La premiada escritora estadounidense Ottessa Moshfegh considera que “la violencia de la retórica” que se vive en la actualidad, sobre todo en Estados Unidos, y las divisiones que hay en su país son “muy aterradoras”: vivimos en un mundo muy peligroso, asegura en una entrevista con EFE.
Moshfegh (Boston, 1981), de madre croata y padre iraní, explica que a los cuentos de hadas que le contaban de pequeña les faltaba realidad y por eso, especialmente tras el confinamiento por la pandemia, quiso trasladar la oscuridad que había vivido a la literatura con Lapvona.
Pasó el confinamiento por el coronavirus en la casa a la que se acababa de mudar en Pasadena (California, Estados Unidos) construida hace cien años en un valle profundo lleno de sombras por un hombre que utilizó materiales reciclados procedentes de una iglesia destruida en un terremoto: “vivir en esta casa es como estar en una iglesia en cierto modo”. Además de ese escenario, también los cuentos que le leían cuando tenía seis años, que ocurrían en un lugar imaginario medieval, están en la base de su obra, a la que ha querido llevar la oscuridad y explorar “la conmoción”, dice.
Con su primera novela, McGlue (2014), Ottessa Moshfegh ya obtuvo el Fence Modern Prize in Prose y el Believer Book Award, mientras que con la siguiente, Mi nombre era Eileen, recibió el Premio PEN/ Hemingway al mejor debut literario en 2016 y estuvo nominada al Man Booker Prize.
Aunque fue la novela Mi año de descanso y relajación (2019) la que lanzó a la fama a esta autora, con la historia de una mujer que decide encerrarse durante un año en su piso de una de las zonas más exclusivas de Nueva York, asistida por una herencia y muchos fármacos, recetados por una psiquiatra de dudosas capacidades, para dedicarse a dormir.
La adaptación de su libro Mi nombre era Eileen al cine acaba de ser estrenada en el Festival de Sundance con Thomasin McKenzie y Anne Hatahway como protagonistas, una película de la que la escritora fue guionista y productora y que está funcionando muy bien, dice.
La oscuridad “es muy atrayente”, indica la escritora, que sitúa el dolor físico como uno de los principales temas de Lapvona, pues la existencia del protagonista está marcada por el dolor desde su nacimiento y es para él una forma de acercarse a Dios.
“Quería explorar a forma en que la fe se expresa a través de la experiencia de forma diferente en cada individuo y poner de manifiesto que hay conflictos velados en la sociedad que están basados en creencias muy personales”, sostiene la autora.
Aunque no tiene hijos dice que si los tuviera querría protegerles en cierta medida pero también “exponerles a la verdad para estar preparados”. “Preferiría vivir en un mundo en el que lo políticamente correcto se enseñara en lugar de vivir en una continuación del patriarcado blanco establecido. Hubiera preferido que me lavaran el cerebro con lo políticamente correcto, si tuviera que elegir entre las dos cosas”, explica.
A Ottessa Moshfehg le preocupa muchísimo lo que va a ocurrir con las generaciones de jóvenes, especialmente con las niñas porque cree que vivimos “en un mundo muy peligroso”.
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No estoy para nada de acuerdo con la autora.
Hace casi 23 años que vivo en USA, soy trabajador de la construcción y yo si vivo en el “real world “, no toda esagente de clase media que no usa transporte público, online compra ropa y muebles de diseñador.
Repito, soy apenas un hombre de más de cincuenta años, inmigrante y con un ingreso mensual que solo mealcanza para vivir sin privaciones, ni lujos.
Conozco a fondo los lugares más extravagantes y peligrosos de NYC gracias a mioficio.