tres delincuentes consigan su objetivo. Un viaje humano se aplica en complementar las obviedades del relato policiaco, jugando a su favor.
A Calparsoro y Oskar Santos (sería injusto obviar al director de El mal ajeno y los dos filmes de Zipi y Zape: ambos se han dividido la dirección de la serie, dos capítulos cada uno) les interesa el viaje más que el relato social. Su gran acierto es ceñir la narrativa a la pura trama principal, extirpando todo lo que resulta secundario: apenas con un par de maniobras de montaje Operación Marea Negra podría estrenarse como película. La serie paga el precio de algunos convencionalismos, pero lo hace con gusto y segura de sí misma, de jugar a la contra de la mayoría de productos televisivos españoles también en tiempos del streaming, proporcionando cuatro capítulos de honesto, limpio y bien facturado entretenimiento.
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