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Paseando entre palabras

Paseando entre palabras

Hubo un tiempo en que aquellos libros cuya edición no era negocio encontraban salida a través de organismos oficiales o instituciones; las cuales guardaban una (pequeña) partida presupuestaria para esos menesteres y así cumplían con la cultura y prestaban un cierto servicio público. Estamos pensando, por ejemplo, en el CSIC, cuya relación de títulos en catálogo a lo largo de los años impresiona tanto por extensa y rigurosa como por, en algún caso, estrafalaria. Otrosí, las comunidades autónomas, diputaciones e incluso ayuntamientos, que se adornaban publicando fundamentalmente tema local, y ahí tenía cabida tanto un tratado dedicado al retablo plateresco de la iglesia de un pueblo de doscientos habitantes como el manual sobre las cien maneras autóctonas de salar un cochino.

"No está todo perdido si una editorial novel, la librería Farinelli de La Granja de San Ildefonso, ha sido capaz de, en primer lugar, interesarse por una obra tan especializada; y, después, de editarla primorosamente."

Pero, ¡ay!, si la crisis, con sus recortes, ha llegado hasta a racanear las vacunas a los niños, ¿cómo no van a cercenarse estos mínimos desahogos editoriales? Al sufrido autor que, recogido en su particular arcadia, fuera de los circuitos habituales, quisiera publicar algo que no sea una novela negra, sólo cabe decirle aquello de lasciate ogni speranza.

Por eso, es una sorpresa y alborozo a partes iguales descubrir que la iniciativa privada ha tomado el relevo de la cosa pública y, a su riesgo, con mínima ayuda externa, ha dado a la luz un libro tan espléndido como Toponimia de Valsaín. No está todo perdido si una editorial novel, la librería Farinelli de La Granja de San Ildefonso, ha sido capaz de, en primer lugar, interesarse por una obra tan especializada; y, después, de editarla primorosamente.

"Y como el texto es exhaustivo y la documentación abundante, la intrahistoria de la comarca se nos presenta iluminada, lista para ser degustada en el paseo campestre."

Advertimos al lector casual de que no se desanime por la aparente peculiaridad del tema. Los nombres de los lugares, obvio es decirlo, no son fruto del azar; están ahí por algo. Es una clave que, decantada a lo largo del tiempo, llega hasta hoy con una carga de información inmensamente enriquecedora. Y como el texto es exhaustivo y la documentación abundante, la intrahistoria de la comarca se nos presenta iluminada, lista para ser degustada en el paseo campestre… o, todavía mejor, desde el sillón de casa. Para los que viven o frecuentan la sierra segoviana, el libro es obligatorio.

Una nota final. A riesgo de que se nos llame, con toda justicia, quisquillosos, no podemos dejar de señalar lo que se hubiera agradecido la inclusión de una planimetría moderna, a la que las entradas estuvieran referenciadas. Y ya puestos a pedir, ¿no hubiera sido bonito mencionar, en el término Fuenfría, que es la cuna donde Cervantes hace nacer a Rinconete? Tampoco Jesús de Aragón, el único y extraordinario escritor que ha dado Valsaín, figura bajo el término Casarás, cuando este paraje es hoy fundamentalmente conocido por una de sus novelas. Comprendemos que en las descripciones deben figurar referencias documentales, no literarias, pero al menos en estos dos casos se podría haber hecho una excepción, en nombre de la fraternidad entre escritores.

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Título: Toponimia de Valsaín. Autor: Julio de Toledo Jáudenes. Editorial: Farinelli. Venta en Librería Farinelli – Real Sitio de San Ildefonso – La Granja, fariliber@gmail.com, tf. 646860545?

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