Dicen que toda historia merece un buen comienzo. Pensar que la nuestra lo tuvo es, quizá, algo pretencioso. Juzguen ustedes mismos. La chispa que prendió la hoguera sigue, dos años después, emocionándonos cuando reaparece en las conversaciones frente a una caña o un café (según esté de animada la tarde). Ese Día D en el que nos decidimos a asir la pluma ocurrió cuando disfrutábamos de un viaje por la Disneylandia de los amantes de la Segunda Guerra Mundial: la región de Normandía. El único lugar del planeta en el que es posible comprar en una gasolinera una bolsa de patatas fritas y un imán con el escudo de la 101ª División Aerotransportada estadounidense.
Andábamos un 6 de junio soportando el viento que sacudía la playa de Omaha (exacto, la misma de Salvar al soldado Ryan) cuando nos dimos cuenta de que, a pesar de lo mucho que se había escrito sobre él, todavía quedaban muchas cosas por contar del desembarco de Normandía. Quizá fueron las casamatas de hormigón germanas; quizá la gran cantidad de historias que habíamos recabado escuchando con atención a veteranos con mucho que contar. Vaya usted a saber por qué. En mi caso, será difícil olvidar cómo fue cruzar, al son de la gaita y tras un grupo de Highlanders ataviados con la típica falda escocesa, el primer puente liberado por los británicos aquel fatídico Día D. Fuera como fuese, a partir de entonces comenzó la labor de narrar la “Gran Cruzada” contra Hitler de otra manera: a golpe de anécdotas. Las mismas que omite la gran Historia.
Asir por las astas un tema tan manido planteaba el reto de la novedad. “¿Es posible hallar historias del desembarco que hayan sido pasadas por alto?”, nos preguntamos entonces. Vaya que sí. La primera nos llegó caída del cielo cual Richard Winters: las memorias del soldado español encuadrado en el ejército alemán, Alberto Winterhalder. Estas páginas nos permitieron ver, desde los ojos de un militar leal a Alemania, las jornadas posteriores al Día D. Conocer el miedo que recorrió su espina dorsal cuando, durante su retirada hacia el corazón de Francia, se enfrentó a una Resistencia ávida de venganza era entonces un privilegio al alcance de muy pocos. Hoy, por suerte (y gracias a la amabilidad de su hijo), su pasado pertenece ya a todos.
Con el ánimo que da tener bajo el brazo este tipo de material empezó la labor de investigación. Así, a golpe de llamada, correo electrónico y horas de intensa lectura, aparecieron más y más de esas “pequeñas grandes historias” que buscábamos. La de Donald Jakeway fue una de ellas. Don respondió a nuestras preguntas con una mezcla de asombro e interés por saber que, a miles de kilómetros de su Ohio natal, alguien se interesaba por su pasado. Luciendo una abierta sonrisa, el paracaidista de la 82ª División Aerotransportada narró la forma en la que, con el estómago lleno de dónuts, se lanzó tras las líneas alemanas durante el Día D. Su feliz semblante no cambió ni siquiera cuando explicó cómo se quedó colgado de un árbol como una piñata. Y no se torció ni un poco al desvelar que anduvo perdido diez días hasta que logró unirse a su unidad.
Aunque tras la de Jakeway llegaron otras tantas historias olvidadas, sería injusto y fanfarrón decir que todas las que alberga el libro son inéditas. Algunas son poco conocidas, como es el caso de la Theodore Roosevelt Junior. Hijo del vigesimosexto presidente de los EE.UU., este vetusto oficial desembarcó en Utah a pesar de que apenas podía moverse sin su bastón y de que uno de sus ojos estaba dañado por la edad y la guerra. Otras, como las desventuras de los olvidados sacerdotes paracaidistas, simplemente no han sido tratadas en nuestro idioma. Por si fuera poco, completamos esta curiosa amalgama de personajes y hechos llamativos con un capítulo que se adentra en las historias reales que hay tras las películas que se enmarcan en el Día D y una guía de viajes que, en lo personal, nos hubiera gustado tener en aquel viaje a Normandía en el que nos picó el deseo de escribir.
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Autores: Pere Cardona y Manuel P. Villatoro. Título: Lo que nunca te han contado del Día D. Editorial: Principal de los libros. Venta: Amazon y Fnac
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