La entrega del Premio Cervantes a Fernando del Paso es un buen pretexto para recordar lo que escribí en noviembre de 2015 y que ahora, a modo de un post extraordinario de sábado, recupero para ZENDA.
Fernando del Paso (Premio Cervantes, 2015), que recibe hoy todos los honores en Alcalá) leyó el siguiente poema de su amigo José Emilio Pacheco al recibir el premio a la Excelencia Literaria.
ALTA TRAICIÓN
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
Palinuro de México, de Fernando del Paso, fue una de las novelas que más me impactaron en 1977 cuando Alfaguara la publicó con aquella edición -mítica- de Eric Satué, en la que –o tempora, o mores– se explicaban las calidades empleadas para la confección del libro. En este caso la composición tipográfica era del tipo Garamond y cuerpo 10. Para la cubierta, papel acuarela de Romani, y para el interior, papel offset editorial de 71 gms. de Torras Hostench.
En Palinuro de México Del Paso crea una pieza literaria a partir de un lenguaje brillante conduciendo al lector por los vericuetos del exceso sin perder nunca la rigurosidad de lo narrado. Se puede decir que es una novela política porque evoca lo ocurrido en la plaza de Tlatelolco, en 1968, y porque está presente la revolución mexicana, así como la Europa de la Primera Guerra Mundial. Es también una novela cultísima porque Del Paso estudió biología, economía, trabajó en publicidad y pasó unos años trabajando en Londres para la BBC, fue agregado cultural de la embajada de México y guionista y productor de programas para Radio France Internationale. Todo eso, más sus aprovechadas lecturas de los grandes maestros de la narrativa anglosajona -Hawthorne, Sterne…- hacen de Palinuro… una obra monumental, polifónica y excelente en su expresión lingüística. Y el resto de su obra, referencias culturales como este año ha tenido bien en cuenta el jurado del Premio Cervantes.
El personaje de Palinuro alude al timonel de la nave de La Eneida, de Virgilio (fue el piloto de la nave de Eneas desde su salida de Troya tras la destrucción de la ciudad). En esta novela es un estudiante de Medicina, cuya historia comienza en 1918 y termina de manera trágica en el capítulo titulado, “Palinuro en la escalera o el arte de la comedia” y que a modo de explicación, entre paréntesis, dice: («Obra en cuatro pisos con un prólogo en la planta baja, un epílogo en un desván y varios intermedios sorpresivos»). Palinuro muere en 1968, en un mitin de la Plaza de las Tres Culturas, por los golpes de la policía. Como se puede inferir por este descubrimiento que hago del final (ahora se dice spoiler), esta no es una novela tradicional de planteamiento, nudo y desenlace. Importa mucho lo que se cuenta en ella, naturalmente, pero importan tanto el lenguaje y la estructura. Importa el ejercicio lúdico que planea a lo largo de sus más de 700 páginas, el humor y la riqueza de sus reflexiones.
“Precedido apenas por Rulfo, Revueltas, Fuentes y Yáñez, la novela de Del Paso es el juego con humor, la desmitificación total y regocijante de temas como el sexo, la escatología, la erudición y la política”, escribió José Agustín. Y lo que dijo la crítica francesa no tiene desperdicio: L´express: “ha llegado un nuevo Rabelais”. Le Monde: “Del Paso es poseedor de una erudición grotesca, macabra y dionisiaca”; Lire: “Palinuro… es una nueva prueba de la vitalidad de la literatura latinoamericana; Libération, “Los Ulises de Homero y Joyce son como parientes cercanos de este inmenso poema sobre el amor, la muerte y el cuerpo humano”.
En la entrega del Premio al que aludimos al principio, que lleva el nombre José Emilio Pacheco, Fernando del Paso dijo:
“Qué proyecto de país tenemos ahora… ¿Qué proyecto tienen quienes dicen gobernarlo? Me permito citarte una vez más [se lo dice a J.E. Pacheco]: “Conozco tu país —decía el gringo— pasé una noche en Tijuana / éstas son las palabras que me sé de tu idioma: / puta, ladrón, auxilio, me robaron”. Y entonces Fernando del Paso se pregunta: “¿En qué se diferencian estas palabras de político, autoridad, socorro, me extorsionaron? Gracias, José Emilio, espero que nos encontremos una vez más cuando nuestro país sea de nuevo nuestro”.
Y el nuestro, también, don Fernando, y el nuestro también.
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