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Parábolas para repensar nuestra vida

Parábolas para repensar nuestra vida

Óscar Curieses (Madrid, 1972) en su último libro, Tengo la impresión de que el cielo se prepara para la lluvia, cumple con creces con una de las funciones que suelen reclamarse para la literatura, la de iluminar nuestra condición de seres humanos. Hay diversos modos, pienso, de hacerlo. El autor del Lazarillo puso en cuestión la sociedad de su tiempo observándola desde el punto de vista de un niño miserable. Alguien encontró que los viajes de un marino griego hasta su casa eran,  fundamentalmente, la imagen de la existencia de toda persona. En La metamorfosis, Kafka nos propone un enigma más allá de la imaginación: ¿nos dice algo sobre nosotros la experiencia de un individuo de sentirse un extraño entre los demás? La obra de Curieses se sitúa en esa veta abierta: las posibilidades de la narración guiada, sobre todo, por la imaginación para generar interrogantes oblicuos que nos cuestionan.

Hay que decir ya que el libro, de bellísima factura como objeto, está constituido por 23 cuentos, la mayoría breves, que vienen acompañados —más que ilustrados— por 18 dibujos de Andrés Rábago y El Roto (un mismo creador, dos nombres). El escritor y el pintor-dibujante comparten idéntica actitud hacia el arte como incitación, ruptura, detención, pregunta… y apertura. Dibujos y relatos plantean otras tantas situaciones inéditas, sorprendentes, extrañas para nuestros usos en la mirada y en los marcos de comprensión de la realidad. Hay en ellos, puede haber, una posición tomada; pero no suele ser explícita y, desde luego, exige del lector un ejercicio de pensamiento. Se trata de la condición de la parábola. En uno de los dibujos, alguien camina cabeza abajo por la parte inferior de un puente; en el relato, «La mujer y Jesús adúltero”», es ella la que lo salva a él de ser lapidado preguntando a sus acusadores quién está libre de pecado. En otro dibujo, un hombre descansa sobre un tejado muy inclinado contra la ley de la gravedad; en el cuento que sigue, «Don Supermán», contra otras especulaciones se afirma que un septuagenario vestido de ese superhéroe todavía se puede ver volando por el cielo.

"Algunos de los textos pretenden mostrarnos la irracionalidad de un sistema de poder arbitrario y enemigo de la vida"

Algunos de los textos pretenden mostrarnos la irracionalidad de un sistema de poder arbitrario y enemigo de la vida. «Los nuevos bosques» dice así: «Alguien escuchó en algún lugar de Dirmad que los árboles no dejaban ver el bosque. Así que los talaron. Los talaron todos. Todos.» En el inicio de otro cuento, leemos: «Nadie sabe por qué grabaron el canto de los pájaros antes de exterminarlos». El poder decide —no se sabe nunca por iniciativa de quién— y los ciudadanos han de acomodarse a la fuerza a esa imposición; a partir de ahí suceden la nostalgia de lo perdido o su olvido: «Con todo, muchos habitantes de Dirmad […] saben que los pájaros jamás existieron y que solo forman parte de un antiquísimo entramado mitológico». Otros relatos insisten en el poder vigilante y punitivo de ese dominio (casi) absoluto. El texto «La nueva visión» consta de seis líneas: «Yo no veo./ Tú no ves./ Él no ve./ Nosotros no vemos./ Vosotros no veis./ Ellos, sí». En definitiva, se alude a una trama que nos sojuzga y puede provocar una auténtica pesadilla, como en el relato «Die Welt las Wille und Vorstellung» donde el espectador de un festival pasa a convertirse en intérprete contra su voluntad.

Algunos relatos inciden en la cuestión de la identidad personal. En un mundo sometido a poderes ignotos con poder para definir lo que tiene derecho a ser y lo que no, es un acto de coraje preguntarse por el propio ser: renunciar a darse por definido. Parece inevitable entonces no considerarse parte de una ficción, ¿dónde empieza y acaba el decorado?; cuestionarse las relaciones con los demás: ¿qué renuncias implica la convivencia con los otros? O verse en la tesitura de decidir frente al mal que se aproxima velozmente bajo la imagen de una manda de rottweilers: «Dime, lector, ¿qué harías tú entonces? […] ¿Dar la vuelta? […] ¿Tumbarte con desidia en el asfalto y esperar con resignación a ser devorado? ¿Sentarte bajo la canícula y aguardar a que milagrosamente desaparezcan? ¿O acaso los llamarías, quizás, con un silbido tenebroso para acariciarlos, sabiendo que podrían comprender tus órdenes…?».

"Óscar Curieses nos entrega un libro de cuentos, de aforismos, de textos inclasificables que nos invitan a la reflexión desde la belleza de su arte literario"

«Tengo la impresión de que el cielo se prepara para la lluvia», una frase de Agota Kristof que el autor de este libro toma para su título, constituye un enunciado más bien modesto. No resulta categórico. Y en él, acaso, quiero interpretar, se vislumbra algo como la posibilidad de un cambio a mejor, de un camino de esperanza, quizás de momento, de alcance solo individual. Esto da cabida a relatos donde las posibilidades humanas no están malogradas. Un excelente ejemplo, «Funambulista», narra el recorrido de un hombre por un alambre tendido desde lo alto de un rascacielos a otro. «El funambulista ignora cuánto tiempo ha pasado. Quizá unos minutos, o toda una vida». Está solo, está el aire, está la necesidad de llegar, y está su miedo. Otro cuento nos habla de la búsqueda de la paz en medio del dolor de alguien que acude a consultar sobre su vida a un sabio oriental. La respuesta de este no es una novedad: «Supongo que sabes a lo que me refiero», le dice. Y él responde: «Sí, lo sé». Más bien su solución consiste en ser la presencia que lo incita a mirar al fondo de sí mismo. «Cuando tú llegaste allí, después de caminar tantos años, advertiste con asombro que ya estabas allí. Sí, eras tú, allí», se nos dice en «La llegada».

Óscar Curieses nos entrega un libro de cuentos, de aforismos, de textos inclasificables que nos invitan a la reflexión desde la belleza de su arte literario. Porque lo hace con un lenguaje depurado, reducido a lo esencial, prescindiendo de explicaciones y descripciones, logrando lo universal mediante la eliminación de detalles que nos distraigan, y entregando así una obra de una plasticidad peculiar. La riqueza de los dibujos que la acompañan son otros tantos momentos para detenerse y provocar en el lector una posición meditativa sin la cual este libro no puede entenderse. Entrar en él es una experiencia, un dejarse remover; hemos hablado antes de los cometidos de la literatura, ¿no es permitir que pueda sucederle eso mismo el cometido de todo lector? Quizá de este modo suceda: “A veces, de repente, llega la magia. Llama a tu puerta, te levantas y la recibes sin saber de quién se trata”.

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Autor: Óscar Curieses. Título: Tengo la impresión de que el cielo se prepara para la lluvia. Editorial: Espasa.

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