La escritora y periodista Marit Kapla evoca la «Suecia vaciada» en su ensayo Osebol, en el que a partir de entrevistas en su pueblo natal concluye que «es importante mantener la vida en el campo bulliciosa y viva, porque las ciudades necesitan del campo como éste necesita del mundo urbano».
Según ha explicado Kapla en una entrevista con Efe, el éxito del libro en Escandinavia se debe a que «hay mucha gente que tiene una conexión personal o familiar con pueblos muy parecidos a Osebol». En el trasfondo de esa decadencia planea el avance de las nuevas tecnologías, que en su caso afectó a la extracción minera: «Los científicos dicen que la inteligencia artificial va a cambiar nuestra vida más allá de lo que ahora mismo somos capaces de imaginar, así que la gran pregunta que deberá responder la humanidad es qué queremos que hagan las máquinas y qué tipo de trabajos queremos reservar para los humanos». Con un espíritu positivo, Kapla piensa que es imposible predecir qué futuro le espera a Osebol, pero «cada país, cada nación, cada comunidad debe resistirse a sucumbir a la urbanización, porque al final hay que entender que las ciudades no son el único lugar en el que viven las personas y es importante mantener la vida en el campo bulliciosa y viva«. «Las ciudades necesitan el campo como el campo necesita a las ciudades; hay una interdependencia, y sería terrible que el campo se convirtiera sencillamente en un lugar donde la gente va a disfrutar de la naturaleza como ocio, porque al fin y al cabo necesitamos que exista ese campo, no que sea para la agricultura y para los recursos naturales».
En la promoción de Osebol (Capitán Swing), Kapla ha tomado conciencia de que la historia de su pueblo «forma parte de un debate que se está produciendo no solo en Suecia, sino en todos los países en los que se ha publicado». En la actualidad, en Suecia, asegura, se ha superado el vivir en el centro y «la apuesta ganadora es vivir en el campo, pero a una distancia lo bastante corta de la ciudad como para trabajar en ella». Sin embargo, algo está cambiando, pues en el norte de Suecia se están haciendo unas importantes inversiones en la industria de fabricación de baterías, lo que está revirtiendo el flujo tradicional de emigración del norte al sur del país en busca de trabajo.
A pesar de que los efectos de movimientos al campo que se produjeron durante la pandemia se han revertido en parte por el deseo de las empresas, algo que la covid puso de manifiesto es «la fragilidad de la vida en las ciudades, que no han perdido atractivo porque sigue siendo más fácil encontrar trabajo. Sin la cultura de los bares y las cafeterías que hay en España, para los pueblos suecos es determinante que permanezcan las escuelas para su supervivencia», apunta Kapla, que intuye que en Suecia no hay políticas activas para facilitar la vida en el medio rural como sí hay en Noruega.
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