Los pájaros atraen la mirada de los humanos. El movimiento tras la mirada es la representación, la fijación de su forma. La particular distancia entre su lugar de vida y el nuestro es un campo perfecto para la simbolización, de ahí que los pájaros representen valores, encarnen creencias, pauten tiempos, sirvan como objeto para el autorretrato. Entre los poetas, esto último ha sido frecuente. Sirva el ejemplo de dos grandes poetas contemporáneas como Marianne Moore (el pelícano fragata, el chorlito) o Elizabeth Bishop (el correlimos, el pájaro arcoíris). Recuérdese el albatros de Baudelaire. En el retrato de un pájaro uno puede encontrar la imagen de sí mismo.
El libro Pájaros, de Jochen Gerner, es una suma de retratos. En él las aves aparecen posadas y posando, de perfil, al modo hierático de los bajorrelieves asirios (la referencia es del propio autor, quien también alude a la observación directa del jardín de su casa, a las fotografías y a las ilustraciones artísticas). Las colecciones de estampas ornitológicas se engarzan en una cadena de ilustre tradición. Los primeros eslabones eran claramente científicos (Martinet, Audibon), pero la fascinación que ejercen las aves sobre la imaginación de los humanos pronto atrajo a los artistas, que, liberando a las aves de las Arcas de Noé de los lienzos barrocos, poco a poco fueron interesándose por sus retratos individualizados, dotándolos de idiosincrasia propia y trasladándolos sutilmente a las esferas del ornato, el humor o la fantasía (un ejemplo destacado, próximo al reino infantil, son los loros retratados en su juventud por el joven Edward Lear).
El subtítulo elegido por el ilustrador Jochen Gerner no ofrece dudas al respecto: “Inventario cromático real e imaginario”. En su colección, doscientos pájaros reales e inventados comparten espacio y forman un libro. Los unen para ello una serie de principios artísticos que confieren su naturaleza estética a la obra. Dicha naturaleza es bienhumorada, didáctico-imaginativa e íntima, personal. Estos tres elementos son los que caracterizan los retratos de los pájaros y los que revelan el perfil del autor, su autorretrato.
El carácter bienhumorado se hace evidente desde el comienzo del libro, en la invención de los nombres de los pájaros ficticios (Tsri Tsri, Paloma de combinación, Carpintero caminata lunar, Avetoro endomingado, Zancudo oxidado, Malabarista resplandeciente, Ofuscado de fuego, Comedor de pimienta…) o en la disposición de algunas patas, que aparecen calzadas con botas en contraste con la verosimilitud realista del plumaje. El carácter didáctico-imaginativo se despliega tanto en la esfera puramente ornitológica (el lector pone a prueba su conocimiento de la realidad o irrealidad de los pájaros que tiene ante sí) como en la esfera artística (la elección de un grafismo simple, basado en la repetición de pocos elementos modestos —restricción de colores, trazos geométricos, formas elementales…—, unida a la elección de hojas de cuaderno escolar como soporte, convierten el libro de Gerner es una especie de “manual de dibujo” para adultos o para niños, cercano al tangram oriental). A esta dimensión didáctica, lúdica, se incorpora una lección simbólica: la diversidad ofrece una imagen fértil del mundo (naturaleza e imaginación creativa unidas de una forma orgánica).
A este respecto, resulta oportuno recordar unas palabras de otra artista estrechamente vinculada con la imaginación infantil, Tove Jansson, quien en el cuento “El pájaro charlatán” de su novela El libro del verano escribió:
Pensó en las aves migratorias y en los zorzales de los atardeceres de verano, y en los cucos; sí, justo, en los cucos, y en las grandes aves árticas que cortan el aire alerta como centinelas, y hasta en los pajaritos que llegan en bandadas de verano tardío en grandes y precipitadas oleadas, redondos como albóndigas y tan tontos que nada les asusta, y en las golondrinas, aves únicas, que sólo visitan las casas de los que son felices. Es curioso que las aves, con lo impersonales que son, hayan llegado a ser símbolos tan duraderos.
Por último, la dimensión personal, íntima, aparece expuesta de un modo muy discreto en el colofón del libro. Allí, disueltas con el resto de créditos, aparecen unas palabras del autor donde dedica los dibujos a su padre, ornitólogo aficionado y profesor de arte fallecido recientemente, así como a un amigo naturalista, de quien se omite su apellido, con quien afirma haber mantenido conversación cómplice sobre los pájaros, esos fantasmas alados.
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Autor: Jochen Gerner. Título: Pájaros. Editorial: Libros del Zorro Rojo. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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