“¡Quiero resucitar!” es una de las frases que dijo mi padre durante su Alzheimer. Una de tantas. A veces lenguaje común, normal, entendible; otras extrañas, como esta frase que da título al libro; absurdas, muchas veces ininteligibles. Eso sí, siempre llenas de sentido a poco que una se parara a escucharlas e intentar descifrarlas. Es lo que yo llamo las «despalabras» del Alzheimer.
Este libro, que recopila las palabras y esas «despalabras» dichas por mi padre en su dolencia, nace de la necesidad de entender lo inentendible: que alguien inteligente, cabal, culto y educado comience progresivamente a perder todas esas características, deje de acordarse de los sucesos más cercanos al momento presente y solo guarde memoria de su infancia; pierda las maneras más básicas, se convierta en un niño a veces malhumorado, a veces tierno y siempre desprotegido.
Las pérdidas con esta enfermedad son incontables pero a mí, quizás por mi formación como filóloga y mi profesión de periodista, la que más atención me llamó fue la pérdida el lenguaje. Me parecía que era ya la última gota, casi lo peor de todo lo que estaba pasando en su demencia: la incapacidad de unir cerebro y boca, lengua, la capacidad de expresarse. Y quizás por eso, en cuanto detecté la primera «despalabra», no dudé un momento en apuntarla e intentar descifrar su significado.
A esa primera «despalabra» le fueron siguiendo muchas hasta la muerte de mi padre. Algunas las apunté a lápiz, en un pequeño cuaderno, otras en una aplicación de notas del móvil, que es lo que siempre tenía más a mano, y muchas las fui reteniendo simplemente en mi memoria con la intención de escribir sobre ello en cuanto me sintiera con fuerzas.
Me parecía que siempre se habla de lo mal que lo pasan los cuidadores de un familiar con Alzheimer, de su entrega y tristeza al vez así a un ser querido. Pero en realidad se suele hablar poco de los propios enfermos, casi no nos preguntamos cómo se sienten; solemos verlos como personas que han perdido sus facultades y “no se enteran de nada”, como seres “pasivos”. Nada más lejos. Habrán olvidado cómo te llamas, quién eres, no sabrán en qué día viven, pero su alma no sufre Alzheimer, sienten y padecen como tú y como yo.
Mi experiencia es que, en sus «despalabras» mi padre nos aportaba datos importantes sobre su estado físico, sobre su ánimo, sobre su pena. Resultaba tremendamente expresivo en su demencia, como seguramente tantos y tantos enfermos de Alzheimer. Así que me propuse darles voz a estas personas a través de él, de nuestra experiencia como familia con él.
Una vez mi padre falleció dejé pasar casi dos años hasta que me sentí capaz de escribir este libro que recopila sus palabras y «despalabras» durante su enfermedad. Tenía muy claro que quería contar su historia a través de ellas y que cada capítulo iría encabezado por una de sus «despalabras». Estas vendrían a funcionar como piedra de toque para ir tirando del hilo de su vida, de nuestra experiencia como familia cuidando de él. Pero su historia, en un juego de espejos, acabó por llevarme a la mía a medida que la escritura avanzaba, a mi vida junto a él, a nuestra relación distante en mi infancia y el reencuentro posterior, que se fue haciendo cada vez más fuerte a medida que la enfermedad avanzaba.
¡Quiero resucitar!: Palabras y «despalabras» del Alzheimer es un libro en el que esta dolencia tiene un protagonismo importante pero el verdadero mensaje se encuentra en la descripción de las relaciones familiares, en el encuentro de una hija (yo misma) con su padre. Es una narración sobre la vida, la muerte, el despertar espiritual. Sobre la vejez y sobre esta generación de niños criados durante la Guerra Civil y la Posguerra, que tanto han sufrido ahora con la pandemia de la Covid-19, y que tan acostumbrados están al sacrificio y a la entrega.
¡Quiero resucitar! también es un libro sobre la oportunidad que encierran las situaciones duras para la transformación personal y el crecimiento interior.
Escribirlo fue muy difícil y también muy terapéutico, puesto que me ayudó a poner orden a mi caos interno, al caos que provoca esta dolencia en una familia. Está narrado en primera persona y todo lo que cuento en él ocurrió, sin autoficción de por medio. Me parecía que novelarlo le restaría fuerza a la historia, al testimonio, a la crónica de aquellos días.
Es, por tanto, un desnudo sentimental en el que muchos se pueden ver reflejados como hijos, como personas.
Durante su escritura sentí varias veces ataques de pudor. ¡Quién me mandaba ponerme a contar aspectos tan íntimos de mi vida y de la vida de mi padre con la voluntad de publicarlo! Pero había siempre algo dentro de mí que se rebelaba contra ese miedo; era mayor la necesidad de contar, de que llegara a los demás y de que les pudiera servir o inspirar.
Justo antes de publicarlo en la editorial San Pablo sentí de nuevo ese vértigo: ¡Qué van a pensar mi familia, los hermanos de mi padre…! Recuerdo corregir las galeradas a toda prisa para no dar lugar al arrepentimiento. Y ahora, que ya está impreso y en las librerías, me siento totalmente conforme y contenta con haberme “atrevido” a escribir con honestidad sobre mi padre, su enfermedad y nuestra vida en común.
¡Quiero resucitar!: Palabras y «despalabras» del Alzheimer queda así como el testimonio de una de tantas familias frente a esta enfermedad; como una historia de vida frente al dolor y la muerte. Como una historia de reencuentro, de renacimiento, de resurrección.
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Autor: Ana Llovet. Título: ¡Quiero resucitar!: Palabras y «despalabras» del Alzheimer. Editorial: San Pablo. Venta: Todostuslibros
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